Conectar con lo humano para conseguir éxito siempre ha sido una técnica de lo más astuta. Políticos y medios de comunicación la utilizan constantemente. Pero no sólo ellos. John Malkovich también ha apostado por esa herramienta verbal en el mensaje que lanzó
Admitámoslo: esto del teatro es todo puro engaño. Una de mis trampas favoritas es la manipulación del público que consiste en darle a la obra un final tan lleno de fuerza que arranque los aplausos de la audiencia de sus propias entrañas.
Lo malo de haber visto muchos espectáculos de acrobacia es que una acaba por acostumbrarse, y ni los dobles mortales parecen tan peligrosos, ni las contorsiones provocan el mismo asombro. El ensemble de Circa, sin embargo, consigue refrescar el género: acróbatas
Si Margarita Xirgu, gran dama de teatro, levantara la cabeza no sé muy bien qué pensaría de que uno de los grandes hacedores de dinero del teatro, Jesús Cimarro, se haya hecho con la dirección de programación del Festival de Teatro Clásico
En el siglo XIX, Gustave Flaubert reconocía que «Un hombre, al menos, es libre; puede recorrer las pasiones y los países, atravesar los obstáculos, gustar los placeres más lejanos. Pero a una mujer esto le está continuamente vedado». En el siglo XXI,
Dos locos andan sueltos en el Teatro Galileo de Madrid. Elling y Kjell Jarne (Carmelo Gómez y Javier Gutiérrez) sobrepasan los cuarenta y llevan una larga temporada en el psiquiátrico. Acaban de recibir la noticia de que vuelven a formar parte de
Si hay un arte que ha debido renovarse incansablemente a lo largo de su historia, es el teatro. Constantemente prohibido por ser un oficio “de putas y maricones”, las autoridades religiosas y civiles han intentado históricamente reducirlo a representaciones cortesanas, místicas
El pasado fin de semana, las Naves del Español de Matadero bajaron el telón de El Montaplatos, la obra de Harold Pinter dirigida por Andrés Lima e interpretada en la Sala 2 del espacio madrileño por Alberto San Juan y Guillermo Toledo. Después de
¿Tienes un minuto? Venga, busca bien en tu reloj, seguro que sí... ¿Encontrado? Pues dedícaselo al propio tiempo. Aquel que no nos deja vivir, que nos controla, nos obsesiona o, como mínimo, nos carga las muñecas con su peso. Olvídate por un