El ‘absurdo’ en El Montaplatos

Cartel El Montaplatos

El pasado fin de semana, las Naves del Español de Matadero bajaron el telón de El Montaplatos, la obra de Harold Pinter dirigida por Andrés Lima e interpretada en la Sala 2 del espacio madrileño por Alberto San Juan y Guillermo Toledo. Después de un mes y medio representando el famoso texto del fallecido dramaturgo inglés, los dos actores finalizan esta aventura compartida sobre las tablas, con la que Toledo ha vuelto al teatro después de mucho tiempo y San Juan ha demostrado, una vez más, su predilección por las obras de Pinter.

 

Sobre El Montaplatos, el propio Andrés Lima sentencia: «Al realismo de esta obra le va muy bien la frase de Ionesco: La vida del hombre es absurda, su tragedia ridícula«. Del Absurdo, es, claro, el teatro de autores como Eugène Ionesco, Samuel Beckett o Pinter, primeros exponentes de este género en el que la incomunicación y la angustia se intercalan con lo ilógico y el disparate. Una buena aproximación, por otra parte, a lo que el espectador ha encontrado en su visita a Matadero. Alberto San Juan y Guillermo Toledo en El Montaplatos

En el montaje de Lima, dos catres solitarios esperaban la llegada del público, que debía sortearlos para acceder a su asiento. Luego, en la oscuridad más absoluta, como en un ejercicio de ambientación, los espectadores intuían el inicio de la obra, casi dos horas de función sin tregua para Toledo y San Juan. Este último, además, a cargo de la traducción del texto de 1957 de Pinter, de quien ya había representado Traición bajo la dirección de María Fernández Ache. Los dos actores dan vida a Ben (Alberto San Juan) y Gus (Guillermo Toledo), dos asesinos a sueldo que permanecen encerrados en un sótano a la espera de recibir órdenes de la organización para la que trabajan. No es la primera vez que viven esta situación, pero sí la primera en que la angustia de la espera consigue enrarecer el ambiente. En medio de la tensión, comienzan a recibir encargos de comida mediante un montacargas que aparece de repente en escena. Una especie de poder en la sombra que los empuja a una servidumbre desesperada. Dos hombres a ciegas que juegan en clara desventaja. 

El Montaplatos de Andrés Lima ha recogido los elementos del Teatro del Absurdo de Pinter en un montaje sugerente y con unas interpretaciones acertadas. Una obra interesante si los silencios eternos y los diálogos repetitivos te inspiran, aunque poco recomendable si eres de quienes exigen una acción trepidante en las tramas. En cualquier caso y sabiendo elegir, una excelente forma de aproximarse al teatro de Pinter y de aquellos que compartieron su visión del drama.

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