Si hay un arte que ha debido renovarse incansablemente a lo largo de su historia, es el teatro. Constantemente prohibido por ser un oficio “de putas y maricones”, las autoridades religiosas y civiles han intentado históricamente reducirlo a representaciones cortesanas, místicas o burguesas. Afortunadamente, nunca lo han conseguido.Ya ocurría con los dramaturgos Isabelinos, que actuaban en la ribera sur del Támesis donde no tenía jurisdicción el ayuntamiento de Londres. Sucedió también en 1603, con el nacimiento del teatro japonés Kabuki como reacción al aristocrático e inaccesible teatro Nô. Y en 1956, cuando el británico John Osborne desafió a la burguesía de su tiempo en Mirando hacia atrás con ira.
¿Qué ha ocurrido entonces? ¿Nos hemos conformado con el circuito de obras subvencionadas que el estado nos ofrece como “pan y circo”? ¿Han sucumbido los sueños de arte y expresión a los deseos de la fama?
Ni mucho menos. La diferencia principal es que hoy en día el circuito teatral alternativo no confronta al oficial, sino que lo rodea. Hablo no sólo de las pequeñas salas diseminadas por Madrid, sino también de un efecto a nivel global: Los Festivales Fringe.
El término fringe como definición del teatro no estatal ni comercial, surge del Edinburgh Festival Fringe, donde más de 2400 espectáculos se representan en pequeñas salas (y cualquier sitio puede ser transformado en una sala: un bar, una Iglesia, una cancha de baloncesto…) al mismo tiempo que tiene lugar el Festival Internacional de Edimburgo.
Teniendo en cuenta la gran tradición teatral del Reino Unido, no es de extrañar que el siguiente festival fringe se crease también allí, el Brighton Fringe, paralelamente al Brighton Festival. Pero hay muchos más: El Fringe Festival de Praga, el Absolut Fringe en Dublín… El más conocido fuera de Europa es el Adelaide Fringe, en Australia, que nace frente al establecido Adelaide Festival of Arts. En América, el New York International Fringe Festival tiene prestigio global, y en Canadá, es famoso el Edmonton International Fringe Festival.
En España, por segundo año consecutivo, el Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro propone el Festival Almagro Off, que presenta montajes de jóvenes creadores e innovadoras propuestas basadas en textos del S. XVII.
La duración de estos festivales varía entre una semana y un mes, y a diferencia de los Festivales Oficiales, no existe un jurado que premie un espectáculo en concreto. Sin embargo, es una oportunidad para las compañías (profesionales o amateurs) que logran participar, de dar a conocer su trabajo.
Son semanas intensas, en que se pueden ver varios espectáculos (la duración suele ser de una hora) en una sola tarde; en que la ciudad se llena de bullicio, en que se comparten experiencias con artistas, trabajadores y público de todos los países. Es, en definitiva, un verano diferente.
Y una buena noticia. Casi todos los Fringe buscan voluntarios, ¿te apuntas?