En abril, el mes de la danza, la Compañía Nacional presentó un espectáculo compuesto por las coreografías: Heatscape, Le Jeune Homme et la Mort y Cantata. Los estudiantes del Máster en Periodismo Cultural asistieron a este evento y salieron cautivados después de contemplar una hora y media de pura danza
Algunos opinan que presenciar el ensayo general de un espectáculo escénico resulta aún más intenso debido a la intimidad del evento, en comparación con asistir a su estreno. Esta experiencia se hizo patente para los alumnos del Máster en Periodismo Cultural, quienes asistieron el pasado 17 de abril al ensayo de la Compañía Nacional de Danza, que presentó tres coreografías completamente sublimes en la Sala Roja de los Teatros del Canal.
Los días siguientes, del 18 al 21 de abril, las puertas del teatro se abrieron al público en general para disfrutar del espectáculo dividido en tres momentos: Heatscape, del coreógrafo Justin Peck, la pieza Le jeunne homme et la mort, de Roland Petit y Cantata, de Mauro Bigonzetti. Estas coreografías, totalmente distintas entre sí, fusionan el ballet, el arte callejero de guerrilla, la teatralización y la danza contemporánea, envolviendo al espectador en un atmósfera de belleza, amor, pasión, romance, alegría y fuerza.
Se levanta el telón y los bailarines se perfilan en una larga línea horizontal en la parte posterior del escenario. Antes de que la música comience, corren simultáneamente hacia el frente, arrodillándose con la gracia distintiva del ballet. El público expectante aún no comprende lo que está a punto de suceder, hasta que, al ritmo de la primera nota, comienzan a levantarse gradualmente, saltando y danzando con la música. Así comienza la coreografía Heatscape, inspirada en el distrito artístico de Wynwood, creada para el Miami City Ballet en 2015 por el coreógrafo Justin Peck y el artista visual Shepard Fairey, quienes fusionan el ballet con el arte callejero de guerrilla en esta colaboración.
El segundo acto, Le jeune homme et la mort (El joven y la muerte), un ballet creado por el coreógrafo Roland Petit para los Ballets des Champs Élysées de París en junio de 1946. Es una coreografía interpretada por una pareja que experimenta la intensidad de su relación, atravesada por la pasión y la violencia. La escenografía consta de una simpleza bellísima evocando la cotidianidad de los amantes compuesta por una mesa, una cama, cinco sillas volcadas alrededor del escenario, y una gran tela roja colgando en la parte posterior. En apenas 20 minutos, los asistentes son testigos de una ferviente historia en la que la muerte irrumpe para visitar al joven protagonista y poner fin a la obra.
El espectáculo culmina con Cantata de Mauro Bigonzetti, creada en 2001 para el Ballet Gulbenkian (Lisboa, Portugal), y desde entonces presentada por diversas compañías en todo el mundo. Una coreografía feroz, instintiva y desenfadada, inspirada en la cultura del sur de Italia. Esta interpretación contemporánea cuenta con más de 15 bailarines en escena, quienes se muestran incansables y llenos de vitalidad. Rodando por el suelo, haciendo y deshaciendo figuras, la coreografía representa las múltiples facetas de la relación entre el hombre y la mujer desde la seducción hasta la pasión y los celos.
Joaquín de Luz, es el director escénico de este magnífico espectáculo y quien ha liderado la Compañía Nacional de Danza desde 2019. Con una carrera adornada de premios, De Luz ha dejado una huella indeleble en la danza. Desde su paso por el Pennsylvania Ballet hasta su liderazgo en la Compañía Nacional. Esta presentación también marca su despedida como director, concluyendo así un capítulo destacado en la historia de la compañía.