El tiempo marca nuestras vidas. A veces desearíamos que el día tuviera 28 horas. Se puede arreglar. La solución es Tiempinter, el banco del tiempo. Un plan tic-tac, un plan ding-dong… Hay que pensar bien cual se adapta mejor a nuestras necesidades.
Hace ya una década, pero seguramente todos los seguidores de la saga recuerden cómo comenzó la misteriosa leyenda de “El chico que vivió” y el universo de varitas mágicas, lechuzas, ranas de chocolate, conjuros y pasadizos secretos que descubrimos con él. Poco
Es oficial. El verano ya ha llegado; el telediario, los termómetros y el rugido del aire acondicionado se encargarán de recordárnoslo durante los próximos dos meses. Y si aún así logramos olvidarlo sólo será necesario salir a la calle durante las horas
Apenas habían pasado unos minutos desde el despegue. Con dos horas de vuelo por delante cerré los ojos. El país que dejaba atrás me hizo un último regalo; un sueño en el que aparecían pintorescas casas de coloridas fachadas y calles
Ese niño de gorra del revés y de sonrisa torcida que nos puso el mote con el que tuvimos que lidiar acomplejados durante toda nuestra vida escolar. Ese doberman ante cuya presencia nos encogíamos cuando íbamos a degustar el puchero de los
Mi madre me contó que cuando yo era pequeña me llevó una vez al hospital con miedo a que muriese asfixiada por un incesante ataque de tos. Había allí una enfermera que, sin contemplación ni miramientos, lanzó una mirada asesina a mi
Llegué al Reina Sofía la primera; casi abro las puertas y si hubiera pillado mejor combinación de trenes habría llegado a tiempo incluso para la inauguración del museo. He ahí mi eterna manía de salir con el quintutriple de tiempo de margen
- A Dios puedes pedirle una cosa por día, pero sólo una.- Pues vaya timo… Aladino pedía tres deseos al genio de la lámpara.- Un deseo cada día es mejor que tres en una vida, ¿no te parece?- Llevas razón. ¿Puedo pedir
Había pasado ya una semana desde que volví de mis mini-vacaciones en la Feria de abril. Sin embargo, el sonido de las palmas, los acordes de las guitarras y el zapateo de las sevillanas resonaban aún en mi cabeza con nostalgia. La
Todo aquel que ha vivido en uno sabe que el día a día de un pueblo puede asemejarse a un microcosmos. Un microcosmos en el que los lazos que unen a sus habitantes cobran una relevancia muy alejada de la indiferencia que