Hace ya una década, pero seguramente todos los seguidores de la saga recuerden cómo comenzó la misteriosa leyenda de “El chico que vivió” y el universo de varitas mágicas, lechuzas, ranas de chocolate, conjuros y pasadizos secretos que descubrimos con él. Poco queda ya de aquel niño inocente al que cualquier abuela pellizcaría los cachetes. Ahora se ha convertido en un adolescente que lucha contra un villano que provoca repulsión en esa misma abuela que se enternecía hace diez años.
Durante ocho películas se nos ha contado una historia que, para bien o para mal, ha evolucionado mucho desde sus inicios. Llegados a este punto, la del viernes 15 de julio (fecha del estreno en España) era una cita obligada.
Cuando la segunda parte de Las reliquias de la muerte comienza se echa de menos la banda sonora que nos ha acompañado durante toda la saga. Pero no hay que olvidar que esta entrega no es más que una continuación que Warner Brothers ha querido hacer de la primera para, a juicio de muchos, alargar lo más posible el fenómeno de masas que ha supuesto la adaptación cinematográfica de los libros de J.K Rowling.
Por lo tanto, la última película mantiene el ritmo y el estilo de su predecesora sin que, por sí misma, constituya un producto independiente, sino más bien un final de dos horas y cuarto. En la cinta aumenta (eso sí) la tensión, pero intenta relajarse a través de guiños cómicos que, si están relacionados con las pasiones amorosas de los protagonistas, despiertan más el rechazo que la risa.
Sin embargo, los efectos siguen estando a la altura y ciertas escenas nos mantienen en vilo logrando que separemos la espalda de la butaca inclinándonos hacia la pantalla. Pero los espectáculos visuales también tienen un precio y en esta ocasión es el de dejar de lado ciertos detalles que cobran mucha relevancia en los libros. Para los lectores no habrá sorpresas pero sí que agradecerán especialmente los flash-back y los flash-forward que nos muestran tanto a las antiguas como a las futuras generaciones de magos.
Cuando los créditos (disponibles en 2D o en 3D) aparecen en la pantalla, es posible que la abuelita sensible que haya sido capaz de aguantar dos horas de ataques, persecuciones y huidas eche alguna lágrima. Al fin y al cabo, la emoción era inevitable en un final tan esperado.
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