Pocos directores pueden presumir de tener un sello propio. Tomaž Pandur es uno de ellos. El esloveno propone de nuevo, en el Fausto de Goethe, un lenguaje escénico personal con simbologías a veces complejas y ajenas al espectador. El público asistente al
Ernesto Caballero, director de Doña Perfecta, de Benito Pérez Galdós, fue a ver el último trabajo teatral en el que participaba Roberto Enríquez: Málaga. Allí le ofreció el personaje principal del montaje que estaba preparando. “Lo leí y le dije inmediatamente que sí”. El