¿Se acuerdan de la mirada de aquella chica afgana de los ojos de gata? Se acuerdan, aunque nunca hayan pisado aquel territorio, ni hayan conocido a ninguna chica afgana. La fotografía tiene la posibilidad de configurar en nuestro almacén de recuerdos un imaginario mucho más amplio del que pueden captar nuestros sentidos en el día a día. Lo cual no implica que sea intrínsecamente una falsedad, sino que nos da un conocimiento parcelado y referencial sobre el mundo.
El autor de dicha fotografía es Steve McCurry (Filadelfia, 1950), una instantánea que se podrá admirar junto a otras tantas, de gran fama e incluso inéditas, en la exposición retrospectiva de mayor envergadura dedicada al artista. Hasta el próximo 25 de junio se puede visitar The World of Steve McCurry en el corazón de Europa, en el edificio de la Bolsa de Bruselas. Se trata de un recorrido por el mundo a través de más de 200 fotografías en gran formato, desde Afganistán a América, pasando por Asia y África. Todas ellas tienen un elemento en común: el ser humano es el foco. En algunos casos se convierte en el protagonista de la composición. Aunque las imágenes hablan por sí solas, el visitante tiene a su disposición una audioguía a través de la cual el propio artista narra las historias que se esconden tras algunas de las imágenes, a modo de pie de página. Con ello, la experiencia del viaje a través del tiempo, del espacio, de las etnias, culturas y de los acontecimientos históricos se enriquece.
A lo largo de sus 35 años de carrera, Steve McCurry ha sido galardonado en numerosas ocasiones con premios de gran prestigio como el World Press Photo Award, ha trabajado en las revistas más prestigiosas (National Geographic, Time, Life…) y desde 1985 forma parte de la Agencia Magnum de fotografía. Sin embargo, empezó trabajando para un humilde periódico local de Pensilvania, The Daily Collegian. Siempre había sentido una gran fascinación por el mundo de la fotografía, pero también por viajar. En palabras de McCurry:
«La fotografía y los viajes en realidad van de la mano. Podría haber sido feliz fotografiando en casa pero tenía muchas ganas de viajar y ver el mundo. No hay nada más valioso que experimentar culturas diferentes y ver cómo diferentes personas viven y observar toda la increíble diversidad de la vida en este mundo. La vida humana, la vida animal, la naturaleza, los mares, los océanos, las montañas. Para mí se trata de la forma más interesante a la que pueda dedicar uno su vida.»
[Fuente: Xatakafoto]
Tres años después tomó la decisión de visitar la India en calidad de fotógrafo freelance, una experiencia que le proporcionó un material excelente para su primer portfolio. Cuenta que desde esa primera salida se sintió embriagado por la riqueza cultural y paisajista, la pobreza económica y la convivencia de religiones y tradiciones de la India, un hecho que le ha animado a volver en numerosas ocasiones. Pero el gran impulso de su carrera, que provocó que los medios más prestigiosos solicitaran su colaboración, le llegó tras su reportaje del conflicto afgano a finales de los setenta. Aquella primera incursión en una zona de conflicto le llevó a otras tantas: Yugoslavia, Camboya, Beirut, Kuwait…
Recientemente sus imágenes fueron fruto de una polémica después de que The New York Times revelase que había retocado algunas de sus fotografías, una práctica condenada por parte del fotoperiodismo, disciplina considerada como la piedra de toque del relato sincero. Tal y como muestra un artículo de El Mundo, hubo voces de fotógrafos influyentes que clamaron al cielo al enterarse de que no solo había retocado el color, una práctica que sí que está aceptada, sino que había marcas de clonación en algunas de sus fotografías, es decir, algunos elementos se habían eliminado o recolocado. El autor se defendió argumentando que no se considera un fotoperiodista sino un contador de historias. Su objetivo se detiene con tal de capturar la violencia y el sufrimiento humanos (desde los niños soldado al atentado de las Torres Gemelas, pasando por el tsunami de Japón), las similitudes entre los individuos a pesar de las diferencias culturales y la poética extraída de la realidad.
Este es el mundo de Steve McCurry, un universo que posee influencias de otros grandes fotógrafos como Henri Cartier-Bresson, André Kertész, Robert Capa, Wegee, Dorothea Lange, Donald McCullin pero también de la pintura de Goya, Vermeer, Picasso… Un mundo capturado a golpe de cámara que nos acerca, rompiendo la falsa barrera de la otredad. Una fotografía comprometida que resulta necesaria en un presente convulso, atestado de conflictos derivados de la globalización y los movimientos de carácter populista o terrorista en contra de la multiculturalidad, de un capitalismo feroz que aumenta las desigualdades de los sectores de la población y regiones más empobrecidas y del un desarrollo tecnológico sin límites cuyo impacto está modificando a pasos agigantados el modo en que vivimos.
INFORMACIÓN PRÁCTICA
Dirección
Place de la Bourse, 1000 – BRUSELAS
Horario apertura
Lunes a jueves: 9:30 a 17:30
Viernes: 9:30 a 19:00
Fin de semana, vacaciones escolares y laborales: 10 a 19:00
Precios (incluye audioguía)
Adultos: 12€
Grupos (a partir de 20 personas): 10€
Niños (6-12 años) y estudiantes: 6€
Grupos escolares: 6€
Packs familiares (2 adultos + 2 niños): 32€ + 6€ cada niño extra
Niños menores de 6 años: gratis
Visitas guiadas
70€/guía (máximo 20 personas/guía) por 1 hora. Previa reserva.