Hasta el 11 de mayo, la Fundación Mapfre de Madrid presenta Tierna es la noche, una exposición que recoge la obra de la reconocida fotógrafa japonesa en su primera gran retrospectiva en Europa
Se atrevió a empuñar una cámara cuando muy pocas mujeres lo hacían y logró abrirse camino en un sector predominantemente masculino. Ella es Sakiko Nomura (Shimonoseki, prefectura de Yamaguchi, 1967), considerada una de las fotógrafas japonesas más destacadas de su generación, la primera que incluye un gran número de mujeres.
Ahora, la Sala Recoletos de Madrid de la Fundación Mapfre, con Enrique Juncosa como comisario, recoge hasta el 11 de mayo la obra de Nomura en su primera gran retrospectiva en Europa. Con el título de Sakiko Nomura. Tierna es la noche, tomado de la novela Suave es la noche (1934) de Francis Scott Fitzgerald, la exposición reúne 142 fotografías y 18 fotolibros expuestos en vitrinas.
Esta exposición presenta las obras de la fotógrafa japonesa por temas, que pueden ser específicos, como flores, desnudos, animales o retratos de un conocido actor de kabuki, pero también por formar parte de sus fotolibros, como Night Flight (Vuelo nocturno), o por reunir las mismas características técnicas, como la serie Another Black Darkness (Otra oscuridad negra). Por último, se muestran algunas de las fotografías realizadas en Granada durante el verano de 2024, con motivo del proyecto específico encargado por la Fundación Mapfre para la muestra.
Una mujer detrás de la cámara
Sakiko Nomura empezó en la fotografía en los años noventa, conocidos como «los años perdidos». En este contexto, la burbuja económica había estallado y la crisis financiera de 1989 había ralentizado el crecimiento de la sociedad. Sin embargo, para el arte y la fotografía fueron tiempos de mejora. Se inauguraron museos y galerías, la infraestructura alrededor de la fotografía se fortaleció y las instituciones tanto públicas como privadas comenzaron a valorar el sector.
Con todo, no fueron momentos fáciles para las mujeres, ya que la sociedad japonesa ejercía una enorme discriminación y el mundo de la fotografía iba de la mano. Existían fotógrafas destacadas, pero eran pocas, y difícilmente conseguían abandonar el anonimato. Fue en este contexto cuando la conciencia de las mujeres cambió radicalmente y surgió un verdadero florecimiento de artistas como Nomura.

En 1990, se licenció en Fotografía por la Universidad Kyushu Sangyo (Fukuoka) y al terminar sus estudios se convirtió en la asistente de Nobuyoshi Araki, uno de los fotógrafos nipones más reconocidos, con quien trabajará durante veinte años. Su carrera se inicia en 1993, exponiendo y publicando fotolibros. Estos últimos, que forman ya una cuarentena, han sido siempre producidos por ella misma con mimo y forman una parte importante de su trabajo.
A lo largo de su carrera ha fotografiado animales, paisajes, aviones, calles, árboles… Pero si por algo es conocida es por sus desnudos masculinos en blanco y negro, que el recorrido va alternando con las anteriores. Las fotografías son oscuras, con grano y borrosas, pero más allá de parecer errores muestran un mundo de sombras ambiguas y misteriosas. El mundo de Sakiko Nomura.

Naturaleza y anatomía entre las sombras
La luz tenue, íntima, envuelve las salas y anticipa y acompaña el recorrido. Su obra es prácticamente toda en blanco y negro, aunque las primeras fotografías son en color y forman parte de su fotolibro de 2008 Night Flight (Vuelo nocturno). Con una imagen borrosa y oscura, uno se tiene que acercar para distinguir los aviones despegando o aterrizando, chimeneas industriales humeantes y fuegos artificiales. Sin embargo, aquí empiezan a aparecer los característicos hombres desnudos que predominarán el resto de la muestra y experiencia casi voyeurista.
También a color son sus fotos de flores, casi siempre sobre fondo negro. Orquídeas, azucenas, rosas, crisantemos, flores en descomposición, en jarrones en medio de una estancia, representan la fugacidad de la vida y la fragilidad de la belleza. Una naturaleza muerta en estado puro.

Y tras las estampas nocturnas y pétalos podridos, se llega al tema central: el desnudo masculino, que fue un atrevimiento, una ruptura con el estereotipo en su país, acostumbrado a la anatomía femenina desde la mirada patriarcal. Esto quedó plasmado su primer libro, Naked Room (La habitación desnuda), de 1994. Hay alguna mujer, pero son principalmente hombres los que se desdibujan entre las sábanas en un efecto de claroscuro mirando hacia la cámara con aire melancólico y casi como si el espectador estuviese interrumpiendo algo.
Son protagonistas jóvenes y atractivos, sensuales pero sin ser sexualizados. Entre ellos destaca el rostro de Hiroki Kurotaki, el primer modelo que posó para ella, con quien trabajará durante veinte años, hasta su fallecimiento. También aparecen conocidos o amigos de Nomura, a los que retrata en habitaciones de hoteles o en los dormitorios de sus casas. «La fotografía es sacar fotos de desnudos, enfrentarse a la existencia descubierta«, declaró en una entrevista en el año 2022.


En el tramo final hay otras dos series. En My Last Remaining Dream (El último sueño que me queda) hay una selección de las 593 imágenes que tomó durante décadas de Koshiro Matsumoto X, actor de kabuki, el teatro japonés tradicional, surgido en Kioto a comienzos del siglo XVII. Nomura no solo le retrató actuando, sino también mientras se cambiaba de ropa o se maquillaba. Matsumoto, que empezó su carrera con seis años, desciende de una familia en la que todos sus miembros masculinos, desde su bisabuelo, han sido y son actores de kabuki.
Mientras que en Majestic (Majestuoso), publicado en 2022, fotografió a hombres tatuados, pertenecientes a la asociación Edo-choyukai, que peregrinan cada año al monte Oyama, un espacio sagrado en el que cumplen el rito de bañarse en una cascada. Junto a estas, se han incluido en la sala imágenes de animales, que interesan a la artista como emblemas del deseo y el instinto, y amaneceres y crepúsculos.
Entre luces, sombras y escenas interrumpidas, Sakiko Nomura consigue a través de sus instantáneas que el alma de los espectadores quede al desnudo, al igual que la anatomía de sus modelos. Tierna es la noche supone una manera de acercarse a la fotografía nipona desde otra perspectiva: femenina, provocadora y, por supuesto, tierna.
Las entradas se pueden adquirir online a través de la página de la Fundación Mapfre o en taquilla.