Amor, emoción y misterio con ‘El fantasma de la ópera’

Escena del rapto de Christine Daaé en 'El fantasma de la ópera'
Escena del rapto de Christine Daaé en 'El fantasma de la ópera' © LETSGO

El clásico musical de Andrew Lloyd Webber se podrá ver en el Teatro Albéniz Umusic Hotel de Madrid hasta el 20 de abril

Un hombre enmascarado, una obsesión y una enorme lámpara. Estas palabras podrían resumir a la perfección la historia del musical El fantasma de la ópera, pero la maestría vocal, la escenografía hipnótica y, sobre todo, la pasión más dramática se quedarían en el tintero.

Basado en la novela homónima de 1909 de Gastón Leroux, el musical de El fantasma de la ópera fue creado en 1985 por Andrew Lloyd Webber, también compositor de otras obras reconocidas como Cats (1981), Evita (1996) o Jesucristo Superstar (2000). Desde su estreno, se convertiría en un éxito internacional, siendo el segundo más vendido de la historia y haciendo disfrutar a más de 145 millones de espectadores de 35 países distintos.

Su debut tuvo lugar en el West End de Londres en 1986 y, desde entonces, no ha dejado de representarse superando ya las 13.000 funciones en la capital británica. Dos años más tarde, llegaba a Broadway, donde recientemente han finalizado las representaciones tras tres décadas ininterrumpidas, lo que le ha otorgado el privilegio de ser el espectáculo con más permanencia en la historia de la avenida neoyorquina. Entre los muchos reconocimientos que atesora se incluyen los premios Olivier y Tony al mejor musical, así como otros importantes galardones internacionales.

Entre 2002 y 2004, el mismo año en que se estrenó la película dirigida por Joel Schumacher, el musical se pudo ver en Madrid por primera vez. Ahora, casi veinte años después, regresa a la capital en su segunda temporada de la mano de LETSGO (productora de otros musicales como Ghost, Dirty Dancing o Kinky Boots) en el Teatro Albéniz UMusic Hotel.

Christine Daaé y Raoul De Chagny en la escena del baile de máscaras en ‘El fantasma de la ópera’ © LETSGO

Un elenco de lujo

Con una duración de dos horas y media (descanso incluido), esta nueva producción dirigida por Federico Bellone busca ofrecer una versión fresca y renovada del clásico de Lloyd Webber, pero sin perder la esencia oscura, misteriosa y romántica que ha convertido a esta obra en todo un hito. Si pensamos en musicales, es inevitable que El fantasma de la ópera venga a nuestra mente y que, automáticamente, el órgano rompedor de su apertura empiece a sonar.

Uno de los aspectos más destacados de esta producción es su reparto. Gerónimo Rauch, quien ya ha interpretado papeles icónicos en musicales como Los Miserables y Jesucristo Superstar, asume el reto de dar vida al Fantasma con una interpretación llena de matices. Su voz potente y su capacidad actoral logran transmitir la complejidad del personaje: un ser atormentado por su amor no correspondido y su deformidad, pero también capaz de generar una profunda empatía en el público.

Por su parte, Talía del Val, en el papel de la delicada cantante Christine Daaé, deslumbra con su técnica vocal y su sensibilidad. Su interpretación del emblemático tema Piensa en mí es uno de los momentos más emotivos de la función y llega a poner «los pelos de punta». Guido Balzaretti, quien encarna a Raoul De Chagny, el noble pretendiente de Christine, aporta solidez al trío protagonista, que rebosa química sin parar.

Y el toque de comedia (porque sí, hay lugar para la comedia entre las sombras) lo ofrecen Francisco Ortiz (Piangi), Enrique R. Del Portal (Monsieur André), Omar Calicchio (Monsieur Firmin), los propietarios de la ópera que solo piensan en el dinero, y Marta Pineda (Carlotta), la cantante a la que sustituye Christine y que es una «prima donna» en toda regla.

Espacios hipnóticos y envolventes

La producción se distingue por su impresionante escenografía, vestuario y diseño de iluminación, elementos clave para sumergir al espectador en la atmósfera gótica de la historia y trasladarnos a la mismísima Ópera de París de finales del siglo XIX.

Una escenografía dinámica, donde el escenario giratorio permite transiciones fluidas entre los distintos espacios: la sala de la ópera, el camerino de Christine o el despacho de los propietarios, hasta la guarida del Fantasma con la góndola y el río de humo incluido. Elementos que logran crear una estética barroca muy preciosista y atractiva.

Aquí cabe hacer una mención honorífica a la gran lámpara, omnipresente en la obra. Con su juego de luces y movimiento, casi llega a convertirse en una protagonista más de esta historia que genera una tensión constante. Sin embargo, está ausente la recreación de la caída, una escena icónica que está presente en las versiones del West End y de Broadway y que es crucial en la película.

El diseño de iluminación, a cargo de Valerio Tiberi, utiliza una paleta de contrastes para enfatizar el misterio y la tensión de cada escena. Los tonos cálidos en las ambientaciones de la ópera contrastan con los oscuros matices azulados y rojizos en las secuencias que tienen lugar en la guarida del Fantasma, creando una ambientación teatralmente rica y muy pictórica.

Una música conocida que no cansa

La partitura de El fantasma de la ópera es, sin duda, una de las más memorables de la historia del teatro musical, y en esta producción la gran orquesta en vivo bajo la batuta de Miquel Tejada de las 19 piezas logra captar toda su majestuosidad. Si el tema principal hace temblar el teatro, canciones como Música de la oscuridad o No pido nada más llegan al corazón de cualquiera.

Especialmente sorprendente resulta la interpretación del tema Carnaval en la escena del baile de máscaras. Las voces del elenco y los magníficos instrumentos lograron teñir el teatro de dorado a la vez que evocaron lo que debía de ser la banda sonora de la realeza.

Otro momento importante es la interpretación de Sabemos que no hay vuelta atrás, el dúo final entre Christine y el Fantasma, donde se alcanzan algunos de los picos emocionales más intensos de la obra. Rauch y del Val consiguen transmitir una profunda carga dramática, logrando que el desenlace de la historia resulte conmovedor.

Sin embargo, destacar que su estilo marcadamente operístico puede no ser del gusto de todos los espectadores. Para aquellos no acostumbrados al bel canto, la intensidad vocal y el dramatismo de la obra pueden resultar densos.

Con todo, quienes busquen un auténtico «carnaval» para todos los sentidos y un acercamiento a la dramatización y el romanticismo más épico y puro, El fantasma de la ópera resulta un clásico atemporal que no decepciona. Sin duda, es uno de los espectáculos más destacados de la cartelera madrileña actual.

El musical estará hasta el 20 de abril en Madrid. Después se irá de gira nacional y pasará por ciudades como Barcelona, Vigo o Sevilla.

¡Compra aquí tus entradas!

Paula Hernández

Periodista gallega en Madrid viviendo por y para la cultura. Siempre me verás enfrascada en un libro, referenciando películas u obsesionada con un musical.

Deja una respuesta

Your email address will not be published.