La posguerra a través de la lente de Strömholm

Autorretrato de Christer Strömholm en una playa de Bocas del Ródado (Francia).
Christer Strömholm. 'Bouches du Rhone' (1950). ©Christer Strömholm.

La Fundación Mapfre acoge una exposición retrospectiva del artista sueco, uno de los más relevantes de la fotografía europea contemporánea. La instalación estará abierta al público hasta el 5 de mayo en la Sala Recoletos.

La fotografía de Christer Strömholm (Estocolmo, 1918-2002) está sin duda alguna marcada por su experiencia vital. Cuando aún era solo un adolescente –a la edad de dieciséis años– se produjo un trágico suceso que cambió su vida: el suicidio de su padre. La repentina marcha del progenitor provocará la necesidad de volver una y otra vez al tema de la muerte y el afán por capturar la caducidad de la vida. Como él mismo expresaría, “no retrato lo que veo, sino lo que he visto”.

La muestra expuesta en la Fundación Mapfre cuenta con 150 fotografías y distinta documentación de archivo, entre la que se encuentra la película Blunda och se (‘Cierra los ojos y ve’), realizada por Joakim Strömholm en 1996. El recorrido expositivo profundiza en el trabajo del artista y lo divide en cinco etapas vitales o fotográficas: Fotoform, Poste Restante, Place Blanche, París y los artistas, y España.

Fotoform

A partir de 1950, y tras conocer a Otto Steinert, Strömholm empezó a participar en las exposiciones colectivas de la asociación de fotógrafos Fotoform, organizadas tanto en Europa como en Estados Unidos. Entre los participantes del grupo se encontraban Wolfgang Reisewitz, Toni Schneiders, Ludwig Windstosser, Siegfried Lauterwasser y Heinz Hajek-Halke. El grupo se centró en la experimentación formal y las posibilidades expresivas del lenguaje fotográfico. De esta forma, nació la corriente artística de la fotografía subjetiva.

El paso del artista sueco por Fotoform le sirvió para establecer sus objetivos en el arte fotográfico, así como el aprendizaje de procedimientos como la doble exposición. Sin embargo, unos años más tarde dejaría el grupo porque consideraba que la experimentación formal no podía ser un fin en sí mismo.

En sus propias palabras: “El tema recurrente de Otto Steinert se centraba en las posibilidades expresivas del lenguaje fotográfico. Yo, en cambio, manejaba nociones como la perspicacia, la improvisación, la inspiración del momento. En relación con estas discusiones y divergentes posturas personales, acabé por abandonar Fotoform”.

Poste Restante

Los viajes que Strömholm realizó –como consecuencia de su vida errante– por España, Francia, Japón, India y Estados Unidos desde finales de la década de 1940 hasta 1967 quedaron plasmados en el libro Poste restante (‘Lista de correos’). La reflexión en torno a la muerte ocupó un lugar central en la publicación y se convirtió en una forma de procesar sus recuerdos de infancia, entre ellos la separación de sus progenitores, el suicidio de su padre y las experiencias bélicas.

Esta etapa cuenta con algunas de las fotografías más impactantes y poéticas de la posguerra, al tiempo que se erigen como meditaciones de la condición humana. La sombra de la cruz que se cierne sobre seis figuras humanas en el Valle de los Caídos o las profundas huellas que se dibujan sobre la nieve en el paseo del cementerio de Montmartre son algunos ejemplos.

París y los artistas

En 1949, el fotógrafo empezó una serie de retratos de artistas para periódicos suecos y brasileños. Estos suponen los primeros encargos comerciales que hizo a lo largo de su vida, aunque fueron muy escasos. Así, demuestró un talento para conseguir que individuos de la talla como André Breton, Antonio Saura, Marcel Duchamp, Le Corbusier, Alberto Giacometti, Eduardo Chillida o Antoni Tàpies, entre muchos otros, bajen la guardia y su personalidad quede retratada en sus fotografías.

Se trata de imágenes directas, sin efectos, adornos ni florituras. Nada de estetización gratuita. Nos presenta la realidad de manera frontal y deja que la luz haga el resto del trabajo en unos encuadres que destilan rigurosidad y precisión.

Place Blanche

“En París era de día, pero para las amigas de la place Blanche aún era de noche. Mis amigas vivían juntas en un mundo aparte, un mundo de sombras y soledad, ansiedad, desesperanza y alienación. Lo único que exigían era el derecho a ser ellas mismas, a no verse obligadas a negar o reprimir sus sentimientos, a vivir su propia vida, a ser responsables, a estar a gusto consigo mismas. Nada más. Se trataba –y aún se trata– de lograr el derecho a ser dueñas de su propia vida y su identidad”.

Las amigas de la place Blanche, 1983.

Este fragmento está sacado de Las amigas de la place Blanche, un libro que Strömholm publicó en 1983 y que recoge los retratos de las transexuales que se prostituían en los alrededores de esta plaza parisina. Es la época en la que el general De Gaulle gobierna Francia y se está produciendo la guerra de Argelia. Un hombre tenía derecho a llevar peluca, maquillarse, llevar blusa e incluso unos pantalones de cuero ajustados, pero no estaba permitido que se pusiera una falda.

No obstante, en la noche las prohibiciones se suavizaban y los controles policiales eran menos frecuentes. Por el día podían vivir libremente su vida de mujeres, pero la policía ejercía un descarado abuso de poder. El número de felaciones a policías a lo largo de esos años es incalculable.

El fotógrafo se instaló en un hotel donde se alojaban varias de ellas y comenzó a capturar fragmentos de su vida a través de la lente de su cámara. La mayor parte de ellas trabajaban en cabarés y se veían obligadas a prostituirse ante la imposibilidad de encontrar alternativas laborales. El mayor problema era que su nombre masculino en el carné de identidad no coincidía con su físico. Muchas ahorraban para poder pagarse los tratamientos hormonales, así como para someterse a las costosas operaciones de reasignación de sexo.

“Ganaban sesenta francos al día, lo suficiente para pagar la comida y la habitación del hotel, pero no para permitirse la operación de 40.000 francos. La calle era su única solución. Algunas tenían clientes fieles, otras permanecían en el mismo lugar de la calle. Aquí, la prostitución formaba parte de la vida del barrio. Una forma de supervivencia”.

Las amigas de la place Blanche, 1983.

Strömholm nunca hacía fotos a escondidas, todo el mundo sabía a qué se dedicaba. Trabajaba sin flash, solo utilizaba la luz disponible, casi siempre proveniente de los neones. Como resultado de este trabajo, han permanecido en el tiempo los retratos de varias mujeres que vivieron la mayor parte de su vida en la oscuridad de la noche, en un entorno a menudo hostil y despectivo. Son retratos que hablan de libertad y del poder de determinar la propia identidad.

España

La primera vez que Strömholm pisó el país fue a la edad de veinte años en 1938, en plena guerra civil, lo que supuso el despertar de su conciencia política. A finales de los años cincuenta regresó a España como guía turístico de viajes que partían en autobús desde Suecia. Así, visitó ciudades como Valencia, Madrid, Palma de Mallorca o Barcelona.

Años más tarde –en 1962 y 1963– volvería una vez más al país en compañía del poeta y escritor Lasse Söderberg, con el objetivo de realizar un reportaje itinerante de la España franquista veinticinco años después del inicio de la guerra civil. Las fotografías de estos viajes reflejan pobreza, parece como si el progreso se hubiera detenido y hubiera quedado atrapado en la imagen. En esta etapa destacan, sobre todo, sus retratos de niños.

Para Christer Strömholm la fotografía fue una vía de escape para el lado oscuro de su alma. Le gustaba representar a la gente que se salía de la media, un poco peculiar, situada en los márgenes de la sociedad, porque de alguna forma él también se sentía un marginado. La exclusión no es una desventaja cuando se trabaja con imágenes documentales subjetivas, como es su caso, porque, en ese sentido, cada fotografía se convierte en un autorretrato.


Consulta los horarios y el precio de las entradas en la página web de la Fundación Mapfre.

Nerea Méndez Pérez

Periodista a tiempo parcial, cinéfila a tiempo completo. Nacida en la tierra de los limones, Murcia, y a mucha honra. Es friki por vocación y escritora por elección.

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