La muestra, comisariada por Nicolás Combarro, exhibe las obras de 15 artistas palestinos contemporáneos originarios de Gaza, Cisjordania y Jerusalén
Aún no había comenzado el conflicto entre Hamás e Israel cuando la Casa Árabe inauguró en septiembre en Madrid y en octubre en Córdoba Tadafuq, una muestra sobre el arte joven y contemporáneo de Palestina. En las paredes blancas de las dos salas que ocupa la exposición están colgados los trabajos de 15 artistas que tienen la necesidad de contar sus relatos. Son historias que constituyen una acción de resistencia y contra el olvido.
La exhibición es bastante representativa y diversa con artistas procedentes de Gaza (Mahmoud Alhaj, Rehaf Batniji), Cisjordania y Jerusalén (Dua Omari, Lara Salous, Christina Qahoush), o de la diáspora palestina (Michael Jabareen, Myssa Daher), entre otros. La propuesta es un acercamiento a la mirada de estos artistas, que, por motivos geopolíticos, no logran comunicarse correctamente debido al bloqueo que sufren desde hace décadas. En ella se tratan temas como la salud mental, el trauma, la cultura y la identidad palestina.
Uno de los artistas expuestos es Michael Jabareen, un ilustrador de origen palestino que tuvo que mudarse a Alemania. Su trabajo, Breve informe, cuenta la historia de un refugiado, un activista de los derechos humanos y la libertad que se ve obligado a huir. En palabras del dibujante de cómics: “Esta serie llega en un momento en el que sufro un silenciamiento sistemático y la negación de mi identidad por parte del sistema”. Asimismo, Jabareen destaca que este cómic es su historia, la historia de Subbar y la historia de “muchos otros que fueron y aún son obligados a vivir bajo la represión, la injusticia sistemática, el racismo, la limpieza étnica y el colonialismo”.
Amal Al Nakhala es otra artista que usa el dibujo y la animación como medio de expresión. En su trabajo trata el conflicto interior y todas esas cosas que “no deben decirse”, como ella misma afirma. La salud mental es una temática que ha recibido menos atención que otro tipo de situaciones de vulnerabilidad de la población palestina, pero que Al Nakhala utiliza inteligentemente para establecer una vía de empatía que supera fronteras.
Además de ilustraciones, la muestra incorpora trabajos audiovisuales y fotográficos. Es el caso de la artista Christina Qahoush, que, a través del método fotográfico de la cianotipia, una forma de positivado fotográfico artesanal de gran fragilidad, enseña cómo cambia la relación de una persona con su entorno conforme la memoria comienza a desvanecerse. Se trata de un ejercicio de una enorme belleza, así como poético.
Por su parte, Rehaf Batniji, en su obra Gaza Collage, lanza la siguiente pregunta: “¿Cómo logran los colores pasearse por una ciudad encarcelada?”. Mediante una serie de imágenes tomadas a lo largo de la costa de la franja de Gaza, Batniji reflexiona con su propia voz sobre las barreras y la invisibilización. La obra invita a pensar cómo la libertad de formas y colores que visten las construcciones de la zona contrasta con todas las limitaciones que sufren sus habitantes.
“Tadafuq es fluir, a pesar de las fronteras y retenes; es alzarse mediante un relato ingenioso, colectivo y pluridisciplinar”, explican desde la misma página web de la Casa Árabe. No se trata de dar voz a las personas que ya tienen una, sino de ceder espacios precisamente para que esas mismas personas utilicen su voz para expresarse. La exposición, de acceso libre y gratuito, se podrá visitar hasta el 11 de febrero de 2024 en las sedes de Madrid y Córdoba.