Los clásicos siempre se vuelven contemporáneos debido a las adaptaciones. Es el caso de El extranjero, que este mismo año se ha llevado a los teatros españoles de la mano del dramaturgo Iñigo Santacana. Si aún no has tenido la oportunidad de leer la novela, te contamos por qué es indispensable entre tu colección de libros.
Hacía más de una semana que un amigo me había prestado El extranjero de Albert Camus (1913-1960) y hasta entonces había estado en la parte superior de una pila de libros interminable, aguardando paciente y silenciosamente su turno. Conocía al escritor francés, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1957. Sin embargo, mi relación con él era más filosófica que novelesca. Se hizo conocido en 1942 a raíz de la publicación de El extranjero, junto al ensayo El mito de Sísifo, dos obras que se complementan y que reflejan la influencia que el existencialismo tuvo sobre él.
Buena parte de su desarrollo como escritor está marcado por la Segunda Guerra Mundial, en la que se implicó como militante en la Resistencia y como fundador del periódico clandestino Combat, del que fue director y editorialista entre 1945 y 1947. Estas vivencias inspiraron Cartas a un amigo alemán, que el autor escribió entre julio de 1943 y julio de 1944, unos días después tras la liberación de París. Su bibliografía también se compone de obras teatrales, como El malentendido (1944) o Calígula (1944); de ensayos, como El hombre rebelde (1951); o de relatos breves, entre los que destaca La caída (1956) y El exilio y el reino (1957).
Camus tenía una línea de pensamiento muy radical y práctica: «Si un hombre fracasa en conciliar la justicia y la libertad, fracasa en todo». Es, precisamente, en esta primera novela, donde el ensayista lleva al terreno literario sus ideas filosóficas, que estaba desarrollando bajo el concepto de absurdismo.
El extranjero arranca con la noticia del fallecimiento de la madre de Meursault, un francés que habita en la Argelia francesa. Debido a la narración en primera persona, enseguida nos damos cuenta de que el protagonista vive su vida sin esperar nada, totalmente ajeno a las expectativas sociales. Camus lo presenta como una figura abúlica e indolente, que prefiere no expresar sus sentimientos ni emitir opiniones. De hecho, la expresión que más utiliza es: «Me es indiferente».
Aparte de ser un joven oficinista cuya madre acaba de morir, poco más sabemos del protagonista, pero es que tampoco es necesario. Aquí lo interesante es la reflexión que realiza Camus en torno a la idea del hombre absurdo: un sujeto es arrojado a la vida –a la sociedad– y contempla un mundo irracional desde la indiferencia.
Por eso mismo, Meursault no establece vínculos estrechos con nadie, pues no siente ningún afecto profundo por las personas que le rodean. Se pueden diferenciar dos tipos de personajes, aunque todos secundarios en la historia: aquellos que reciben un nombre propio porque tienen una relación más cercana con Meursault, y los que no, porque simplemente están de paso.
Por una parte, está el personaje de María, una antigua compañera de trabajo con la que el protagonista desarrolla una suerte de relación amorosa que no termina de despegar. También están Raymundo y Salamano, ambos vecinos de Meursault y de carácter violento. Por otra parte, nos encontramos en el relato con personajes que no reciben un nombre específico, como la propia madre del protagonista, el director a cargo de un asilo, un árabe, un juez, un fiscal o un abogado.
La novela está dividida en dos partes, que a su vez se dividen en seis y cinco capítulos, respectivamente. Ambas están bien diferenciadas argumentalmente. La primera parte es un acercamiento al protagonista y cómo se desenvuelve en su vida diaria tras la muerte de su progenitora, mientras la segunda se convierte en El proceso de Franz Kafka.
Al final del primer pasaje, Meursault se ve envuelto en una pelea que termina con la muerte de un árabe y a él como principal culpable de un homicidio. Todo se vuelve absurdo, irracional e inverosímil, como muchos de los acontecimientos que tienen lugar en la propia vida, de ahí que haya establecido una especie de similitud con la novela de Kafka. Es en ese duermevela constante en el que transita el protagonista, mientras espera la resolución de su juicio, que sobresalen interesantes reflexiones sobre la muerte. Merece la pena, por tanto, detenerse en los pensamientos de Meursault:
«Pero todo el mundo sabe que la vida no vale la pena vivirla. En el fondo, no ignoraba que poco importa morir a los treinta años o a los setenta puesto que, naturalmente, en ambos casos, otros hombres y otras mujeres vivirán, y así durante miles de años. No había nada más claro, en definitiva. Quien se moría era siempre yo, ya fuese ahora o dentro de veinte años».
Extracto de ‘El extranjero’ de Albert Camus
En su primera novela, Camus apuesta por la economía del lenguaje en su prosa. Es clara y precisa, pero al mismo tiempo resulta ser premeditada, intelectual y bastante profunda. El relato es sencillo, el debate moral que despierta en el lector no tanto, que además experimentará una especie de alienación literaria. Se sentirá como un extraño entre las páginas del libro, como un extranjero que acapara caracteres ajenos.
El extranjero es un buen punto de partida para adentrarse en la literatura de Albert Camus. Y, definitivamente, se necesitan más amigos en el mundo que presten libros como este.
Para una inmersión más profunda en la filosofía de Camus, te recomendamos escuchar este episodio sonoro, que desarrolla dos de las ideas centrales de su pensamiento: el absurdo y la muerte.
Ficha técnica: Albert Camus. El extranjero. Publicado en 1942. Traducción de María Teresa Gallego y Amaya García Gallego. Editorial Random House. Año de edición: 2021. 128 páginas. 16,90 euros.