Eran cerca de las nueve y media, y Borja Téllez, batería de Los Bengala, ya se había quitado la camisa de estampado felino que llevaba al comienzo del concierto. Tocaba la caja de su batería desenfrenadamente mientras cantaba y movía su melena rizada, de lado a lado, al golpe de los platillos. Así comenzaba lo que sería solo un calentamiento de lo que nos esperaba con Airbag a los que estuvimos el pasado sábado en el Ochoymedio Club.
Guillermo Sinnerman, guitarra y voz, junto a su dupla, Borja Téllez, ofrecieron un show que sorprendió a gran parte de los asistentes, no pudieron resistirse a bailar al ritmo de un rock&roll clásico pero con toques modernos. Riffs de guitarra al más puro estilo rockabilly y una batería que bien podría ser de punk progresivo con un toque retro, donde con apenas un par de toms, un único bombo y una caja, creó un ritmo frenético imposible de no bailar. Los maños tocaron los temas de su único trabajo Incluso Festivos (2016), comenzando con la intro instrumental La caza, a la que siguieron temas como Aaah, Máquina Infernal, Sé a dónde voy o No hay amor sin dolor. El público fue animándose, cerveza en mano, ante un dúo que aseguraba el espectáculo. Para finalizar, Los Bengala cerraron con su tema más épico: Jodidamente Loco, y así nos dejaron a todos los que asistimos a su breve concierto. Para muchos fue algo corto y seguían coreando ‘estoy jodidamente loco por tu amor’ cuando el telón ya se había cerrado.
La espera había acabado y, para aquellos a los que les había sorprendido el dúo maño, llegaba lo bueno. La sala comenzaba a llenarse de un público que, por regla general, superaba los 30 años, algunos niños pequeños ataviados con su camiseta de Airbag y ese símbolo más que reconocible de Batman de su último Gotham te necesita (2015).
Adolfo y compañía saltaban al escenario en el que sería su último concierto de esta gira tras un vídeo con imágenes de este pasado tour. Solo con los primeros acordes de La Ola Perfecta, el público fiel a los malagueños comenzaba a saltar frenéticamente y a lanzar por los aires, como viene siendo costumbre, flotadores, balones hinchables y demás inventario playero. Con este apoteósico inicio, la banda se presentaba al público y los malagueños de la sala se hacían notar. Se sucedieron temas como Cómics y Pósters y Ladrones de Cuerpos, el tema de su último trabajo con el que han abierto todos sus conciertos de la gira y que todo su público conoce bien. Los pogos se repetían mientras que los más atrevidos, incluidos padres y niños, se subían al escenario y se lanzaban a la masa, algo que se convierte en un ritual en todos los conciertos del trío de Estepona.
Una vuelta a sus anteriores trabajos Alto Disco (2008) y Manual de Montaña Rusa (2011) con temas como Spoiler y 22. Los temas se sucedían prácticamente sin intervención de los miembros de la banda. No hacía falta. La atmósfera estaba creada. Más de cuatro generaciones se unían para cantar Películas de miedo. Tras la vuelta a sus antiguos trabajos, volvieron a su último éxito con Gotham; sin embargo, la acogida de los asistentes no fue menor y corearon ’otra vez y otra vez’ junto con Adolfo y Pepillo.
Los riffs de guitarra no se detenían ni un segundo, por un momento Madrid parecía haberse trasladado a la california de los Beach Boys. Todos bailaban Salva mi Domingo totalmente ajenos al frío de la calle, y sí, de que al día siguiente era domingo y no iban a estar los Airbag para amenizarlo. En los brazos de la agente internacional y Marcas en la hierba, continuaron un repertorio que antes de marcharse del escenario tendría su colofón con dos temas tan míticos como Marta no es una punk y La matanza de Texas. Pura energía power pop que dejó al público con ganas de más y así fue, Airbag no decepciona.
El trío con look adolescente, aunque ya se acerquen a la cuarentena, seguió ofreciendo su espectáculo surfero. Salieron dos veces ante el reclamo del público al que tenían reservado su Ahí va la decepción como cierre. Tras los últimos acordes, todos seguíamos con el ‘papapapá’ en la cabeza. Al salir a la calle, sus fans salíamos de una playa paralela con flotadores incluidos y donde volvíamos a ser adolescentes, surferos, con zapatillas y gorras que leen cómics y ven películas de terror. Todos éramos de nuevo Airbag.