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¿Por qué los jóvenes no van a la ópera?

“Ya estamos de nuevo con la alta cultura. Ahí solo va gente mayor, gente que tiene dinero y para aparentar”, se queja Pablo, un joven de 22 años, distraído con el móvil en la cola del cine, como si se tratara de un grave problema de matemáticas que nunca llegará a resolver. Sólo acudió a una ópera cuando era niño, gracias a una excursión del colegio, pero no recuerda cuál era el título ni quién su compositor. Y es que afirma que es un género de extremos: hay quienes la adoran y quien, tras un primer encuentro, rechaza toda posibilidad de volver a pagar por una de esas entradas.

Un gran número de jóvenes menores de 25 años ha visto una o ninguna ópera en toda su vida. Sin embargo, a principios de noviembre, un millón y medio de acreditados se habían registrado tan solo en el primer día de la Fiesta del Cine; un evento masivo que muchas veces te obliga a ocupar los peores asientos de la sala o a escoger la última sesión entre semana a sabiendas de que al día siguiente el trabajo comienza a la misma hora. Una estrategia cuanto menos interesante para incentivar el consumo de películas en una época donde lo gratis resulta un vicio incómodo. ¿Alguno podría imaginar tal afluencia de gente, tantas ansias desbordadas a la entrada de un teatro de ópera?

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Para poner en contexto la situación de la ópera en España, encontramos datos alarmantes en la última encuesta sobre hábitos y prácticas culturales (2014-2015) del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, que indican una asistencia de apenas un 2,6%. Las tendencias de búsqueda en Internet también revelan cifras ridículas para el género, en relación con otro tipo de música como el pop e incluso el rock. Y es que el declive de las artes escénicas, especialmente desde el comienzo de la crisis en 2007, es el más notorio.

Menos apocalípticos son los datos del Teatro Real, que cuenta esta temporada con clásicos como Rigoletto de Verdi o La flauta mágica de Mozart. El el coliseo madrileño observan una tendencia al alza de público joven con 1.000 nuevos miembros de su Club Joven en los últimos seis meses. Los descuentos y beneficios que se restringen a los menores de 30 años o los programas de formación La universidad a escena y La Ópera al descubierto son estrategias pensadas para acercar este género a los que no están familiarizados. De hecho, fuentes del Real se sorprenden al revelar que los participantes expresan un cambio de mentalidad al terminar estos cursos y manifiestan la voluntad de volver a la ópera por cuenta propia.

Sin embargo, es evidente que ciertos prejuicios siguen intimidando a neófitos y públicos más jóvenes. El mítico cliché de una señora gorda, maquillada en exceso y cantando en un idioma ininteligible excede el máximo de cultura alta que uno puede soportar. Desconocen los entresijos de un teatro, el coro, la lírica. Desconocen que pueden adquirir entradas a un 90% de descuento por el simple hecho de ser jóvenes, condición tan desaprovechada para quienes la tienen y tan anhelada por los que no. Ignoran, también, que conocen la ópera más de lo que piensan, y que forma parte de sus vidas, silenciosamente, desde la literatura hasta la publicidad.

En una entrevista para El Mundo sobre el futuro de este género, el catalán Ramón Gener, divulgador musical y presentador del programa de la 2 This is opera, explicaba despreocupadamente que “a la música se llega en ciertos momentos de la vida [y que] la ópera requiere tiempo pero su contagio es inevitable”. Es evidente cómo trata de transmitir su pasión al tiempo que compara los conciertos de Bach para el pueblo con las jam sessions y reivindica que lo importante es la actitud interior: “no ir a figurar, sino para entender la música y disfrutarla”.

Otro dato curioso de las búsquedas en Internet sobre este tema es que la mayoría se producen en las comunidades de Madrid, Cataluña y Andalucía, lugares donde la ópera y la zarzuela están más presentes. Esto nos lleva a pensar si la ausencia de este tipo de espectáculos es consecuencia o génesis de la falta de interés por parte de los jóvenes.

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Búsqueda de la palabra ‘ópera’ en Google durante el último año en España

Y es importante concentrarnos en esta relación de formación-interés. Es posible que una de las causas de la apatía juvenil por este arte sea la educación. Sin entrar en los numerosos cambios del sistema educativo español que se suceden al antojo del nuevo Gobierno, las artes plásticas y escénicas han estado siempre marginadas (cuánto más puede estarlo, por tanto, la ópera). Pero lo sorprendente es que esos mismos jóvenes que no han acudido aún a una obra sí están dispuestos a verla por primera vez. La curiosidad, el deseo por sustituir la imagen que se han formado de ella por la realidad y abrirse a esa experiencia solo puede denotar la oportunidad de los teatros para captar un nuevo público que se deja seducir.

Quizás es cierto que para disfrutar algo no hace falta entenderlo, pero entendiéndolo se aprecia el doble. La formación y las estrategias de difusión se hacen cada vez más necesarias en esta materia. Quién sabe, ahí afuera puede haber una ópera esperando que la descubramos. ¿Y por qué no? Puede convertirse en uno de nuestros propósitos para el próximo año.

Ingrid Ortiz Viera

Soy una completa ignorante o tal vez una aprendiz incansable. Cuanto más viajo, más me doy cuenta de lo que me queda por ver; cuanto más leo, más autores quiero descubrir; cuanto más vivo, soy más consciente de lo que me queda por saber...

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