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‘Juana de Arco en la hoguera’: la medida perfecta entre horror y belleza

Juana de Arco en la hoguera en el Teatro Real de Madrid

La matemática nunca se había lucido tanto en un escenario como lo hizo estos últimos días en el Teatro Real de Madrid. En un perfecto plano cartesiano se solapan el abismo y el edén, lugares que al principio son difíciles de clasificar, con la Doncella de Orleans en el punto cero. ‘Juana de Arco en la hoguera’, oratorio dramático de once escenas de Arthur Honegger y libreto de Paul Claudel, se presentó en la capital española con la actriz francesa Marion Cotillard como protagonista de esta espectacular puesta en escena de Àlex Ollé.

Con un delicado prólogo de La Damoiselle Élue de Claude Debussy, la cantata abre la puerta hacia esa atmósfera onírica con la que inicia la gran cita del teatro madrileño.

La mártir francesa en Madrid

Presentada por primera vez en Basilea en mayo de 1938, ‘Juana de Arco en la hoguera’ llega a Madrid gracias a una Coproducción del Teatro Real con la Ópera de Frankfurt. Este oratorio cuenta la historia de la joven campesina francesa (Marion Cotillard), quien rememora los sucesos más importantes de su propia historia, de la mano del Padre Dominique (Sébastien Dutrieux), testigo del juicio que le condena a la muerte, quien será el encargado de relatarle las distintas injusticias que atravesó tras las acusaciones de brujería y, como una especie de flashback, ella misma irá recordando tales sucesos durante el transcurso de la pieza.

El eclecticismo es bandera en la época que nos acoge. Este nuevo espectáculo mezcla el verso con la prosa, la música con el diálogo y los gritos con el ensordecedor silencio. El vestuario, sencillo y moderno, de Juana de Arco se conjuga con penes, fuego, cerveza derramada, sangre y presunta brujería. La Orquesta Titular del Teatro Real, dirigida de manera memorable por Juanjo Mena, se luce sin pisar en ningún momento las interpretaciones de los coros ni de los cantantes solitarios.

La puesta en escena empieza con una muchedumbre que acapara casi todo el escenario. No existirá la paz desde ese momento. Aparece Juana de Arco y el pueblo enloquece. Tratan de llevársela con ellos y, aunque no lo consiguen, queda atada y vejada desde el inicio de la pieza. Entre las primeras escenas podremos ver a la joven francesa en el centro de escenario, como un premio de feria, mientras los asistentes al juicio se disputan quién será el encargado de juzgarle.

Al unísono se escucha: ‘‘¡Hereje, bruja!’’. La camiseta de Cotillard tiene pintado ‘puta’ en el idioma galo.

Niños, animales y Marion Cotillard

Finalmente, no serán los humanos, sino los animales, los que tergiversen las declaraciones de la joven francesa y le receten la hoguera como medicina. Un cerdo dictaminará el futuro de Juana, y el de un país. Una referencia que recuerda a la novela Rebelión en la granja, de George Orwell. Más adelante, una horda armada de grandes jarras de cerveza paseará celebrando bajo los pies de la joven. Un ejército de hooligans en el siglo XV.

El coro de niños, Pequeños Cantores de la JORCAM dirigido por Ana González, salpica de inocencia las destacadas voces del Coro Titular del teatro madrileño, aunque vestidos como cualquier militar de alto rango en la actualidad. Sobresale también el aura dorada con la que se tiñe el cielo que acoge a la Virgen María, Catherine y Marguerite.

La convivencia de todas las voces genera un agradable eco en la sala, aunque las actuaciones se encargan de encarnar el horror. Por su parte, destaca la soprano Elena Copons, quien interpreta a Marguerite, con una fuerza escondida en lo grandiosa que es la escena que protagoniza en el oratorio. Las ondas Martenot, interpretadas por Nathalie Forget, ayudan a crear esa aura de solemnidad y divinidad que niega el pueblo pero que merece Juana de Arco.

Entre ese el cielo y algo que se parece más a un infierno, Juana pasa la mayor parte de la presentación en una plataforma de muy reducidas dimensiones. Cotillard, junto a Sébastien Dutrieux, serán los únicos actores que declamen en este oratorio en francés. Sin embargo, la actuación de la francesa destaca sobre todas por la emoción, ilusión y horror que destilan sus palabras y su mirada. Una interpretación limitada en movimientos pero que sin duda no es restricción para sublime actuación.

Juana de Arco canta, y arde

Un reconocimiento especial a la compañía de teatro La Fura Dels Baus por la propuesta escenográfica que se despliega durante toda la pieza. Desde las proyecciones de lo que supone un dorado y anhelado cielo, hasta los coches, las gradas y la hoguera con el fuego en el que Juana arde mientras los ingleses, vestidos de harapos que no pueden cubrir todas sus carencias como pueblo, juegan sucio ante el alma pura de esta mártir francesa.

Casi al final de la presentación, Cotillard se atreve a entonar un par de frases, como una nana que canta una abuela a sus nietos. Con ternura y emoción, son los únicos versos que pronuncia la actriz francesa. La despedida es inevitable. Juana de Arco vuelve a morir en la hoguera, conociendo su verdad y la interpretación de los otros. Una verdad que la vuelve a hacer libre, que es horror y belleza en justa medida.


Ficha técnica

Teatro Real (Madrid). Música: Arthur Honegger. Libreto: Paul Claudel. Dirección musical: Juanjo Mena. Dirección de escena: Àlex Ollé (La Fura Dels Baus). Director del coro: Andrés Máspero. Directora del coro de niños: Ana González. Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real. Reparto: Marion Cotillard, Sébastien Dutrieux, Sylvia Schwartz, Elena Copons, Enkelejda Shkosa, Charles Workman, Torben Jürgens, Étienne Gilig, Guillermo Dorda, Ignacio Mateos, Patricia Redondo, Irene Garrido, Juan Manuel Muruaga, Ana María Fernández, Álvaro Vallejo, Manuel Lozano, Camilla Tilling.

Ana Mariela Ferrer Bahri

Periodista. Aficionada a la fotografía y lectura.

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