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‘La flauta mágica’ más cinematográfica en el Real

Sophie Bevan (Pamina) y Joan Martín-Royo (Papageno)
Sophie Bevan (Pamina) y Joan Martín-Royo (Papageno)
Sophie Bevan (Pamina) y Joan Martín-Royo (Papageno)

Al igual que se asocia una determinada marca al buen tejido de la ropa o una cierta etiqueta al buen vino, cuando uno escucha el nombre de Mozart, inevitablemente lo asocia a una obra maestra musical. Por ello, si uno acude a una ópera de este gran compositor, presupone la calidad de lo que va a ver.

Sin embargo, lo que no se puede esperar al acudir a una función de ópera, es tener la sensación de estar viendo una película de animación. El Teatro Real estrena una nueva versión de La flauta mágica, adaptada al estilo del cine mudo, que se mantendrá en cartelera desde el 16 hasta el 30 de enero. La representación ha sido reelaborada a partir de la versión estrenada en la Komische Oper de Berlín en 2012, a manos de la compañía 1927, y que ha dado la vuelta al mundo.

La flauta mágica fue la última gran obra estrenada por el compositor, alejada de los grandes coliseos, en un pequeño teatro de los suburbios de Viena. Se dice que es una ópera para niños, otros la catalogan como singspiel, un género teatral típico alemán, pero lo cierto es que es muchas cosas a la vez: la gran carga simbólica de la obra resulta complicada también para los adultos.

Esta producción, dirigida desde el foso por Ivor Bolton, carece totalmente de decorado en el escenario y se sustituye por una pantalla blanca sobre la que se proyecta una película de animación con la que interactúan los cantantes. Traslada el ambiente a la Europa industrial del siglo XX, donde el personaje de Tamino es una especie de Rodolfo Valentino, Papageno es Buster Keaton y Pamina, Louise Brooks. Convergen, pues, el estilo vodevil con los diálogos escritos en las cartelas del cine mudo, un lenguaje corporal exagerado y rasgos del cine alemán (Monostatos evoca de alguna manera a Nosferatu). En general, una puesta en escena muy original que está en sintonía con esa dimensión fantástica del cuento.

Ana Durlovski (La reina de la noche)
Ana Durlovski (La reina de la noche)

En realidad, La Flauta mágica es la idea de un viaje de iniciación masónica, es decir, un viaje en busca de la sabiduría en el que encontramos numerosas lecturas: la Serpiente que simboliza el mal; la Flauta, la sabiduría; la Reina de la Noche representa la masonería femenina y se opone al Reino del Sol, donde pretende llegar Tamino; los tres muchachos son aprendices… En esencia, captura la idea de la Ilustración, el paso del oscurantismo a la luz del siglo XVIII.

Con respecto a esto, el responsable de la dirección de escena, Tobias Ribitzki (que trabajó en la adaptación original estrenada en Berlín) ha destacado que no sólo están presentes estas ideas sobre los masones, sino que “hay otros elementos, como elefantes voladores de color rosa, más propios de Disney” o “el hecho de que nunca sabes quién es el bueno y quién es el malo”.

Esta diversidad de mensajes es lo que la hace interesante. La música de Mozart es accesible, magnífica, incluso podríamos decir que “simplona” –aunque de simple no tiene nada–, perfecta para niños y adultos. Y esta apuesta del Teatro Real es divertida, perfecta para una historia atípica de por sí de la que todo el mundo puede extraer algo. Si ya era difícil resistirnos al encanto de La flauta mágica, resistirnos a esta representación será imposible.

En el reparto están presentes, entre otros, Joel Prieto y Norman Reinhardt (como Tamino), Sophie Bevan y Sylvia Schwartz (como Pamina), Joan Martín-Royo y Gabriel Bermúdez (como Papageno), Ana Durlovski y Kathryn Lewek (como la Reina de la Noche),  Christof Fischesser y Rafal Siwek (como Sarastro) y Ruth Rosique (como Papagena).

Ingrid Ortiz Viera

Soy una completa ignorante o tal vez una aprendiz incansable. Cuanto más viajo, más me doy cuenta de lo que me queda por ver; cuanto más leo, más autores quiero descubrir; cuanto más vivo, soy más consciente de lo que me queda por saber...

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