Llegó tarde a la fiesta y le tocó ser el noveno, pero no por ello es peor que las ocho artes que le preceden. Hablamos del cómic, uno de los lenguajes artísticos más populares del siglo XXI. El Espacio Fundación Telefónica acoge un interesante proyecto en el que varios dibujantes han sido llamados a interpretar las grandes obras de la historia de la pintura universal. Bajo el título El Arte en el cómic, y comisariada por el escritor Asier Mensuro, podrá verse hasta el 15 de mayo.
La relación entre la pintura y el cómic no es nueva: podríamos remontarnos, incluso, a elementos gráficos o narrativos de ciertas manifestaciones egipcias semejantes a los que utilizará el tebeo. Luego, Warhol puso de moda el Pop Art utilizando el diseño propio del cómic para retratar a iconos del cine de los 60 y, a su vez, numerosos dibujantes han rendido homenaje a importantes obras de arte en sus viñetas.
Sin embargo, fue el Museo del Louvre, en 2005, quien dio el pistoletazo de salida necesario para elevar el estatus del cómic como arte. De la mano de la editorial Futurópolis, creó una colección centrada en las obras del museo parisino que, más tarde, se materializaría en la exposición Le Louvre invite la bande dessinée. El Museo de Orsay seguiría la misma iniciativa en 2014 y, ese mismo año, los cómics llegarían al Museo Thyssen-Bornemisza con el álbum y la exposición homónima Mitos del Pop, de Miguel Ángel Martín. Y es que el cómic se vuelve cada vez más transversal con influencias en otras artes, también en el cine.
La Fundación Telefónica se suma a esta tendencia con esta exposición, que se divide en tres microespacios: la presencia del cómic en los grandes museos, donde se rinde homenaje a dichos proyectos, una selección de la Colección Telefónica y las piezas encargadas ex profeso de nuestro patrimonio artístico a ilustradores e historietistas de prestigio. Aquí, Las Meninas de Velázquez se convierten en Las Mendigas (Don Julio, El jueves); La libertad guiando al pueblo de Delacroix será el símbolo del 15M (Patricio Clarey yLara Fuentes) y El baño turco de Ingrès se encuentra con La ronda de noche de Rembrandt en una sesión pornográfica. Todo vale, pero siempre con un sentido. Tampoco faltan las aportaciones de autores como Javier Olivares, Premio Nacional de Cómic de 2015, Santiago García, Milo Manara o Mamen Moreu, entre otros.
Esta muestra es un acercamiento novedoso a la pintura. El mundo de la historieta aporta una visión complementaria, creativa y fresca que difiere de las clásicas interpretaciones y consiguen acercar un poco más al Arte a quienes bostezan sólo con oír la palabra ‘museo’. Y es que la situación del cómic no deja de ser objeto de discusión en el propio gremio: cuánto de arte y cuánto de oficio, el estatus del artista, qué aporta el cómic que no aportan otras formas artísticas… Sobre este asunto, el ilustrador Javier Olivares afirma que la historieta permite al espectador entrar en un juego narrativo abstracto que otras artes realistas, como el cine, no evocan.
En la presentación de la muestra no faltaron quejas sobre el menosprecio del noveno arte y la necesidad de reivindicar su estatus. El comisario, Asier Mensuro, señala, en unas declaraciones recogidas por El País, cómo dentro del cómic hay tratados y ensayos del pensamiento de sus creadores, como en cualquier corriente. De este modo, es necesario cambiar la visión de los tebeos como dibujos para niños. La verdad es que, arte u oficio, el cómic viene pisando fuerte y con armas suficientes para medirse con cualquiera.
