La banda ofreció el sábado en el Wizink Center el penúltimo concierto de su gira ante una multitud de más de 8.000 personas, que corearon de memoria sus canciones en valenciano
Ya lo decían en Estiu, la que es, sin duda, su canción más popular: «No hacemos mierda facilona, hacemos himnos». Panxo (Toni Sánchez) no canta, habla con claridad y rebeldía entre la música que emana de la guitarra, el trombón, el teclado y el saxofón que caracterizan el rap electrónico de la banda valenciana Zoo Posse, que hizo sold out en el concierto que ofrecieron el sábado en el Wizink Center, el penúltimo de su gira.
Sus canciones están hechas a fuego lento, pero las de su tercer y último álbum, Llepolies, más que nunca. La banda decidió a inicios del 2020 descansar de la frenética rutina de conciertos que mantenían desde que comenzaron (en 2014) para centrarse en preparar su siguiente proyecto, cuya gesta acabó alargándose hasta casi año y medio por la paralización obligada que supuso la pandemia.
Del mimo y paciencia que le pusieron al disco, publicado en marzo del año pasado, ha acabado emanando más revolución, osadía y descaro de la que ya existe en sus trabajos anteriores. «Como suele pasar cuando te haces mayor, lo que te apetece es hacer las cosas que nunca has podido porque las circunstancias te lo impedían o porque no te atrevías», explicó el vocalista durante el espectáculo.
Unas de cal, otras de arena
La del fútbol, La dels Beatles o Avant son algunos de los temas de este proyecto que fusionan su característico ritmo frenético con letras reivindicativas. Sin embargo, no buscan lanzar un mensaje claro y cerrado a quienes las escuchen. La crítica al capitalismo, a la clase política y al elitismo social son conceptos que vuelven a explorar, pero en esta ocasión con una sobredosis de humor e ironía que impulsa a la reflexión al no darse todo «masticado», como han afirmado en otras ocasiones.
Otras como Deixa’m que caiga, Canço Pòstuma o Sereno, que interpretaron el sábado en el Wizink de la mano de Miriam Ferrero, vocalista de Lisasinson, se despojan del frenesí para dejar sondear con calma temáticas de corte más intimista como la salud mental, la amistad o el cierre de un ciclo. La escucha de su último trabajo (que ha sido producido por su nuevo sello propio, Zoo Records) es, en definitiva, una vorágine de sensaciones con la que muchos de sus seguidores concluyen que «la banda ha creado su mejor trabajo hasta la fecha».
Y en vivo se disfruta mucho mejor. Por lo menos así lo pareció durante el espectáculo que ofrecieron en Madrid, en el que un público de más de 8.000 personas corearon de memoria las canciones en valenciano. «Aquí tenemos que hablar en español, que estamos en España», expresó con sorna traviesa el cantante durante la primera mitad del espectáculo, antes de agradecer a sus seguidores de la capital todo el apoyo recibido durante los ocho años que han permanecido en activo.
Tras recordar algunas de sus piezas más emblemáticas, como el ya mencionado Estiu u otros como Vull o Ventiladors, Panxo con una pena sincera y emoción en su voz, que se mantuvo impecable durante las dos horas de concierto, procedió a despedirse. «Nos veremos el año que viene, porque no tenemos pensado irnos a ninguna parte», gritó, no sin antes proceder a interpretar el último «himno» de la noche: Tobogán, un tema que generó auténtico furor y que obligó (con gusto) al grupo a interpretarla por segunda vez antes de bajarse del escenario.
Entre fuegos artificiales, torres humanas (‘muxeirangues’ en valenciano) y la formación de una decena de pogos durante la noche, el grupo cerró satisfecho su espectáculo en Madrid. Ahora solo les queda la culminación de su gira el próximo 10 de diciembre en el Palau Sant Jordi de Barcelona, en donde les esperan más de 15.000 personas. La entrada puede adquirirse aquí.