C. Tangana revienta el WiZink Center y deja Madrid a sus pies

C. Tangana en concierto
C. Tangana actuando en el tour 'sin cantar ni afinar' en Madrid | Marta de la Peña Tejero

‘Sin cantar ni afinar’, así es como El Madrileño deslumbró ante 15.000 personas con su revolucionario show

La noche del sábado se respiró diferente. Antes de las siete de la tarde, los alrededores del WiZink Center comenzaron a llenarse de adolescentes, adultos, niños y ancianos que, formando largas filas, inundaron el lugar de impaciencia, júbilo y ganas, muchas ganas de ver al artista actuando en directo. El Madrileño, que ha conseguido colmar a cualquiera que haya tenido la suerte de poder escuchar sus canciones, calificó al concierto como «el más importante de mi puta vida».

Algo más tarde de las nueve, las luces se apagaron y, alrededor de veinte músicos comenzaron a teclear las notas iniciales. Era la primera melodía y, aún con el telón bajado e impidiendo ver absolutamente nada, lograron revolucionar al ansioso público. Tras unos instantes —para algunos, eternos— la cortina cayó y un foco comenzó a perseguir a C. Tangana por el escenario como si de un ser celestial se tratase. Vestido con un elegante traje y gafas de sol, empezó a deslizarse por el escenario con la chulería que le caracteriza. Y así inició su locura, con una versión algo diferente del tema Still Rapping, que recordó a todos los presentes de dónde viene su éxito.

La iluminación cambió y pudo apreciarse el original decorado que simulaba el salón de un distinguido bar formado por siete mesas repletas de botellas y luces tenues. Allí se encontraban los artistas invitados —junto a sus guitarras—, que permanecieron sentados durante la mayor parte del espectáculo. En el lado izquierdo del escenario se situaron los instrumentos de cuerda; en el derecho, los de viento y la batería. Allí también, un camarero se paseaba sin rumbo fijo sirviendo alcohol constantemente. Y Pucho o Puchito, que fue coreado en multitud de ocasiones, se colocó el traje de anfitrión y le quedó perfecto. Una pantalla gigante presidía el escenario, donde los presentes pudieron seguir la actuación en todo momento. Algunos espectadores lloraron emocionados, otros rieron ilusionados. Todos, que no pararon de cantar y bailar durante todo el concierto, supieron desde el primer instante que el cantante iba a hacer historia.

Uno de los mejores momentos de la noche lo regaló la increíble voz de Rita Payés con su interpretación de Te venero, uno de los últimos temas con el que C. Tangana terminaría de completar el álbum de El Madrileño (La sobremesa). También acudió Omar Montes, que interpretó junto al protagonista La Culpa, y sonó Bobo, la colaboración del madrileño junto a Luis Segura. Al finalizar cada canción, las luces se apagaban y al instante se encendían con un nuevo artista en escena. No hubo vacíos, no hubo tiempo para parar. Los allí presentes no abandonaron sus asientos ni para ir al bar ni para visitar el baño. La mayoría temían pestañear y perderse cualquier pequeño momento del show. De pronto, los primeros acordes de Ateo sonaron y apareció la esperada Nathy Peluso que, aunque no ocupó el escenario más de cinco minutos, fue vitoreada como reina de la noche.

La sobremesa comenzó y, allí, la familia Carmona, La Húngara, El niño de Elche, El Bola y Kiko Veneno disfrutaron del espectáculo a la vez que marcaban el ritmo con sus palmas y cantaban los temas más famosos del artista: Me maten, Ingobernable o Los Tontos. Pero C. Tangana no se conformó únicamente con sus letras y elevó su concierto a algo superior: intercaló sus canciones con interpretaciones de sus invitados de las conocidas Noches de Bohemia de Navajita Plateá; Alegría de vivir, de Rey Heredia; Corazón partío, de Alejandro Sanz; Volando Voy, de Camarón de la Isla y No estamos Lokos, de Ketama. Incluso el mismísimo artista, después de un rato sin pronunciarse, se atrevió con Aunque tú no lo sepas, de Enrique Urquijo.

El camarero dejó de servir copas y entró en acción para recordar a Puchito —en un tono bastante irónico— que lo suyo era un concierto y no un espectáculo del Circo del Sol. A través de una divertida conversación preparada, el madrileño le retó a poner el tema que quisiera y eligió Llorando en la limo, que provocó una avalancha de saltos. El sarao continuó con Se están muriendo de envidia y su canción estrella, que interpretó junto a La Húngara: Tú me dejaste de querer. C. Tangana repitió hasta en tres ocasiones lo agradecido que estaba con todos los que disfrutaban de su pequeño festival: el más importante de su carrera.

Es cierto que muchos echaron de menos las voces de Jorge Drexler en Nominao y de Andres Calamaro cuando comenzó a retumbar la base de Hong Kong. A pesar de las ausencias, para muchos siempre será la velada por la que van a recordar Madrid. El cantante eligió Un Veneno para cerrar el show, canción con la que inició El Madrileño en el año 2021 y acabó el bucle del que ninguno de los espectadores quería salir. Sus invitados le cogieron a hombros, Antón abrió una botella de champán para celebrar su gran noche, brindaron por el público y salió de allí como merecía: arropado por todos los que aprecian su música.

Parece increíble que un álbum tan aclamado como El Madrileño haya cumplido tan solo un año. Quizá sea porque el público llevaba esperando este estilo musical toda una vida. C. Tangana, El Madrileño, Pucho… da igual como le quieran llamar, porque sin cantar ni afinar —y reconociéndolo delante de sus seguidores— ha conseguido llenar el alma de todos aquellos que acudieron al concierto. También de los que no, que en redes sociales -y como diría cualquier fan del cantante- se murieron de envidia por no haber podido conseguir esas entradas que se agotaron en dos minutos y que, después del tremendo espectáculo, cualquiera puede afirmar que no tenían precio.

Final del concierto de El Madrileño en el WiZink Center
Final del espectáculo de El Madrileño en el WiZink Center | Marta de la Peña

Marta de la Peña Tejero

Periodista. Apasionada del cine, la cultura y la música. Adoro viajar.

1 Comment

  1. Tienes toda la razón, los que no hemos podido ir al concierto nos morimos de envidia pero mucho más después de leer este artículo. Qué maravilla tu manera de escribir, ojalá llegues lejos.

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