Comisariada por Julie Jones, la muestra recorre en más de 170 obras el universo de la fotografía experimental de los últimos 100 años.
El dadaísmo es el enemigo de las artes. El surrealismo es el mayor aliado de la exploración del inconsciente. Y el constructivismo es aquel arte que sólo está al servicio de una cosa: la revolución. Estos tres movimientos (contra) culturales son los protagonistas de la muestra Visiones expandidas. Fotografía y experimentación, inaugurada en el Caixaforum el pasado 2 de diciembre y que estará hasta el 26 de marzo de 2023, para todos aquellos que se animen a ser absorbidos por el delirio experimental de los grandes fotógrafos del siglo XX y de la actualidad.
Collages, fotomontajes, colores saturados, blancos y negros, panorámicas, sobreimpresión, juegos con películas y fotografías sin cámaras. Estas son sólo algunas de las técnicas que se pueden ver en las más de 170 imágenes de la colección del Musée National d’Art Moderne – Centre d’Art Georges Pompidou, que fueron seleccionadas para lucirse en los muros y hasta en una estructura metálica circular de 7 metros iluminada desde arriba. En él, están expuestas 24 imágenes de la serie “From Hand to Mouth”, del artista californiano Jeff Guess, que colocó un trozo de película de 35 mm en su boca para simular una cámara oscura y empezó a tocar objetos que tenía a su alrededor buscando crear una conexión con la realidad y su interior.
Esta es sólo una de las excepcionales historias que se esconden detrás de cada fotografía de la exposición, entre las que se pueden encontrar grandes nombres de esta disciplina como Man Ray, Richard Avedon, László Moholy-Nagy, Lisa Oppenheim, Dora Maar, Florence Henri, William Klein, Brassaï, André Breton, Rudolf Steiner, Barbara Kruger, Constantin Brancusi, Olafur Eliasson, Paul Éluard, Barbara Morgan, Suzanne Muzard o Henri Cartier-Bresson.
Sus creaciones están distribuidas entre los seis ámbitos temáticos que desarrolla la exposición: Movimiento, Alteraciones, Recrear Mundos, La visión a prueba y Anatomías. Titulares elegidos para clasificar las obras, pero también para demostrar que son estos elementos con los que más experimentan estos artistas. Si bien estas pueden ser materias primas para cualquier fotógrafo, los creadores anteriormente mencionados los llevaban a extremos insospechados. No buscan capturar la realidad sino que están constantemente tratando de modificarla y llevarla al plano de lo mágico, lo imaginativo, lo irreal.
Un breve recorrido por las salas
Los franceses Antonie Demilly y Théo Blanc, por ejemplo, en su obra La Coiffure (El peinado) de 1930-1940, utilizan la técnica de solarización para convertir el cabello de una mujer en relieves que sólo se podrían encontrar en la superficie de la luna. Mientras, el norteamericano Harold Eugéne Edgerton, juega con el movimiento en Moving Skiprope Multiflash (Comba multiflash en movimiento) de 1952, donde se refleja una secuencia espectral de una joven saltando la soga.
Avanzando en la exposición, es imposible no detenerse en el retrato de Luisa Casati, tomado por el estadounidense Man Ray, alias de Emmanuel Rsdnitzky, pionero fundamental de la fotografía experimental. La imagen de 1922, un positivo a las sales de plata sobre placa de vidrio, captura tenebrosamente el lado oscuro de la popular musa de los gloriosos años 20 que murió olvidada en una pequeña habitación en Londres.
Más adelante, los colores toman protagonismo con la aparición de las obras de la canadiense Sara Cwynar en Girl from Contact Sheet II (Niña de la hoja de contactos II) de la serie Darkroom Manuals (Manuales del cuarto oscuro) de 2023. Realizando impresiones con inyección de tinta, la artista logra realizar una composición totalmente psicodélica, donde por medio de la alteración, “trata de sacar a la luz la brecha que se establece entre la imagen construida y lo real, pero también los mecanismos de comunicación y control que actúan en la producción ininterrumpida de fotografías”, explica la inscripción que acompaña a las imágenes.
Sin embargo, uno de los puntos más fuertes de la puesta es, sin duda, el cuarto oscuro que se encuentra justo en la mitad del recorrido. Allí es donde encontramos la estructura metálica de Jeff Guess previamente mencionada.
Las fotos están acomodadas con una luz especial, de tal manera que atraen la atención del público, como si se tratase de moscas hipnotizadas por lámparas. Y es en está habitación específica donde se van a desplegar la mayor cantidad de series, especialmente una que llama muchísimo la atención: Picture of me, Shooting Myself into a Picture (Foto de mí disparándole a mí mismo en una foto), capturadas entre 1998 hasta 2010.
Picture of me, Shooting Myself into a Picture de Rudolf Steiner
Rudolf Steiner, el responsable de estas 11 fotografías, se tomó en serio el término “shooting” ( “disparar”), que se suele usar para hablar de capturar una imagen y construyó un dispositivo óptico que contiene una cámara oscura en cuyo fondo se proyecta la luz y para tomar la foto, dispara sobre ella con una carabina de aire comprimido. De ese modo, la película, alcanzada por el impacto del disparo refleja el punto exacto donde el ojo del tirador apuntó y queda representado en la película. Así, irónicamente, el acto destructor es lo que permite que se origine la imagen.
La elección de esta obra y de su autor encajan muy bien en la historia que quiere contar la exposición: la de la fotografía como un juego, sin reglas estéticas, con el objetivo de expresarse, divertirse y ahondar en lo más profundo de cada uno. Aunque sea en lo más oscuro.
Este fotógrafo contemporáneo gana su lugar entre estas 172 obras, ya que experimenta de la misma manera que lo hacen los maestros que figuran en Visiones expandidas. Fotografía y experimentación. Y su serie es un gran resumen de su obra que nace en consecuencia a un juego de prueba y error constante, como se puede ver al conocer más sobre sus anteriores trabajos, donde se pueden observar imágenes de interiores de armas y a él mismo en toda clase de situaciones.
Pero más allá de las intenciones del artista de Biel, como público, es muy difícil no sentirse amenazado por estas 11 obras y no detenerse a intentar descifrarlas. Aunque las conclusiones a las que se puede llegar son infinitas: como que la fotografía puede ser igual de peligrosa y poderosa que un arma, que para crear hay que destruir, que nuestro peor enemigo somos nosotros mismos o una escondida crítica a la desmedida utilización de armas en el mundo. No importa cuál sea la idea que quede en cada uno, genera incomodidad. O genera algo y es ahí donde triunfa.
No hay duda que los maestros elegidos para esta exposición siguen siendo relevantes hasta hoy, tanto que artistas contemporáneos continúan con sus legados y lo hacen de manera muy efectiva. Hasta aparecen expuestos en los mismos muros de aquellos de los que aprendieron todo. Y que una institución tan relevante como el CaixaForum de Madrid elija exponerlos, sólo da cuenta de su importancia y su necesidad en la actualidad. De esta manera, estamos todos invitados a detenernos, observar y dejarnos transportar por universos surrealistas para aprender las lecciones que estos experimentadores nos querían dejar: menos conformismo y complacencia, y más rebeldía y revolución.
Tienes tiempo hasta el 26 de marzo para visitarla a sólo 6 euros y las entradas se consiguen en la web del CaixaForum.