TSNR significa Tensión Sexual No Resuelta, una fórmula que ha prolongado muchas series de televisión más temporadas de las deseables. TSNR es, además, con lo que salen Los Amigos Invisibles al escenario. Ayer lo volvieron a hacer, en la antigua sala Arena de Madrid (ahora sala Marco Aldany). Una tensión sexual con el público que se resolvió a lo largo de la noche, con el mejor funky y dance y todo lo que han aprendido en estos veinte años de Gozadera Records, que celebran con esta gira, como telón de fondo.
¿Y qué es eso de la Gozadera? Pues una máquina de pasarlo bien. Porque, como dato para los no iniciados, de este grupo de venezolanos vale más no esperarse letras de mucho calado filosófico; sólo hablan de una cosa y así lo ilustran los títulos del setlist de anoche en Madrid: ‘Sexy’, ‘La vecina’, ‘Cuchi cuchi’, ‘Sueño erótico’, ‘Disco anal’, ‘El baile del sobón’… una bomba caribeña que se activó en 1991, cuando estos panas unieron fuerzas para que en Venezuela no sólo se bailara merengue, y que estalló unos cinco años más tarde, el día en que el músico y productor David Byrne (ex Talking Heads) se hizo por casualidad con uno de sus discos en una tienda de Nueva York.
No faltaron anoche sus ya habituales homenajes a lo mejor del funky… y de lo que no es funky, porque a la cita no fallaron ni Locomía, ni Michael Jackson (con guante blanco incluido), ni los Black Eyed Peas, todos ellos guiños muy celebrados por el público, porque sólo estos seis caraqueños saben mezclar a Pizzicato Five con los White Stripes y salir tan airosos del intento.
Entre el público, una importante representación de la comunidad venezolana en Madrid, que se encargó de que a Chulius, el cantante, enseguida le colgase la bandera del cuello, improvisados corros de baile, blackberries retransmitiendo en directo los mejores momentos (quién sabe si para el otro lado del Atlántico) mestizaje y mucho sudor, debido al alto nivel de participación en la terapia contra el estrés que proponen Los Amigos, que incluye un concurso de gritos desaforados en mitad de ‘Esto es lo que hay’, tema dedicado -con bastante ironía- a las madres de las chicas de las que hablan sus canciones.
Todo en Los Amigos Invisibles tiene esa chispa de humor ácido: desde la imagen de latin lover de su cantante hasta el peinado ultrafunk del prodigioso guitarra, «Cheo», que hace las veces de dj antes de los conciertos; desde esa pose de salidos imperdonables pero encantadores hasta el sonido y la estética retrofuturista que rodea a todo lo que hacen. Por todo ello y por lograr que parezca fácil y, encima, tan divertido, felices veinte años.
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