¿Quiénes fueron las trobairitz?

Mujeres que fueron trobadoras. Apenas conocemos a 20 de ellas frente a los más de 400 homólogos masculinos. Entre las más destacadas están la condesa de Dia, Castelloza o Azalaís de Porcaraigues. Fueron nobles que habitaron en la corte occitana durante los siglos XII y XIII. Su posición acomodada les permitió acceder a la cultura, dedicando su tiempo de ocio componiendo, cantando, recitando y escuchando la declamación de obras poéticas.

Estas damas continúan fascinando a aquellos que profundizan en su corpus literario por la originalidad de su tono poético, su lenguaje directo y personal, la excepcionalidad en el tratamiento del tema del amor y su expresividad sin tapujos en un momento en el que se ha documentado que la mujer de occidente no gozaba de una posición ni legal ni real privilegiada. Afortunadamente, su obra ya está totalmente incorporada al corpus canónico literario, sin embargo aún restan desconocidas para la mayoría de la gente.

En el caso particular de Castelloza, su existencia y la atribución de sus poemas se han fundamentado en una nota biográfica o vida que introduce sus cansons manuscritas. En ella se dice que vivió en Aubergne en torno a la primera mitad del siglo XIII, que estaba casada con Turc de Meyronne y que su amante se llamaba Arman de Breon. De ella se conservan tres cansons, unos cantos de amor a una sola voz  que son considerados la más alta expresión de poesía amorosa provenzal. Generalmente iban acompañados de una melodía, que en este caso no se ha conservado. En el caso de esta trobairitz, el sujeto poético se dirige a un amado que se muestra indiferente, lo cual le conduce a sufrir por un amor desigual.

La lealtad es un tema recurrente en Castelloza. Forma parte del código de amor cortés empleado para hablar del fin amor, el modo en el que tanto trovadores como trobairitz tratan el tema del sentimiento amoroso. Una concepción del amor como una de las vértebras de la existencia humana. Recordemos que el amor romántico es una creación occidental que, con el tiempo, se ha extendido al resto del mundo. La poetisa, pese a la tentación de dejar de amar, rehúsa de hacerlo. Una actitud un tanto masoquista, ya que el amado se muestra indiferente a sus palabras. Se justifica argumentando que prefiere cantar a su amado antes que dejarse morir, concibe que el amor mantiene vivo el espíritu aunque le lleve al sufrimiento.

En Amic, si us trobés avinent (Amigo, si fueseis accesible) habla de un pasado en el que el amante estaba presente y le decía que «no havia de patir, que tal volta es podria esdevenir que el goig em retornés sobtadament» (no tendría que sufrir, que tal vez pudiera ocurrir que el goce me retornara de repente), entonces todavía cabía un atisbo de esperanza. Solamente de rememorar este pasado «el cor se sent content» (el corazón se siente contento). Desprecia el resto de posibles amores y pretendientes, manteniendo la fe en la posibilidad de disfrutar del amor correspondido, una esperanza que es sustento de su felicidad. Pero sabe que en realidad está exenta de las atenciones del amado y, por ello, únicamente descansa cuando duerme porque es cuando puede desprenderse de sus sentimientos: «ja la ment no sent» (ya la mente no siente). Castelloza nos plantea en la estrofa final uno de los grandes misterios del querer: «no sabre mai què us fa present» (no sabré nunca lo que os mantiene presente), ¿qué mantiene vivo el sentimiento? En los últimos versos, la poeta hace evidente su desesperación y augura el futuro que le depara si no es correspondida: «jo em moriré» (yo me moriré) y carga un peso moral en el alma de su amado ya que le acusa de ser causante de su muerte futura: «Si em deixeu morir fareu pecat» (Si me dejáis morir, cometeréis un pecado).

 

AMIC, SI US TROBÉS AVINENT

Amic, si us trobés avinent,

i volguéssiu, Fidel, honrar-me bé,

jo us amaría, però prou que sé

que sou amb mi deslleial, mentidor.

Us faig cançons perquè em toca enaltir

el mèrit vostre, car no puc sofrir

que no sigueu lloat per tota la gent

bé que em feu molt de mal a gratcient.

No us prearé com a excel·lent,

ni amb experit fidel us amaré,

 fins que no vegi si potser em convé

mostrar-me a vós amb cor ben traïdor.

Més no faré, no vull que pugueu dir

que amb vós mai he tingut cor de fallir.

Si en res el meu amor fes falliment,

15 ho faríeu servir com a eximent.

Jo sé que m’és ben escaient

baldament hom dirà que em desconvé,

que preï un cavaller que es desdigué

o que el lloï tostemps de bo i millor.

Qui diu això, no sap pas escollir:

jo abans vull enaltir que no morir,

car en prear tinc gran confortament

quan prego aquell qui em porta el sofriment.

Foll és qui no em dóna entenent

que us he d’amar, car res no me’n reté.

Si ho feia algú, no sap ço que em sosté.

Poc us veig, abans sí, que era dolçor:

em dèieu que no havia de patir,

que tal volta es podria esdevenir 

que el goig em retornés sobtadament.

Només de dir-ho, el cor se sent content.

D’altres amors he avorriment.

Heu de saber que si cap joia em ve,

Serà la vostra, que la fe em manté,

Em treu tots els afanys, lleva el dolor.

Només així puc arribar a gaudir

El goig que sense vós no puc tenir,

Car buida en sóc, que no he socorriment

Sinó dormint, que la ment no sent.

 No sabré mai què us fa present.

He cercat de commoure amb mal o amb bé

El vostre cor que malmenada em té.

Jo mateixa us ho dic, no un pregador:

Jo em moriré, si no arribo a fruir

La joia vostra. Si em deixeu morir,

Fareu pecat; mentre seré en turment

Tothora us blasmaré salvatgement.

Como hemos podido observar a través de esta muestra, Castelloza canta a la desesperada a un individuo cuya indiferencia es el rasgo más destacable. El sujeto poético sufre por el dolor que produce un amor no correspondido, que atiende al código de amor cortés. Una expresión no idealizada de este sentimiento en la que se limita a transmitir la tensión interna que le produce una pasión de la que tiene la certeza de que será unilateral y que, por lo tanto, no le comportará alegrías futuras. No obstante, lejos de deponer sus armas, continúa conservando la fe. Se podría decir que coincide con el poeta victoriano Alfred Tennyson en que es «mejor haber amado y perdido que jamás haber amado».

Blanca Ballester

Llevo lentillas, o gafas, dependiendo del día. Gracias a ellas puedo ver el mundo de forma nítida, la cultura actúa de la misma manera. Crecí en un pueblo de mar valenciano, uno de los que pintara Sorolla. Más tarde estudié en la ciudad de Gaudí y en el Londres por el que discurren las historias de Sherlock Holmes. Ahora trato de abrirme paso como periodista cultural en el Madrid que tanto ha cantado Sabina. Quiero que tú también te pongas mis gafas y te invito a viajar conmigo a través de la cultura.

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