En su cuarto álbum, los suecos The Sounds han perdido, en parte, la gracia y la chispa que les caracterizaba. Tras dos excelentes discos, Living in America y Dying to say this to you, y un tercero algo más discreto pero, aún así, notable, Crossing the Rubicon, el grupo publicó el pasado 29 de marzo su nuevo trabajo, muy posiblemente el más flojo de su carrera, a pesar de tener algunas cosillas destacadas.
Something to die for vino presentado por un primer single, ‘Better off dead’, que nos llevaba a pensar que el grupo iba a decantarse en esta ocasión por el dance y por sonidos más festivos y hedonistas. Nada más lejos de la realidad. The Sounds no se deciden por ningún estilo en concreto y optan por no encasillarse y probar suerte con distintos géneros musicales.
Los sintetizadores siguen estando ahí y canciones como ‘It’s so easy’, que abre el disco, ‘The No No Song’ o ‘Yeah Yeah Yeah’, muy en la línea de The Ting Tings, son bastante electrónicas. También encontramos rock bailable, como en ‘Dance with the devil’, ‘Diana’ o en el tema que da título al álbum, que por cierto forma parte de la banda sonora de Scream 4, película que, a pesar de lo que digan por aquí, a mi me encantó. The Sounds tampoco tienen reparo en hacer canciones que se acercan más al europop, como ‘The best of me’, que por momentos me recuerda incluso a Aqua; o baladas acústicas como ‘Wish you were here’.
Las canciones son más que correctas pero, en este caso, no hay ninguna con madera de himno, ninguna que huela a hit incuestionable. Aquí no hay ni un ‘Tony the beat’, ni un ‘Night alter night’, ni un ‘Seven days a week’ ni mucho menos un ‘Living in America’. En este nuevo trabajo, el grupo se ha producido solo, sin la ayuda de ningún productor, y el riesgo les ha pasado factura. Que el cuarto disco de una banda consolidada como The Sounds, con una sólida trayectoria a sus espaldas, tenga cierto aire de maqueta es un fallo bastante gordo.
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