Tensión hasta el final en ‘La Casa de Papel’

Nadie podía imaginar el éxito que tendría La Casa de Papel tras su paso sin pena ni gloria por Antena 3. Fue a finales de 2017 cuando Netflix compró sus derechos y los atracadores con nombres de ciudades empezaron a conquistar a medio mundo. Cuatro años después, la ficción de Álex Pina cierra su última temporada entre tensión, lágrimas y felicidad. Con un Emmy a sus espaldas, la serie se ha convertido en un hito de la televisión española. 

CUIDADO, ALERTA DE SPOILER

Mucha gente esperaba estos últimos cinco capítulos con algo de escepticismo tras la decepcionante primera parte de la temporada, estrenada el pasado septiembre. Había sido el culmen de lo que se veía en las últimas entregas. La Casa de Papel ya no era lo que había sido en sus primeros 15 capítulos. Se notaba que el argumento no era tan sólido, los personajes no estaban tan bien construidos y había subtramas sin demasiado sentido.

Pero, sobre todo, había un exceso de acción y escenas propias de una película bélica, cuando el gran atractivo de La Casa de Papel había sido siempre el propio plan. El plan del Profesor, con todos sus detalles, su adrenalina, su ritmo incesante en cada paso que daban… Todo eso se dejó atrás y se dio paso a ver quién descargaba los cartuchos a mayor velocidad. Resultó ser Tokio, que como recordaremos murió siendo lo que más le gustaba, la protagonista de la historia. 

En este final de serie, La Casa de Papel ha recuperado un poco esa esencia original. Y con una banda sonora excelente, por cierto. Con cierta inverosimilitud, sí, pero la realidad es que la serie nunca buscó ser verosímil, sino empatizar con los personajes y que el público pensara ‘sí se puede’, aunque todos supiésemos que no.

Quién podría creerse que el Estado dejaría libres a unos atracadores que les han robado la reserva nacional en las narices. Y no solo eso, que acabarían escoltados por los militares con las 90 toneladas de oro en los bolsillos. Y en el Banco de España, lingotes de latón. Como le dice Raquel a Tamayo: «No me diga que no encaja con la tradición española. ¿Qué otro país podría tener una reserva nacional de latón y seguir funcionando como una de las principales economías del mundo? La picaresca española. El Lazarillo de Tormes no lo escribieron los ingleses, ¿a que no?». La verdad que tiene su gracia. 

No me diga que no encaja con la tradición española. ¿Qué otro país podría tener una reserva nacional de latón y seguir funcionando como una de las principales economías del mundo? La picaresca española. El Lazarillo de Tormes no lo escribieron los ingleses, ¿a que no?

Lisboa (Itziar Ituño), en La Casa de Papel

Quién podría creerse también que Alicia Sierra, la gran villana de las últimas entregas, sería la clave de los atracadores para recuperar el botín. Le bastaron un par de días con el Profesor para cambiar de bando y terminar abrazando al hombre que días atrás le había arruinado la vida. Y no olvidemos las molestias que se toman el hijo (Patrick Criado) y la exmujer de Berlín (Diana Gómez) para robar el oro para después devolverlo por una simple notita del Profesor. No sabemos qué decía la nota, pero tenía que ser muy bueno para renunciar a 90 toneladas de oro por un tío al que apenas conocía. 

Decisiones poco realistas, pero que han conseguido lo que todo el mundo en el fondo quería. Un final feliz para los atracadores más carismáticos de los últimos años. No ha logrado ser tan icónica como las temporadas originales, pero La Casa de Papel deja al espectador con un buen sabor de boca. El Profesor, Lisboa, Denver, Estocolmo, Rio, Bogotá, Palermo… todos se van por la puerta grande. Menos Berlín, que volverá en un spin-off que Netflix ya prepara para 2023.