Rojuu en Madrid: el ‘shadow-pop’ que llena La Riviera

Concierto de Rojuu en La Riviera, Madrid.
Concierto de Rojuu en La Riviera, Madrid.

El pasado 10 de diciembre el cantante barcelonés puso fin a su gira en Madrid.

Rosalía hace un cosplay y la prensa la califica de «vanguardista y atrevida«, KFC presenta Los Otaku, una serie limitada de productos con inspiración nipona, e Inditex saca colecciones con dibujos de anime. Hace años el término otaku se utilizaba de forma despectiva, ahora la cultura se ha convertido en moda. Y, a pesar de que los incondicionales sienten que se ha invadido su subcultura, la popularización de esta tendencia ha propiciado que artistas como Rojuu (Barcelona, 2003) hayan trascendido de un género tradicionalmente minoritario y para llegar a un público más amplio. Tanto, que el pasado domingo consiguió llenar una de las salas más importantes de la capital, La Riviera. 

Una cola kilométrica de jóvenes nacidos en el nuevo milenio y vestidos de negro esperaban desde las tres de la tarde para ver a Roc Jou Morales. El youtuber, dibujante y cantante ponía fin en Madrid a una gira que ha pasado por toda España, y en la que contó con Ben Yart y Orslok como teloneros. El primero, vocalista de la banda navarra Chill Mafia, y con un estilo mucho más trap, subió al escenario con la intro de John Cena y con un mensaje: «Soy el hijo de Joaquín Sabina y Shakira», aunque no consiguió ablandar a un público que venía buscando la dosis de oscuridad que solo Orslok y Rojuu podían proporcionarles. 

La numerosa cantidad de padres que ejercían de acompañantes se mantenían a una distancia prudente, en el piso de arriba, observando cómo sus hijos menores de edad empezaban a retorcerse cuando salieron al escenario un chico con el pelo rubio platino y su banda, formada por Marcos Crespo y Gonzalo López, ambos pertenecientes a la banda Depresión Sonora, y Elena Nieto, de los Yawners. La noche comenzó con 22, single que pertenece al último EP: Y3Y2, y para cuando pasó a ¿Cuánto tiempo nos queda?, del álbum Kor Kor Lake, la pista ya olía a sudor y testosterona. 

Los sonidos más shadow pop, incluso indies, de este disco (producido por Sonido Muchacho) siguieron con canciones como Un paseo más, Nezuko y Fantasía Placebo. Vistiendo una camiseta de Adidas x Balenciaga, aunque manteniendo su estética visual kei habitual, la presencia escénica de Rojuu era cada vez más grande. Al retroceder a sus álbumes iniciales, todos corearon canciones como Umi o Triángulo amoroso, llenas de letras que suenan bonito (dream pop) pero hablan sobre cosas muy tristes. Y es que, en alguna ocasión, el barcelonés ha reconocido que para él el término emo, tiene que ver más con lo emocional que con otra cosa. Quería todo tu amor / Donde se fue / Quizá fui yo / Y cada día es peor, se escuchó en la sala. 

El tono del concierto se volvió más edgy cuando Rojuu comenzó a llamar a colaboradores especiales como si fuese el moderador de una velada de boxeo. El cantante Sticky M.A, famoso ya desde Agorazein, su predilecto Clutchill o MDA, nuevo fichaje de esta ola hyperpop, subían al ring con los gritos ensordecedores de su público y con el famoso productor Steve Lean encargado de los beats. Sin embargo, la pelea sucedía abajo. Los pogos, al tocar canciones más hardcore del álbum Starina, pasaron a casi avalanchas que intentaron moderarse para «evitar un Astroworld«, según el propio cantante. 

Aunque el ambiente llegó a su clímax cuando el fiel Akiraboy subió al escenario y Rojuu presentó a Orslok como «ese psicópata que comparte tierra con Mariano Rajoy y Alberto Feijóo». Tofu delivery fue, como es usual en sus conciertos, la canción que puso fin a un show donde Rojuu demostró, una vez más, su capacidad para volver loco y a la vez tocar la fibra de no solo la generación Z, sino también de todos aquellos que se atrevan a escucharle.

María Cantó

Periodista especializada en cultura. Escribo sobre todo lo que me ilusiona.

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