«I’M A LOVER, I’M A SAINT, I’M A SINNER, (…) I’M YOUR GIRL»

Cartel Silvia Superstar, Joy Eslava

Un elegante flamenco rosa destaca en un escenario lleno de calaveras de purpurina y enormes estrellas doradas. Si miras alrededor, has de tener cuidado para que ningún tupé, tachuela o pincho se te clave en un ojo. Mister T, Los Cazafantasmas, Debbie Harry, Kiss, Queen, Prince…Elvis y Axl Rose; todos comparten cartel en una pantalla gigante de la que, si alejas la mirada, verás un mar de leopardo, cebra, tul, cuero y escotes y… una banda vestida como los drugos de La Naranja Mecánica pero de un rojo chillón: estamos en el concierto de Silvia Superstar.

«¡Bienvenidos a la fiesta, porque esto es una fiesta!”. Así bautizó esta viguesa el pasado lunes 13 en la sala Joy Eslava, un concierto en el que presentó la edición especial en vinilo de su primer disco en solitario, publicado en 2009 tras el parón indefinido de su anterior grupo, The Killer Barbies.

Una impactante Silvia se mueve como una medusa: elegante y eléctrica; rockera y pin up. Su aspecto pícaro y aniñado en temas como ‘I am’ en contraste con su faceta más punk rocker y agresiva, provocan meneos de cabeza y aullidos entre el público…Silvia Superstar por Sol Salama

Y digo aullidos porque cuando canta ‘Queen Bitch’, Miss Superstar se viste de una Caperucita Roja que, cambiando bastante el cuento, domina al guitarrista convertido en lobezno con el cable del micrófono. Todo esto tras escuchar, como intro de esta canción, el discurso de la gran Divine de la película Pink Flamingos: “Matar a todos, perdonar el asesinato en primer grado, apoyar el canibalismo, comer mierda, ¡esa es mi política y mi vida!”.

Pero la política de vida de Silvia, lejos de los magnicidios y la cropofagia, es de un salvajismo punk que estalla, y nunca mejor dicho, cuando finaliza su versión de ‘Kids in America’ escupiendo fuego con la boca y dejándonos a todos la sensación de que con esta viguesa, no se juega: ella manda.

Silvia Superstar por Sol Salama

Cultura trash, colores llamativos, muchas risas y un ambiente familiar en el que vimos entre el público a Mario Vaquerizo tararear todas y cada una de las canciones de Silvia. La sorpresa llega cuando se sube al escenario con ella para cantar otro de los grandes temas de The Killer Barbies, ‘Love Killer’, y acaban los cuatro tacones de aguja revolcados por el suelo.

No queríamos que nos dijese adiós, pero lo hizo. Y cómo no, de la mejor manera en estas señaladas fechas: un villancico al estilo Superstar. Silvia se convirtió en la irreverente Debbie Harry y con ‘Heart of Glass’ de Blondie, la Joy Eslava se convirtió, más que nunca, en esa fiesta que anunciaba la artista al principio del concierto.

Desde luego que ha quedado claro que la clave del éxito de Silvia Superstar no es sólo la música: es dar espectáculo siendo espectacular. Misión cumplida.

Fotografías: Sol Salama Salama

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