FICCIONES
Imaginemos una situación en la que un grupo de jóvenes poetas traban una curiosa amistad a través de su amor por la poesía. Además, fantaseemos por un momento con la idea de que esta amistad se ha labrado a través de la pantalla de sus ordenadores y que jamás se han conocido en persona. Algo llamativamente singular y bello ¿No creéis? Finalmente, pongámonos en la tesitura de que estos aliados comparten una cosmovisión acerca de sus letras, su sensibilidad hacia el amor, lo erótico, y lo frágil. Ciertamente sentirían una intensa complicidad.
Suponer que toda esta congregación de escritores llegara a converger en un mismo sitio, deshaciendo los velos creados por la pantalla digital, y pudieran reconocerse unos a otros como seres palpables, hechos de carne y hueso, exhaustos por un largo viaje, pero doblemente asombrados por su (re)encuentro, supondría una dulce ilusión. Seguro está que tratarían de asimilar su conmoción para poder estructurar rápidamente toda la poesía en un recital colectivo y deleitar así a un público aleatorio. ¿Suena utópico? Lo cierto es que la poesía supera a la ficción.
En el barrio de Malasaña, la pasada noche del sábado 15 de octubre, en el céntrico bar Aleatorio (calle Ruíz, 7), local muy estimado y hogar de muchos aficionados a las Letras, tuvo lugar el recital de poesía colectivo titulado «Érase una vez Madrid». Como era de esperar, en esta pequeña sala famosa por sus tertulias literarias, recitales y jam sessions de poesía, el aforo máximo de 78 personas fue generosamente completado. Un público de todas las edades, entre ellos familiares, curiosos, amigos y otros escritores, buscó el mejor sitio para poder presenciar el comienzo de la mágica velada.
Esta noche hemos recorrido kilómetros para llegar a la poesía. pic.twitter.com/K5R5QtKeZ2
— aleatorio (@aleatorio_bar) 15 de octubre de 2016
DULCE, DULCE POESÍA
Tras unas breves palabras de introducción, Súe S. Mile, también llamada Vivirtenpoesia en las redes, se encargó de romper el hielo con Dos nombres y no un destino. Con una voz trémula y quebradiza embaucó a los oyentes con varias de sus creaciones, situándolos en una íntima atmósfera para dejar paso a la segunda rapsoda de la noche: Raquel Cabestrero, poeta que de forma muy sutil mostró la belleza del anhelo en A las ciudades sin mar, y la admiración amorosa en Ella movía corazones («Este poema sí que es añejo”). Cuidó su narración con una dulce y aterciopelada voz que sumió al público, aún más, en un estado de tierna embriaguez.
Raquel Cabestrero, dio paso a su tocaya, Raquel Beck. Figura que conmovió a la sala. Todos los oídos bebían las palabras de su esperanzador poema Ella, apología a la amistad y la funesta lucha de una cercana persona contra su hermético mundo interior. Incluso la propia poetisa pareció sucumbir al efecto lacrimógeno de sus palabras. A continuación, el mallorquín Sr. Write vaticinó el difícil carácter del arte de amar con su lapidaria sentencia «Esta puta anarquía del corazón».
Tras otra nueva aparición, Natalia Crazovey cristalizó las diversas fases de una relación sentimental en delicados poemas de una exquisita construcción narrativa; ejemplo de ello son: Mil veces maldito y Carta de suicido. Para concluir la primera parte, el público escuchó atónito la aportación lírica de Jota Santatecla, poeta amateur que, siendo este su primer recital, coronó la temática amorosa con perfectas metáforas que demostraron lo fructífero del porvenir de su recién iniciado viaje poético.
Tras un atronador aplauso, varios sorbos y algunas miradas cruzadas, dio comienzo la segunda parte.
Los mismos poetas fueron sucediéndose en idéntico orden exponiendo nuevas piezas que giraban en torno al desamor y su reflexión (temática que, sin duda, se apoderó de la noche). Para sorpresa de los asistentes del Aleatorio, y tras un hipotético fin de la velada, un nuevo poeta se adueñó del micro y de la sala. Las mentes se colmaron por las oníricas imágenes, la sinestesia y el amor por el acto de poiesis que Cristian Wise reveló en sus inéditos escritos Sueños e Indomable; identificó el nebuloso sentimiento artístico aclamando: «Solamente es poesía cuando se te va de las manos».
Para acabar, la cantautora Andrea Frutos iluminó el ambiente con los dulces acordes de una guitarra blanca que sostuvo sugerentes melodías, y mejores letras. Destacaron sus temas Enganchada a tu piel y Desbloqueo Racional. El cierre definitivo de la velada corrió a cuenta de unas emotivas palabras de la escritora Un(i)verso y de la intervención de Pau Albert, segunda finalista en la primera edición del slam poético The Edgar Allan Poets y autora del libro Los lunes que no te llevaste. Pau extrajo dos poemas que constituyeron la cadencia final de la noche del sábado en el Aleatorio.
LA RED COMO CATALIZADOR DE ARTE
Una vez más, fue remarcable la iniciativa de estos audaces escritores. A pesar de los cientos de kilómetros recorridos y la gran cantidad de obstáculos, «reunir todos los pensamientos en un mismo sitio y compartirlos», en palabras de la propia Andrea Frutos, fue una hazaña que jamás olvidarían.
Hechos que nos hacen reflexionar en torno a la idoneidad de las redes sociales como medio para engendrar cultura a un ritmo vertiginoso, y la prudente habilidad de muchos jóvenes para asimilar experiencias vitales a través de la poesía. Fenómenos que nos muestran un panorama cultural cambiante y digitalizado, que ya ha eclosionado. Es decisión de cada uno aceptar, o no, esta nueva forma de difusión y utilizarla a favor de la expansión del Arte. Así, quizá puede que las musas se acostumbren a la nueva era digital y vuelvan a encontrarse innumerables veces más en este mismo lugar, el Aleatorio.
[Fotos: Andrés Pillalaza / @needars]