París ha sido recreado con tal realismo en Assassin’s Creed: Unity que los amantes de la ciudad se sentirán nostálgicos jugando la nueva aventura de la saga.
París, siempre es un placer volver a esa ciudad. Es difícil cansarse de pasear por esas viejas calles. Allí los rayos de luz brillan de forma especial, como en los mejores efectos HD de última generación. Y es que cualquier motivo es bueno para volver a la capital francesa, incluso a través de un videojuego.
En los convulsos días de la revolución francesa transcurre la trama del último Assassin’s Creed. Y, al igual que en la recreación de la Florencia renacentista que hicieron en la segunda parte de la saga, el resultado es espectacular. Hay que conocer París para apreciar el trabajo de Ubisoft. Está lleno de detalles. El mapa de la ciudad ha quedado recreado prácticamente en su totalidad: Desde Notre Dame hasta el Louvre, desde las Tullerías hasta Montparnasse. Lo único que hay de ficción es la desaparecida Bastilla, la fortaleza y prisión símbolo del Antiguo Régimen.
“Aquí ahora hay un supermercado” o “aquí venden unos cruasanes muy buenos” pueden ser un ejemplo de las reflexiones que un jugador, o un viajero, puede hacer mientras disfruta de esta nueva entrega. Cambia la época, el contexto, la gente… pero París es siempre la misma. En formato digital o formato real, por decirlo de alguna manera, la Ciudad del Amor es bohemia, hermosa, melancólica, a veces fríamente gris, otras veces agradablemente soleada, pero siempre igual.
Es cierto que no es lo mismo. Pasear por las orillas del Sena sin percibir ese olor a humedad y esa agradable brisa no puede ser emulado por un videojuego. Pero el sonido de las olas chocando contra el muelle, la tenue luz abriéndose paso entre las ramas de los árboles, ver a lo lejos los enormes rosetones de la catedral y de fondo, oír una conversación en francés es una sensación bastante próxima a lo que realmente es estar allí. Pero en este juego hay algo más para intentar que el usuario se quede prendado de la ciudad: una buena trama. El mundo cambió en 1789 y, aunque vivir ese momento podría resultar muy peligroso, es sin duda un episodio histórico fascinante. Y es que este Assassins’s Creed nos brinda un contexto perfecto para vivir una gran aventura. Una gesta épica como la que podría haber quedado escrita en los textos de un Dumas que descansa en el Panteón de Hombres Ilustres en frente del parque de Luxemburgo.
Manejaremos a Arno Dorian, un francés natural de Versalles, que acabará formando parte de la vieja disputa entre Asesinos y Templarios tan vigente en toda la saga. Ambas fuerzas, desde la sombra, abordarán los acontecimientos históricos tratando de inclinaros a su favor. También habrá, como es de esperar -y más tratándose de algo ambientado en París-, una protagonista para darle un toque romántico a la trama. Por el momento, para disfrutar al máximo de la historia así como de los paisajes urbanos, habrá que esperar un poco ya que los usuarios han criticado en general la falta de optimización y los fallos que al parecer hay las primeras fases del juego. Pero seguro que la espera merece la pena.
El que ha estado ahí lo sabe. Sabe que hay muchas descripciones posibles pero que quizás la mejor definición de París… es París. Sin adjetivos. Una foto, un vídeo en baja calidad o un juego de última generación dejan ver que la capital francesa destila siempre la misma esencia. Y si uno echa de menos esa ciudad, y no puede ir siempre que quiera, siempre puede aplacar la melancolía con un parche digital como es Assassin’s Creed: Unity.