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Pancorbo, esencia castellana en los Montes Obarenes

Pancorbo
Pancorbo

No hace falta recorrer grandes distancias ni atravesar fronteras internacionales para descubrir grandes entornos que nos embrujan donde menos te lo esperas. A veces los lugares más cercanos son los que más encanto encierran y los que más recordamos según pasa el tiempo.

A 66 kilómetros al norte de Burgos se encuentra Pancorbo, un pequeño pueblo de 600 habitantes aproximadamente. Antiguamente no importaba si escribías su nombre con b o con v, ambos términos estaban admitidos. De hecho, es tal su antigüedad que, a finales del siglo IX, ya aparecía su nombre en la historia gracias al Chronicon albendense al narrar las incursiones musulmanas. Según una de las versiones que explican el origen de su nombre, parece ser que estando sitiados por los sarracenos, unos cuervos llegaron lanzando pan, algo que se consideró un milagro y por lo que el pueblo pasó a llamarse Pan-Cuervo, derivando con el paso de los años en Pancorbo.

 

Construcción túnel n-1 (1951)
Construcción túnel n-1 (1951)

Cruzar el desfiladero de Pancorbo es todo un riesgo. Desde hace muchos años, ese tramo de la Nacional I se ha convertido en una de las zonas más peligrosas de la provincia. Al acercarse, las señales parpadean y los intermitentes rojos avisan del peligro. Parece que hace efecto, poco a poco se percibe que la circulación es más calmada. Los conductores se hacen amigos de la cautela.

Los visitantes que acuden al pueblo entrando por el sur de la provincia burgalesa, lo primero que admiran son los montes rocosos de Pancorbo. Montes tan salvajes y duros que al ir en coche o autobús parece que aplastasen al viajero, como si le dejasen sin aire. Es tal su magnitud, que no se sabe hacia qué lado de la carretera mirar. Nacionalmente, su belleza no ha pasado inadvertida, pues incluso aparece en la película Ocho apellidos vascos: Rafa, el protagonista, deja su Sevilla para conocer el País Vasco y comienza a ver montes y un cielo nublado y oscuro. Podría ser cualquier pueblo vasco, pero es Pancorbo. Por si fuera poco, antiguas producciones españolas como Los camioneros o Curro Jiménez grabaron varias secuencias en esta población.

Imagen de arriba: Ocho apellidos vascos. Imagen de abajo: Desfiladero de Pancorbo
Imagen de arriba: Ocho apellidos vascos. Imagen de abajo: Desfiladero de Pancorbo

La ermita del Santo Cristo de Barrio se sitúa en la entrada norte del desfiladero. Bajo la advocación de Santa María, durante algún tiempo tuvo categoría de iglesia parroquial.

ermita

En 1971 se produjeron las últimas obras de restauración de la ermita y se localizaron diversos elementos románicos y algunas piedras con inscripciones que han sido atribuidas a la época mozárabe. En las inmediaciones se han documentado diversos restos materiales que indican la existencia de asentamientos previos, tanto de época prehistórica como romana. Cada 11 de julio se celebra en ella una popular romería.

En el kilómetro 302 de la carretera Madrid-Irún comparten escenario un hotel y un hostal. En el hotel, los camioneros entran cansados, charlan con la dueña y, para cenar, se animan a pedir pollo con patatas o un lechazo, típico de la zona. Fuera del hotel, cuando cae la noche, los musulmanes que allí pernoctan se orientan hacia La Meca y rezan sin parar. Se arrodillan y gritan, algunos incluso lloran. Unos pocos huéspedes no pueden dormir y se asoman a las ventanas mandándoles callar. Pero las voces siguen, no paran.

Con el amanecer, Pancorbo recibe al visitante con sus frías temperaturas. Son pocos los días del año en que hace verdadero calor en el pueblo. Es fácil visitar la localidad en agosto, cuando son las fiestas patronales, y entonces tener que llevar una rebeca bajo el brazo. “Por si acaso refresca”, es el manido consejo que obsequian las prevenidas vecinas que merodean y que, animadas, todavía siguen saliendo a la calle a conversar, como antaño.

Con una situación estratégica, a caballo entre la meseta castellana, País Vasco y La Rioja, desde la antigüedad Pancorbo lleva el sobrenombre de Puerta de Castilla. Conserva sus raíces castellanas, de las que la arquitectura hace gala con sus inconfundibles casas pancorbinas, escalonadas a lo largo del pueblo, sobre todo encima del río Oroncillo. Aunque en Pancorbo quedaron marcadas las huellas de otros pueblos antiguos, en la actualidad es imposible contemplar la judería, desaparecida con el paso de los años, sin embargo todavía se mantienen sus calles angostas, empinadas y empedradas.

La principal calle del pueblo, la calle Real, antiguamente llamada Generalísimo Franco, destaca por tener oscuros soportales en gran parte de su acera izquierda. Esos soportales, que tienen como principal función proteger a los vecinos del temporal tan adverso, tan castellano, son una de las principales señas de identidad de un pueblo que sigue conservando su esencia medieval.

 

La peña del elefante

Al caminar por las calles de Pancorbo, cuando el visitante mira a lo alto y descubre los montes, se siente como si estuviera en una especie de hoyo, como si las peñas se abalanzasen sobre él. Por un lado, las calles son llanas, pero mirando al cielo se contempla todo el peso de la naturaleza.

Una de estas peñas, conocida como “el elefante” por su semejanza con dicho animal, sustentaba al Castillo de Santa Marta, del que hoy en día quedan solo ruinas. Curiosamente, en ambos extremos de los Montes Obarenes se pueden apreciar dos moles pétreas con forma de elefante, que, como si fueran titanes, guardan ambos accesos a la meseta. Una de estas moles está en Pancorbo; la otra, en Terminón.

Peña del elefante
Peña del elefante

Castillo de Santa Marta

También se le conocía como castillo de Pancorbo o La Sala. La ubicación del castillo respondía a fines estratégicos: dominaba la entrada del desfiladero del pueblo. Diego Porcelos, conde de Castilla y fundador de la ciudad de Burgos, mandó construir este castillo en el año 882, aproximadamente. A lo largo de los siglos, el edificio soportó todo tipo de envites y se mantuvo en pie tanto cuando Pancorbo pertenecía a Castilla como cuando era propiedad del Reino de Navarra.

En 1679 pasó por Pancorbo la comitiva de la reina María Luisa de Orleáns, que iba a casarse con Carlos II “el Hechizado”. Un autor francés de dicha comitiva describió al castillo así:

Tiene una peña que domina el lugar, tan eminente que parece inaccesible y sobre ella ha fundado un castillo inexpugnable, que tendrá veinte pasos de ancho y ciento cincuenta de largo y para subir a él están los escalones hechos en la misma roca, que es necesario subir trepando a él. En otra peña inmediata que está cerrada tiene artillería; más abajo tenía cerca y contracerca y después otra muy grande que hacía media luna.

El castillo estaba siendo restaurado en la última década del siglo XVIII, no obstante el arreglo de sus defensas no duró mucho, ya que fue quemado el 10 de agosto de 1835 por los enemigos de Isabel II durante la I Guerra Carlista. Actualmente sólo quedan unas cuantas ruinas visibles pertenecientes a la estructura original.

Oficios de antaño en el siglo XXI

Pancorbo es un pueblo vivo, así lo describen sus gentes. Los vecinos viajan al pasado manteniendo los pies en el presente. Desde agosto de 2014, la asociación del pueblo se encarga de recrear antiguos oficios para que las nuevas generaciones comprendan cómo vivían sus antepasados. Por un día, la fuente vuelve a ser el lavadero, las mujeres se convierten en lavanderas, como lo eran sus madres o sus abuelas, llegando a utilizar este lugar como mentidero. Mientras tanto, los hombres aran, trabajan en la era, fabrican cubiertos artesanos y algunos, incluso, cuidan al caballo losino, también conocido como jaca burgalesa, la única raza equina autóctona de Castilla y León.

Pancorbo en el arte

Desde bien tiempo atrás, muchos han sido los artistas que, quedando embelesados con el paisaje natural, decidieron plasmarlo en sus obras. El más conocido de todos ellos es Darío Regoyo, pintor asturiano considerado como uno de los máximos exponentes de la pintura expresionista española. Aunque, sin duda, el mejor cuadro que se puede pintar es el que graba nuestra memoria al conocer el mundo que nos rodea.

Noelia Escudero

Un 8 de junio nací en la cuna del castellano. Siempre me han dicho que tengo nombre de canción.

¿Cómo definirme? Una pizquita de literatura -sobre todo noir-, cine clásico, teatro y series de televisión... Voilà, soy yo.

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