Como cada mes de mayo y junio, la Plaza de Toros de Las Ventas de Madrid y sus alrededores se han inundado de gente que acude a la temporada de festejos taurinos. Sin embargo, aunque se trata de un enclave muy conocido y turístico de la ciudad, no lo es tanto el barrio en el que se ubica. En el siguiente artículo, «descubrimos» el Barrio de la Guindalera.
Cuando un extranjero medio piensa en Madrid, seguro que lo primero que se le pasa por la cabeza son terrazas al sol, jarras de sangría y tapas (ese concepto de comida que tanto me extraña que sea tan difícil de entender fuera de España). Puede que incluso sepa que tenemos uno de los museos más valorados del mundo, y que está situado en la misma acera que el segundo más visitado de la ciudad, el Santiago Bernabéu. De hecho, al pensar en Madrid, seguro que también se le viene a la cabeza el Real Madrid. Quizá antes que el Prado. Y que todo lo demás.
Cuando lo hace un español, además del Prado y de, evidentemente, el fútbol, también surgen otros conceptos: los bocadillos de calamares, Malasaña, la Gran Vía, Cibeles, el «relaxing cup of café con leche in Plaza Mayor»… Sin embargo, como en toda gran ciudad del mundo, existen zonas que, si bien no son muy conocidas ni atractivas a nivel turístico, sí que tienen elementos que las convierten en interesantes para visitar.
En Madrid, una de ellas es la Guindalera, en la que se ubica la emblemática Plaza de Toros de Las Ventas. Un barrio perteneciente al distrito de Salamanca, pero sin las características propias del mismo que puedan estar instauradas en el imaginario popular. No es habitual ver a gente paseando con mocasines por la calle, ni mascarillas bordadas con la bandera de España.
Ubicado al este de lo que se considera “centro” de Madrid, esto es, el interior del anillo de la M-30, el barrio de la Guindalera se encontraría delimitado al norte por la avenida de América, al sur por la calle Alcalá, al oeste por la calle Francisco Silvela y al este por la propia M-30. De hecho, por extensión, en la actualidad también acoge a otro barrio con nombre propio como es el de Parque de las Avenidas (al noreste), además de a la zona que circunda a la plaza de toros y que es conocida como Ventas.
Lo primero que visito, después de bajarme en la estación de metro de Ventas, es su gran icono, la Plaza de Toros de Las Ventas. Muchos habrán caminado por las calles del barrio (sin conocerlo) solo para acudir a algún concierto, corrida de toros u otro evento celebrado en la que es la tercera plaza de toros más grande del mundo, de estilo neomudéjar e inaugurada en 1929.
Una plaza para todo
Desde entonces, ha sido testigo directo de distintos momentos de la historia de nuestro país: durante la Guerra Civil, sus gradas sirvieron como almacén de municiones, y en el ruedo se implantó una enorme huerta; en 1940, ya instaurado el régimen franquista, se celebró una corrida en homenaje a Heinrich Himmler, general de las SS que estaba de visita en España y a quien, paradójicamente, los toros le parecieron “un espectáculo deleznable y extremadamente sangriento”; y en 1965 se celebró allí el primer concierto de los Beatles en España, lo que supuso una auténtica revolución para la época.
La primera y obligatoria parada ya está hecha, así que me voy a dar un paseo por el barrio, que es como mejor se conocen. Camino hacia el Parque de Eva Duarte de Perón, nombrado así en homenaje a la famosa ex primera dama de Argentina, y paso por los hotelitos, unos desconocidos y preciosos edificios de estilo europeísta construidos hacia 1890 y que formaban parte del proyecto del Madrid Moderno. «El barrio más europeo de todos los barrios madrileños», se presentaba a la colonia formada por pequeños hoteles y viviendas unifamiliares.
El origen de la Guindalera, según me comentan los dueños de algunos de los establecimientos más antiguos, data de mediados del siglo XIX, cuando comenzó la época de mayor expansión de la ciudad, que alcanzó su pico en el siglo XX con el asentamiento de los barrios que hoy forman lo que se conoce como la periferia de Madrid. Y se le denomina barrio de la Guindalera por un artículo del ABC de 1906, en el que nombraban a un conocido agricultor de guindas (en su momento de gran valor para su conservación en aguardiente) de la zona, cuyo éxito le hizo ganarse el apelativo de “Don Guindo”.
Alrededor de la plaza de toros se sitúan multitud de bares y restaurantes de estética taurina, así que, después de la caminata, y con el atardecer ya cayendo, decido volver para reponer fuerzas con unas cañas bien tiradas y degustando platos típicos de la capital como los callos o, cómo no, el rabo de toro. Elijo Los Timbales al estar ubicado en la misma calle Alcalá en la que se halla la plaza, y sus camareros me cuentan que el ambiente allí durante la Feria de San Isidro (mes de mayo), época en la que se celebran más corridas, es espectacular.
Mi rollo es el rock
El debate de si los toros deben ser considerados o no cultura siempre estará en el aire, pero de lo que sí puede presumir el barrio de la Guindalera es de ser una de las vías de entrada del rock and roll y el lugar donde se produjeron las primeras actuaciones de grupos extranjeros en nuestro país. En 1971, el periodista Vicente “Mariscal” Romero abrió en la calle Béjar la discoteca M&M, donde actuaron, entre otros, artistas de la talla de Brian Eno o Triana.
Así que, después de pasar por delante de su antigua ubicación a modo de homenaje y de seguir caminando un poco más por el barrio hacia el norte para bajar la cena, decido terminar el día tomando una copa (o dos) y disfrutando de buena música en el Rowland, garito ubicado en la zona de Parque de las Avenidas, frecuentado en su día por los miembros de Hombres G (le han dedicado el título de su último disco) y lugar de peregrinaje para muchos de sus fans.
Ya ha terminado mi tarde / noche en uno de esos barrios con solera de Madrid, así que cojo el último metro en Parque de las Avenidas para volver a casa. Me he quedado con las ganas de visitar el Mercado de la Guindalera, uno de los centros neurálgicos de cualquier barrio. Quizá vuelva mañana, y de paso me tome unas sangrías y unas tapas al solecito de una terraza en la plaza de San Cayetano. Que no por estereotipado va a dejar de ser cierto lo bueno que tenemos en España…