La multitud, un tema que suena familiar, recibe un nuevo impulso en la galería Ópera de Madrid hasta el 4 de enero de 2025.
En la era de la posmodernidad, tal y como han analizado el filósofo estadounidense Fredric Jameson y otros anteriormente, la multitud es un elemento clave para entender estos tiempos.
Si ya en 1895 el filósofo francés Gustave Le Bon, pionero en este campo, analizaba el surgimiento de esta nueva era en su obra Psychologie des foules (Psicología de las multitudes), seguramente no imaginaba que más de un siglo después seguiría existiendo este cuerpo sin alma.
La multitud y su obsesión. ¿No es anticuado abordar este tema con la misma hostilidad? Aunque la multitud, tal como la retratan los pensadores contemporáneos, es peligrosa por sus cualidades desinhibidoras, es necesario situarla en su contexto actual.
Multitud paradójica
Para ilustrar ingeniosamente el tema, la galería se ha armado con una paleta de obras de artistas de renombre: de Niki de Saint Phalle a Antonio Saura, pasando por Alexander Calder y Botero, entre otros no menos destacados.
La composición, por ecléctica que sea, deja la puerta abierta a diferentes vías de reflexión, lo que nos permite alejarnos de la afirmación hecha en el comunicado de prensa del evento.
En el análisis que Fredric Jameson hace del posmodernismo, se produce una ruptura con las utopías de la Ilustración, que barrieron al hombre de razón en favor de un individuo sometido a un eclipse de la razón. La personalidad consciente se desvanece y se orienta en la misma dirección, la de la multitud.
Se establece así una compleja relación entre el individuo y la muchedumbre. La búsqueda de la identidad, representativa de nuestro tiempo, estaría moldeada por la masa. Sin embargo, si bien se acusa a esa misma masa de negar cualquier forma de singularidad e incluso de buscar la uniformidad, parece que se ha vuelto en su contra. Si antes las normas culturales permitían una cierta estandarización, ahora la diferenciación se está convirtiendo en un mandato.
El colectivo para existir
La meticulosa selección de obras aborda una serie de temas relacionados con la multitud: la feminidad, la identidad cultural, el aislamiento. Y sin embargo, por muy delicados que sean estos temas, de las creaciones emerge un espíritu positivo.
Mientras que la multitud reúne a los individuos hasta aplastar su singularidad, la aspiración frenética a esa misma singularidad aplasta el vínculo entre los individuos, un vínculo que es una necesidad. Así pues, hay dos cuestiones en juego: lo colectivo y lo individual.
¿No es esto lo que testimoniaba Niki de Saint Phalle en su obra Lampe Angulaire (1992)? Las ideas brillan entre la multitud, y brillan aún más cuando se comparten, se intercambian, se debaten y se contradicen.
Hay una visión negativa en la masa, una sociedad individualista, evaluada por agregación, por adición de la suma de los individuos. Pero esta agregación se hace ahora conscientemente. Ya no son masas humanas las que se crean, sino comunidades que, a su vez, dan existencia a la singularidad.
Genovés y el ideal
Entre la sólida composición artística de la galería, una obra se erige como símbolo de la multitud contemporánea. No sólo por su dimensión universal, sino también por sus dimensiones plásticas, la obra del artista valenciano Juan Genovés impacta directamente a la entrada del espacio artístico .
Situada frente a la entrada acristalada del espacio expositivo, Espéculo (2013) interpela directamente al visitante sobre la plenitud del ser dentro de la masa. Pero es al continuar la visita cuando aparece una de las obras más representativas del artista.
Lontananza (2015) se alza entre dos paredes, con una línea azul, verde y naranja que recorre horizontalmente el lienzo y sus cientos de diminutas figuras abstractas. Impactante en su mensaje delicadamente inducido, una bofetada de esperanza y humanidad se eleva a través de esta multitud de individuos que marchan hacia un vívido horizonte de luz.
Al acercarse, ya no se trata de una multitud de personajes abstractos, sino de seres únicos que portan en ellos (sobre ellos) objetos, todos diferentes. Utilizando materiales recuperados o simplemente distintos grosores de pintura, se representa su individualidad.
El relieve del lienzo infunde, a través de su textura, la persistencia de la materia consciente de los individuos. No están alienados, sino despiertos y llenos de vida, avanzando hacia la luz. Una vez más, apoyados por el colectivo, alcanzarán sus objetivos.
Colectivo peligroso
En su análisis de la multitud, Gustave Le Bon se refirió a sus características específicas, entre ellas la irresponsabilidad. Dentro del cuerpo social, el marco sociocultural se derrumba, las normas dejan de existir y la inhibición desaparece. Es el caso de las manifestaciones, cuyos miembros se dejan llevar por una poderosa energía colectiva que puede conducir a excesos.
Esta misma energía se representa en Borroso (2015), que combina individuos y movimiento a través de burbujas en el fondo. Es una ilustración perfecta de las comunidades actuales, que, en su búsqueda de singularidad, se distancian de los demás, incluso oponiéndose a ellos.
Este fenómeno sólo puede verse impulsado por el auge de los grupos, animados por las plataformas digitales a desafiarse unos a otros. Si bien la interacción con el colectivo permite a las personas expresarse, en una época de tolerancia limitada y de búsqueda de la singularidad, el riesgo es de confrontación permanente.
Alimentado por sus propios ideales y reforzado por algoritmos que confinan a los usuarios a sus conocimientos, el grupo no debe dejar escapar comportamientos desenfrenados bajo el pretexto de la comunidad.
Crowds, hasta el 4 de enero de 2025 en la galería Ópera de Madrid.