Las fotografías que quedan por hacer

Manuela Carmena y Joana Biarnés durante la presentación de 'Disparando con el corazón'.
Manuela Carmena acompañó a Joana Biarnés en la presentación de su libro.

Joana Biarnés (Tarrassa, 1935) observa al público escondida tras el cristal. No el cristal del foco de su cámara, la que prácticamente ha vivido pegada a sus ojos durante toda su vida, sino el de sus gafas redondas, negras. Da la sensación de ser un cristal débil, pero ahí está, separándola del mundo que habita al otro lado, convirtiéndola siempre en observadora. Los años pasan y las anécdotas llevan tiempo acumuladas, como lingotes de oro empolvados a la espera de que alguien esté dispuesto a sacarles brillo. Pese a todo, solo piensa en el futuro, y cuando un asistente a la presentación de su libro antológico de memorias fotográficas le pregunta por la instantánea que guarda con más cariño, no duda. «La que sacaré mañana», contesta.

Portada de 'Disparando con el corazón'.
Portada del libro de Joana Biarnés.

Todo en la plaza del Conde Duque huele a arte de otro tiempo y otro espacio, todo desprende ese aroma churrigueresco que vive encerrado en lo barroco, inexpresivo y pétreo ante los cambios que se suceden a su alrededor. Entre sus muros presentó Joana Biarnés sus memorias fotográficas, tituladas Disparando con el corazón (Ed. Blume, 2017). Entre el color teja de las paredes y lo diáfano del espacio en el que se ubicó la presentación emergió su figura, devuelta de las profundidades del olvido. Acompañada por la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, e introducida por su editor gráfico, el fotógrafo Chema Conesa, Biarnés empezó a escupir anécdotas como quien dispara a discreción, capturando imágenes de todos los rincones de su memoria.

A sus espaldas, sus grandes éxitos. Tres días con los Beatles. La vez que engañó a Roman Polanski para hacerle unas cuantas fotos. Conesa describe su trabajo como «un trocito de la historia de la España construido con el corazón, construido sobre la promesa de una hija a su padre». Carmena sostiene lo mismo, y se atreve incluso a afirmar que «cualquiera que quiera estudiar la época de Joana Biarnés no puede hacerlo sin acabar llegando a sus fotografías». Ella, mientras tanto, mira a su alrededor. Su mirada, tras el cristal, parece abrumada, como si todos los recortes perfectamente colocados tras ella perteneciesen al recuerdo de otra persona.

Arranca a hablar ya con la voz temblorosa, pero sus palabras salen como dardos. «Me preguntan todo el tiempo si creo que el reconocimiento me ha llegado tarde. Ha llegado, y con eso me vale. Yo no esperaba nada«, reflexiona. Su voz está a punto de derrumbarse sobre la sala cuando recupera las palabras de Conesa y se refiere a su padre, Joan Biarnés, quien en su día fue colaborador del Mundo Deportivo y quien la introdujo en el mundo del periodismo. «Le brindo todo esto a mi padre, que me enseñó todos los valores de la vida. Le prometí que los cumpliría y así lo he hecho», llora, aunque sin lágrimas. «Lo único que sirve es lo que dicta el corazón, el corazón es el que manda», sentencia.

Una mujer enfrentada a sus tiempos

La trayectoria de Joana Biarnés es el espejo del fotoperiodismo del siglo XX en España. Sus inicios estuvieron marcados por la represión de cuando los árbitros de fútbol forzaban para que una mujer fotógrafa no estuviese presente durante un partido. «Los silbidos, los insultos. Tendríais que escucharlo, sufrí mucho», asegura. Se envuelve en sí misma cuando recuerda su trabajo en las riadas del Vallès de 1962. «Fue una de las cosas más duras que he podido vivir. Había coches con familias enteras que se estaban hundiendo», recuerda, sobrecogida. «Lloraba y disparaba«.

Elegir una vida entre cámaras la llevó a elegir una vida entre hombres. Fue la única fotógrafa del diario Pueblo desde su entrada, en 1962, hasta 1967. «Los hombres siempre me trataron bien, aunque estaban a la expectativa, eso sí», explica. «Como les demos

traba con el trabajo que podían ir borrando sus dudas, todo fue funcionando bien». Resume su trayectoria en el periódico del sindicato vertical del régimen franquista como «una lucha constante por conseguir la primera página. Firmar en la primera página suponía el mayor premio que podíamos obtener».

Pese a todo, con la vista puesta atrás pero mirando hacia adelante, Joana Biarnés define su trayectoria como fotoperiodista como «una pelea constante por tratar siempre de ser diferente». Una pelea que, según sus propias palabras, todavía se mantiene en pie. Porque ella, que dispara con el corazón, aún no ha colgado la cámara. Sería una frivolidad. Quedan demasiadas fotografías por hacer.

 

Adrián Viéitez

Periodista cultural y deportivo. Dulce y diáfano. Autor de 'Espalda con espalda' (Chiado Ed., 2017). Escribo para salvarme de mí mismo.

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