Las ciudades de Unamuno

Imagen de Miguel de Unamuno. Fuente: Ensayistas.org

Convivió con una crisis finisecular que le llevó a dudar hasta de su propia existencia. Una lucha interior que reflejó en sus textos y que está de actualidad, no sólo porque la experimentamos en nuestras posmodernas pieles, sino porque se cumplen 75 años de la muerte del nebuloso autor que la plasmó en sus libros. ¿Adivinan? Sí, me refiero a Miguel de Unamuno (1864-1936), el escritor considerado por muchos líder intelectual de la Generación del 98 y al que ahora varias ciudades españolas le quieren rendir homenaje.

Cada una de las metrópolis recuerda al filósofo bilbaíno a partir del pequeño o gran trocito de (intra) historia que el creador de las nivolas compartió con ellas. En Santander ya han celebrado un acto para traer al presente los diez días que un Unamuno abuelo (era el año 1934) pasó en la Universidad Internacional de Verano y en los que escribió los poemas que componen su Cuaderno de La Magdalena. Más larga e intensa fueron sus estancias en Soria y, por ello, más largo el homenaje que le hacen en la capital provinciana y que abarcará todo febrero. Allí, Unamuno disfrutó de la compañía de Antonio Machado, que pronto se convirtió en un amigo íntimo que acabo dedicándole un poema cuando el literato murió.

Fotografía de Miguel de Unamuno. Fuente: Begov.wordpress.com

Pero la gran capital unamiana siempre fue Salamanca, epicentro de su vida académica (fue Rector de la Universidad hasta en tres ocasiones) y lugar en el que proclamó con acierto su “Venceréis, pero no convenceréis” en aquel histórico enfrentamiento dialéctico que mantuvo con el general José Millán-Astray. Conscientes de la importancia del autor de Niebla en el pasado salmantino, desde el ayuntamiento han organizado el ‘Año de Unamuno’, que estará repleto de todo tipo de actividades culturales, e incluso algunas tan curiosas como talleres de papiroflexia, una de las aficiones preferidas del intelectual.

El despliegue en torno al hombre que el poeta de Campos de Castilla definió como ‘donquijotesco’ y ‘ceño de la duda’ no necesita justificación. Basta con leer algunas de sus líneas: “Porque la calle forma un tejido en que se entrecruzan miradas de deseo, de envidia, de desdén, de compasión, de amor, de odio, viejas palabras cuyo espíritu quedó cristalizado, pensamientos, anhelos, toda una tela misteriosa que envuelve las almas de los que pasan.” Hete aquí esa “enmarañada telaraña espiritual” que cruzamos todas las mañanas. Hete aquí el motivo de la vigencia unamiana.

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