Llega la Navidad y con ella también la temporada de cabalgatas y festivales, muchos de los cuales llevan consigo siglos de tradición. Sin embargo, algunas de las tradiciones que unos celebran con júbilo pueden llegar a ser ofensivos, incluso racistas, para otros.
Tras una petición de su alcalde, el pueblo belga de Alost ha puesto en marcha diversas medidas para intentar erradicar el racismo que persiste en sus tradiciones. Hace unas semanas, el Comité intergubernamental de Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco retiró de su Lista Representativa el Carnaval de Alost, en Bélgica, por manifestaciones xenófobas y antisemitas.
El Carnaval de Alost se empezó a celebrar hace 600 años y marca el principio de la cuaresma. Este año en particular, salió en el desfile una carroza que imitaba a judíos ortodoxos, mostrando personajes con narices aguileñas y burlándose del tropo antisemita de tacañería.
En respuesta a la controversia que surgió después de esta edición del carnaval, los organizadores imprimieron materiales que contenían caricaturas de judíos ortodoxos, lo cual empujó al alcalde a pedir la retirada del festival de la lista de Unesco.
Este es un caso extremo y muy representativo del racismo que puede persistir en las tradiciones culturales. Sin embargo, no hace falta irse tan lejos para encontrar costumbres polémicas.
Baltasar y las cabalgatas de Reyes
Cuando se acerca el día de Reyes, millones de niños esperan con ilusión la llegada de los Reyes Magos en la cabalgata de su pueblo o ciudad. Pero lo que se enseña a las próximas generaciones durante estas cabalgatas contiene matices racistas.
La tradición de que la persona que interpreta a Baltasar se pinte la cara de negro se llama blackface y tiene raíces de mal gusto y ofensivas. El acto de pintarse la cara de negro es algo que se practicaba para burlarse de los esclavos negros hace ya 200 años, mostrando una falta completa de respeto y consideración hacia ellos.
El blackface evoca una historia de racismo y dolor cuya herida sigue abierta. El problema con este acto es que provoca recuerdos de una historia no tan lejana y, aunque la decision de pintarse la cara para interpretar a Baltasar en una cabalgata de Reyes no tenga intenciones racistas, hacerlo es racista por naturaleza.
El blackface y la cabalgata de Alcoi
El pueblo alicantino de Alcoi celebra la cabalgata supuestamente más antigua de España, pero cada año sucede un acto racista a gran escala, que pasa desapercibido. Cientos de jóvenes se pintan la cara de negro para interpretar a los ‘pajes negros’ que participan en esta cabalgata.
El año pasado, el colectivo antirracista Afroféminas creó una campaña en las redes sociales para que los vecinos del pueblo reformasen la tradición. El colectivo intentaba razonar con los vecinos, explicándoles que «el rostro negro y otras imitaciones raciales eran formas de entretenimiento para [sus] antepasados que formaban parte de un proceso deshumanizante más amplio que hacía posible la esclavitud y la postración».
Sin embargo, el ayuntamiento defendía que no era un acto racista y que no faltaba al respeto, decidiendo mantener la tradición igual este año. Portavoces del ayuntamiento aseguraban que estaba abierto el dialogo con el colectivo, pero negaba todas los argumentos en contra de la tradición y en la celebración de este año seguirán con sus costumbres de siempre.
La tradición es cultura, pero no se puede permitir que tradiciones racistas, independientemente de los años que se lleven practicando, persistan en una cultura que quiera ser inclusiva, educada y correcta. Lo adecuado sería adaptar las costumbres a nuestra sociedad, que hoy en día está más informada que antes y que debería luchar para la inclusión y el respeto de todos, independientemente de su etnia o raza.