Nadie imaginó que un ordinario policía del Berlín de la posguerra, roto, gris y errante, pudiera llegar a convertirse en uno de los artistas más relevantes de la fotografía alemana. Michael Schmidt nació en 1945, entre calamidades y pobreza por la imposibilidad de cruzar del Oeste, donde residían, al Este, donde tenían el negocio familiar. Finalmente, acabó en el Berlín Occidental de la época, donde pasó de pintar paredes a aprender, de manera autodidacta, cómo inmortalizar la sociedad berlinesa del momento. En 2014, Schmidt murió en aquel Berlín del Oeste, tan alejado de lo que fue entonces, pero lo hizo con una trayectoria profesional de más de cinco décadas a sus espaldas y que ahora se puede visitar en Madrid.
Comenzó a trabajar como fotógrafo profesional en la década de los 70, aunque no fue hasta más tarde cuando logró alcanzar una relevante popularidad en su país natal y parte del extranjero. Tanto es así que en 1996 el MoMA consagró a Michael Schmidt una muestra individual Ein-heit (U-ni-dad).
No obstante, y a pesar del gran reconocimiento de sus proyectos fotográficos, en la España de los 80 y 90 pocos —o ninguno— habían oído hablar de él. Hasta ahora. Es por ello que este año la antología completa del artista, comisariada por Thomas Weski y distribuida en casi seis salas diferentes, viaja hasta la capital para homenajear la trayectoria del fotógrafo.
En esta ocasión, el Museo Reina Sofía será el encargado de acoger Michael Schmidt. Fotografías (1965-2014), la primera retrospectiva del alemán tras su muerte. La exposición, organizada por la Stiftung für Fotografie und Medienkunst mit Archiv Michael Schmidt, y que alberga la obra de Schmidt entre 1965 y 2014, abrió sus puertas al público el día 22 del pasado mes de septiembre, y así las mantendrá hasta el próximo 28 de febrero.
A finales de los 70 hizo del gris su mejor herramienta, un elemento cromático indispensable con el que describir el entorno de aquel Berlín dividido, y, además, desde esa perspectiva documental americana que tanta influencia ejerció en su método. A lo largo de su trayectoria como fotógrafo ha experimentado diferentes etapas, a través de las cuales, al mismo tiempo, ha ido aprendiendo y evolucionando como artista.
Asimismo, supo alternar los detalles de la naturaleza, terrenos baldíos, muros cortafuegos, carteles publicitarios… para captar con su lente la esencia del paisaje berlinés, de extrema intensidad, y el de una ciudad dividida por un muro que en 1961 acabó con la esperanza y los recursos de su propia familia.
Espacios vacíos y soledad imperante en las calles. Esto es lo que predomina en sus fotografías, cargadas de fragilidad humana y urbana. Niñas jugando en una habitación, mujeres acudiendo al trabajo y al café con sus amigas, mujeres médicas, maestras, cocineras, madres, abuelas… todas ellas fueron fotografiadas en la serie Frauen (Mujeres, 1997-2010), donde Michael Schmidt se alejó de la atenta mirada a su ciudad para poner el foco en preocupaciones más globales.
En esta exposición el espectador se pierde entre más de 350 fotografías, pero también encuentra el trasfondo de una sociedad demasiado difuminada para nosotros de la manera más realista posible. Despojando al país de color, arrojando luz a lo que verdaderamente importa y merece llamar la atención. Relatos que observamos a través de jóvenes rostros andróginos, del cuerpo de la mujer, de banderas que ondean la esvástica, de militares cuadrando, y, sobre todo, relatos en torno a un muro que supuso un antes y un después en las vidas de muchos como Schmidt.