Acabe usted la frase: la familia que permanece unida… ¿lo tiene? pues ahora guarde este pensamiento. Para sí mismo. ¿Qué le dice?. Jamás será vencida. Y es algo que no ocurre con esta familia, en donde los secretos y mentiras hacen que se pudran aún más la relaciones afectivas. Te mantiene en tensión desde la butaca. E incluso, te saca la sonrisa. Pero resulta ser una sonrisa cínica, porque te ríes de las desgracias ajenas.
A las órdenes de Paco Zarzoso, director de la obra, podemos decir que el reparto es brillante. Ayuda a ponerte en situación. El padre, actor de televisión que desea prosperar en su carrera, interpretado por Carles Sanjaime. La madre, el alma mater podríamos decir, una arquitecta que solo busca saber la verdad, encarnada por Lola López. Una hija nini, caracterizada por Mireia Sobrevela. Un abuelo loco, en el final de su vida, con acento argentino otorgado por Luis Campos. Y una vecina, cuyo matrimonio ha fracasado, personificado por Ruth Atienza.
Sin duda un reparto que funciona. Que es civilizado y bárbaro en varias ocasiones. Que se desenvuelve en un escenario separado en tres partes: una pérgola, un banco y el comedero de los perros. Y que hace que participes de la inminencia del fin del mundo, del giro que necesita nuestra sociedad para tomar otro rumbo. Que quiere que nos movilicemos si no queremos acabar locos por esperar lo que nosotros debemos empezar.
En en Centro Dramático Nacional de Madrid hasta el próximo 24 de febrero.