El Teatro de la Abadía acoge hasta el 23 de junio el ciclo Partir/Venir/Quedarse, un programa que ofrece cinco montajes de tres nacionalidades diferentes en torno a los tres verbos que le dan nombre, tres acciones que no pueden por menos que remitir a historias “desgarradoras” de emigrados, exiliados y refugiados, extraídas –la mayoría de ellas– de testimonios reales.
Tal y como aseguraba Ronald Brouwner en la presentación del ciclo, su título “está formado por tres verbos que evocan decisiones muy distintas. De este modo, a través de los espectáculos se pueden apreciar perspectivas diferentes de esta problemática, con una vertiente política y cierta denuncia, pero también con bastante poesía«. Por su parte, el director del teatro, José Luis Gómez, resaltó el cometido fundamental del teatro, que es servir de arma de concienciación en una sociedad en la que “el principio de toda expulsión es la discriminación”.
Este ciclo se erige como el colofón de una temporada que comenzaba con Incendios, de Wajdi Mouawad, una obra que abordaba la relación entre Oriente y Occidente, los traumas del conflicto bélico y la búsqueda de identidad de quienes se habían visto forzados a abandonar su país. “A partir de ahí hubo varias líneas de programación que se mezclaban, como la cuestión de Europa, la de un refugiado que es Stephan Zweig, o la memoria de historia española con Azaña o Unamuno, lo que llevó a redondear con los refugiados, exiliados e inmigrantes», comentó Gómez.
Así, Partir/Venir/Quedarse comienza el 30 de mayo con Kalimat (Palabras), una obra escrita por Helena Tornero y dirigida por Jorge Picó, en la que, uno a uno, van sucediéndose y entrecruzándose los testimonios de diez refugiados –cinco hombres y cinco mujeres– procedentes del campo de Nea Kavala, en el norte de Grecia. La propuesta escénica surgió, además, de un viaje que realizó la propia Tornero a este campo, donde organizó un taller de teatro en 2016 y emprendió el proyecto Paramythádes, que en griego significa contadores de historias, y que aspira a mejorar las condiciones de vida de las personas refugiadas a través de las artes escénicas. Por este motivo, tal y como explica Pau de Nut, el responsable de sonido de Kalimat, “el objetivo de esta propuesta es, por un lado transformar el dinero recaudado en taquilla en un salario, no en una simple donación, y por el otro, contar una verdad profunda y de manera frontal, sin hablar por ellos. El respeto a sus propias palabras es uno de los ingredientes principales de la obra”.
El ciclo continúa al día siguiente con Ankomsten (Avistamiento), de la compañía sueca Teateri, una pieza teatral basada en la novela gráfica The Arrival, de Shaun Tan, que cuenta la historia de un hombre que llega, tras un largo viaje, a una costa lejana donde la cultura es distinta y el lenguaje, incomprensible. Sus únicas pertenencias son una pequeña maleta y una foto de familia que se ve obligado a dejar atrás para empezar de cero en un mundo totalmente desconocido.
Del 6 al 8 de junio el Teatro de la Abadía ofrece Good Tidings (Buenas Nuevas), un montaje de la directora y actriz israelí Naomi Yoeli que ahonda en su pasión por las cartas, objetos que considera “capaces de conservar el espíritu de historias reales y personales”. Yoeli encontró las cartas que conforman la representación de forma casual en su cuarto de baño cuando intentaba arreglar una avería. Eran las cartas que enviaba su padre a su familia cuando huyó del holocausto judío en Polonia y se exilió en Israel y, ahora, son las únicas supervivientes de una familia a la que exterminó el nazismo.
El 15 de junio llega el turno de la compañía valenciana Colectivo Fracasadas con Los Invitados. Esta obra nace de la experiencia directa de Amparo Ferrer y Manuel Puchades en Lesbos, donde fueron a investigar, conocer de primera mano el día a día en la isla y hablar con el pescador y la octogenaria que fueron candidatos al Nobel de la Paz “porque se esforzaron en rescatar a los refugiados”, tal y como explican los dos. Además, a través de Los Invitados, como se llama a los refugiados en Grecia, trazan paralelismos entre los flujos migratorios actuales y las personas que se vieron obligados a abandonar España durante la Guerra Civil y la posguerra.
Tras el espectáculo musical Los Últimos días de la Humanidad de Karl Kraus, el ciclo llegará a su fin con Me llamo Suleimán, un monólogo de Antonio Lozano producido por la compañía canaria unahoramenos, que relata la odisea del viaje de un niño de 13 años que abandona Malí en su búsqueda incesante del bienestar que siempre se ha atribuido a Europa y recala en las Islas Canarias y, concretamente en un colegio donde era profesor el propio Lozano. Según su director, Mario Vega, “la historia de Suleimán es universal y no se produce solo al cruzar un continente sino también al cruzar una calle y pasar de vivir en la ciudad a vivir en las favelas».