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Juan Bautista Nieto: “La sociedad y el arte se están vulgarizando”

Juan Bautista Nieto pintor
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Hablamos con Juan Bautista Nieto, pintor sevillano nacido en 1963, considerado uno de los máximos exponentes del hiperrealismo en España. Sus obras han sido expuestas en países como Inglaterra, Italia, Suiza, México, Estados Unidos, Australia y Japón. En el año 2003, el Gobierno español eligió una de sus pinturas, La certeza imposible, para ser editada en formato sello de Correos por el 25º aniversario de la Constitución. Juan Bautista es una persona con las ideas claras, habla con la misma franqueza y sinceridad que la que evoca su obra. Casi rehúsa de ser llamado artista, al considerarla una palabra actualmente rota y prostituida. No ve el hiperrealismo como fin sino como medio para hacer llegar su mensaje: la pureza de lo honesto. Juan Bautista observa el estado actual del mundo con cierta intranquilidad, pero sabedor de que la historia es pendular y de que vendrán tiempos mejores. Actualmente estudia y a la vez imparte clases de pintura online, en plena época covid. Como John Ruskin, del que es ferviente admirador, intenta enseñar a sus alumnos no solo a pintar sino a mirar.

 

 

Cultura Joven: La RAE define el hiperrealismo como “realismo exacerbado o sumamente minucioso”, ¿le parece limitada esta acepción? ¿Qué es el hiperrealismo para usted o qué debería ser?

Juan Bautista Nieto: El hiperrealismo es la intención de llevar la realidad un paso más allá, y ya eso es una cuestión capciosa. Para mí el hiperrealismo consiste fundamentalmente en ese intento de reproducir la realidad con las dificultades que eso conlleva. Es dar un paso más allá y engañar un poco al ojo, como el trompe-l’œil antiguo [el trampantojo (de «trampa ante el ojo», del francés trompe-l’œil, «engaña el ojo») es una técnica pictórica que intenta engañar a la vista jugando con la perspectiva consiguiendo una «realidad intensificada»]. De alguna forma, la intención última del hiperrealismo debería ser la captación de un momento determinado, aislarlo del resto y quedarte con el mismo dándole la mayor cantidad posible de detalle. Siempre hay que intentar sorprender al espectador, que no pueda creerse que eso que está viendo esté pintado. Sí es cierto que hay momentos en los que el hiperrealismo se queda corto a la hora de transmitir emociones y sentimientos. Yo traté con mi obra de romper esa frialdad y esa distancia con el espectador.

 

C.J: Ciertamente el hiperrealismo, desde fuera, puede considerarse como un arte pictórico poco cercano, ¿cómo logra con su obra alejarse de esto?

J.B.N: Mi obra se mueve entre dos mundos: trata de lo aparentemente hiperrealista, pero con el punto de acercamiento y calor necesario.

 

C.J: ¿No le preocupa que el espectador se quede únicamente con los aspectos formales de su obra? 

J.B.N: El hiperrealismo lo he «utilizado», creo que el arte consiste en pegar ese «pellizco» al espectador, dejarlo parado delante de tu obra. Para mí el arte se puede definir así, el buen arte es aquel que es capaz de detener a alguien con o sin motivo concreto. Personalmente parto de ese impacto que produce el hiperrealismo para luego entrar en otros detalles más concretos, mensajes distintos que van dentro de la obra.

 

C.J: ¿Cuál es su opinión de ese hiperrealismo que se queda en lo formal y no va más allá?

J.B.N: Yo creo que la intención de todo arte, de cualquier arte en mayúsculas, es la de comunicar. Cualquier planteamiento artístico que no logre mantener un diálogo con el espectador no tiene sentido, eso es una falacia. A mí me interesa el submundo que pueda tener una obra, representar las cosas hasta el límite me parece aburrido.

 

C.J: Su obra, además de hiperrealista, tiene bastante de surrealista…

J.B.N: Sí, sí, exactamente, es una mezcla del mundo real e irreal, he pretendido mover a ambos en el mismo plano lo cual redunda sobre esa idea de impacto en la que se mueve el espectador. Te impacta lo real pero al mismo tiempo te das cuenta de que hay partes que no son reales, ambas están en el mismo plano. Creo que eso empieza ya a tener una parte de código que tienes que establecer con el espectador, una vez que entiendes el lenguaje que estás utilizando ya empieza a moverse la conversación de una forma agradable y fluida. En definitiva, hay que tener algo que contar, si no no tiene gracia. Ese es el principio y final de todo arte

 

C.J: ¿Por qué lo monocromo?

J.B.N: Porque yo siempre he tendido a pensar que el color es engañoso. Mi impresión es que en una obra a color muchas veces lo demás ya no importa, se queda todo tapado por esa brillantez y saturación. Me parece mucho más noble y más limpio el mensaje dado a través de la pureza del blanco y el negro. La vida es una escala de grises, ese conjunto de varillas de abanico entre el blanco, por un lado, y el negro por otro. Me pareció hermosa esa forma de expresarme y de reducirlo todo a un efecto visual, que es de lo que se trata. 

 

Culpa Juan Bautista Nieto
Culpa, obra reciente de Juan Bautista Nieto

 

C.J: Digamos que, en ese sentido, prioriza el mensaje.

J.B.N: Exactamente, relego el color y me detengo en el mensaje. Es ese intento, como ya comenté, de darle un poco de calor y vida a la obra “aparentemente” hiperrealista, mi obra es “aparentemente” hiperrealista: es darle al ojo del espectador lo que necesita para hacerlo creer que está viendo algo perfecto, pero no es verdad, esa nunca ha sido mi intención. Me resultaría tremendamente aburrido estar meses y meses trabajando en una obra sin mensaje. 

 

C.J: ¿Se ve cambiando de estilo?

J.B.N: Indiscutiblemente sí, ahora mismo estoy sufriendo uno de los cambios más importantes en mi obra desde hace años, ¿por qué? Porque necesito expresar otras cosas de una manera distinta. Ahora mismo me encuentro estudiando formas distintas de expresar. Aun así, estoy convencido de que, haga lo que haga, en el fondo seguirán dándose las mismas pautas.

 

C.J: El hiperrealismo parece como si se hubiese quedado atrás, fuera de las vanguardias, ¿a qué se debe esto? 

J.B.N: Esto ha ocurrido desde hace muchísimos años. Realmente al realismo se le ha denostado y se ha vuelto a recuperar el gusto por él de forma pendular a lo largo de la historia. Hay vanguardias que aburren y gente que hace realismo y pueden comunicar y crear un lenguaje propio maravilloso. Al realismo se le relegó en un intento de mejora y de cambio porque era lo que se conocía, lo que ha ido cambiando desde siempre es la intención comunicativa del artista. Lo importante, como digo, es tener algo que decir, no importa que sea en una soleá o un aria de ópera; cántalo bien y le llegará al espectador. Para mí, el gran problema no ha sido la forma, sino el contenido; en determinadas épocas el contenido ha sido muchísimo más escaso de lo que debería haber sido y eso ha llevado a tildar a distintas formas expresivas de obsoletas o innecesarias. 

 

C.J: ¿Qué sentido le ve al arte? ¿Qué puede aportar al día a día de las personas?

J.B.N: Realmente creo que el arte en sí, tanto las vanguardias como las no vanguardias, necesitan de una corrección de determinados aspectos pues se está olvidando la esencia pura. El arte debe existir para llegar al espectador, como una forma de elevación del ser humano, yo no le encuentro otro sentido al arte. El arte está concebido para ser disfrutado a diario y en todas sus formas y es el único modo que tiene el ser humano para que este se divinice de cierta forma. A través de mi escuela intento plantear la simplicidad del lápiz y el papel, algo que me parece maravilloso. Dibujar, como decía John Ruskin, no para acabar colgando tu obra en una galería sino por el puro placer de aprender, en ese intento de reproducción sin justificación, sin motivo alguno. Me olvido de vanguardias y de realismo e hiperrealismo, solo lápiz y papel, por lo simple y por lo puro. Hoy en día el arte se está volviendo demasiado complicado y lo complejo no entraña verdad, el arte se está separando del ser humano. La verdad siempre está en la forma más simple de explicar las cosas. 

 

C.J: A colación de esto, ¿qué relación ve hoy en día entre sociedad y arte?

J.B.N: La sociedad y el arte se están vulgarizando, ambas cosas van unidas. Yo quiero pensar que todo arte, todo pensamiento, ha tenido un carácter pendular; hoy en día hemos llegado a un extremo y la tendencia no es que el péndulo se salga del reloj sino que dé una vuelta hacia atrás, haciendo el recorrido inverso. Me hace feliz pensar que estamos llegando al límite del movimiento pendular del reloj, en cuanto a la vulgaridad a la que estamos sometidos. Creo que dentro de poco nos daremos cuenta de que esto se ha complicado en exceso y de que ya nadie tiene ni idea ni del principio ni de la intención. Toca una revisión y una vuelta a plantearnos qué es lo que tiene realmente sentido. A estas alturas, ¿sabes qué es lo que me hace a mí feliz? Coger un lápiz y un papel y, sin intención ninguna, ponerme a dibujar.

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