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El Instituto Cervantes y la Caja de las Letras

El Instituto Cervantes y la cámara del tesoro

¿Qué pueden tener en común Luis García Berlanga, Ana Belén, Gabriel García Márquez, y Nuria Espert, entre muchos otros? ¿Cómo podríamos relacionarlos unos con otros, más allá de la lengua materna? ¿Podríamos siquiera soñar con reunirlos a todos en un mismo espacio y momento?

Todas esas preguntas hallan su respuesta en el sótano del Instituto Cervantes, en la esquina de la calle Alcalá con la calle Barquillo. Dentro del imponente edificio custodiado por cuatro cariátides, en la que fuera la cámara acorazada del Banco Español del Río de la Plata, se encuentra una de las reliquias de la cultura hispánica, un secreto más valioso que todo el oro que pudiéramos reunir.

Inaugurada en el año 2007 por el entonces director del Instituto Cervantes, César Antonio Molina, la Caja de las Letras ha ido llenando poco a poco sus cajas con objetos tan curiosos como un supuesto guión inédito de Berlanga, la pipa de Antonio Buero Vallejo o el reloj que John Elliot compró con lo ganado tras la publicación de su primer libro. Luis de Pablo dejó en la caja número 1517 una partitura que se tocará por primera vez, a petición del compositor, el día de su muerte.

Cofres de la Caja de las Letras, donde los personajes ilustres guardan sus legados
Cofres de la Caja de las Letras, donde los personajes ilustres guardan sus legados

La Caja de las Letras oculta en su interior los legados de los más importantes personajes culturales, pero muchos de ellos no verán nunca la luz. Cada uno de estos compartimentos ocupados tienen grabados el nombre del depositario y dos fechas: la de entrada y la de salida. Se podría decir que cada una de estas cajas de seguridad hace la vez de cápsula del tiempo. Algunas de ellas ya han sido abiertas, como la de Margarita Salas, que dejó en 2008 su cuaderno de protocolo, recuperándolo 10 años después, en 2018. Otras, sin embargo, permanecerán cerradas, como la de Miguel Hernández o Gabriel García Márquez. Estas cajas contienen los llamados legados In Memoriam, depositados por familiares u otras organizaciones, y que no tienen fecha de apertura.

El primer propietario de una de estas cajas fue Francisco Ayala, quien no quiso desvelar su contenido, por lo que habrá que esperar hasta 2057 para conocerlo.

La última persona en dejar su legado fue la cantante Ana Belén, que el pasado 6 de mayo, dejó en la caja 1235 las obras completas de Federico García Lorca, junto a los pendientes que llevó al interpretar a Adela, su personaje en La Casa de Bernarda Alba.

La Caja de las Letras no permanece siempre abierta al público. Por lo general, la cámara abre solo para entregar o recoger un legado, pero, si se está atento, se puede visitar en fechas señaladas, previa inscripción, como la Semana de la Arquitectura o en festividades como el 12 de octubre.

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