HUMOR Y CARCAJADAS SOBRE UNA SOCIEDAD SALVAJE

¿El vaso medio lleno o medio vacío? En realidad da igual porque, se mire por donde se mire, el vaso siempre está por la mitad; todo lo demás depende de la actitud que se adopte ante la vida. Y esa actitud puede resultar igual de absurda cuando la negatividad nos hace gritar y maldecir a los demás que cuando tratamos de cerrar los ojos y repetir en voz alta extraños rituales de relajación cada vez que algo nos perturba. Eso es lo que nos hace ver Carcajada salvaje pero, eso sí, a través del humor.

 

Dos caóticos monólogos llenan el escenario del Teatro de Bellas Artes. El primero el de una perturbada y rechoncha señora que siente hostilidad ante cualquiera que parezca feliz. El segundo lo protagoniza un caballero, también entrado en kilos, que cada vez echa más de menos un poco de sentido en las cosas. Diferentes actitudes ante temas similares con un hilo conductor como fondo: la incapacidad que todos sentimos a veces de enfrentarnos y encajar en una sociedad que no reconocemos como nuestra.

Sentimientos tales como la desorientación, la rabia o la frustración resultan hilarantes cuando se tratan de manera tan cómica como en esta ocasión. Con originalidad y mediante ese tipo de ejemplos con los que el espectador se siente identificado se desarrolla la catarsis de dos peculiares individuos.

Hay que estar atentos para no perderse en el divagar interior de los personajes, y despiertos para que la obra no resulte en algunos momentos algo repetitiva; pero, aún así, merece la pena aguantar con tal de disfrutar de un final que pone el cierre perfecto a las brillantes actuaciones de Charo López y Javier Gurruchaga. Aunque muchos no encuentren al final de la obra la carcajada salvaje, seguro que no podrán librarse de unas risas.

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