Holmes sólo hay uno

Statue of Sherlock Holmes outside Baker Street tube station in Central London. FUENTE: Fotopedia.com

El anuncio de la nueva entrega de Sherlock Holmes en la gran pantalla ha provocado en mi alma de aficionada la necesidad irremediable de adentrarme una vez más en sus enigmas literarios. El estilo soberbio, la mente irritantemente lógica y un sobrehumano poder de observación logran que el detectivesco personaje de Arthur Conan Doyle goce de una singularidad irreproducible (por mucho que les pese a algunos).

 

Aunque su carácter es inimitable, la influencia que ha ejercido en sus réplicas –implícitas o explícitas-ha sido más que beneficiosa para una sociedad cansada de héroes perfectos que parecen sacados de las novelas caballerescas de las que tanto se reía Cervantes en el Quijote. Igual que el ingenioso hidalgo de la Mancha, Holmes no es un protagonista al uso: es bipolar, sólo se relaciona si sus investigaciones lo requieren, huye de los sentimientos y tiene una especial predilección por el efecto estimulante que le produce la cocaína (¿te recuerda a algún mediático doctor?).Cartel de la película Sherlock Holmes 2 de Guy Ritchie

Todos esos ingredientes convierten al detective de Baker Street en un apetitoso producto sin fecha de caducidad. Los dueños de las grandes empresas lo saben y por eso no dejan de salir copias de un hombre que nos desesperaría igual que a Watson si existiera en el mundo real.

Justo después de que la BBC estrenará su serie sobre el Holmes del siglo XXI (y que se emitirá pronto en nuestro país), aparece la segunda cinta holmesiana del director Guy Ritchie y no lo hace sola. También ha vuelto a aparecer, Sherlock Holmes anotado, una edición de tres volúmenes (a 60 € por cabeza) de todo lo que escribió Doyle sobre el ficticio investigador privado, con pies de página y aclaraciones de Leslie S. Klinger, uno de los mayores expertos de su figura literaria. Además, el año que viene se publica otro cómic sobre el histórico personaje, que se desarrollará en Barcelona.

Puede que sea su frialdad contra natura, su sarcasmo descortés o la fascinación que produce ver cómo el raciocinio es su único calzado para caminar por la vida, pero lo cierto es que el drogadicto que más misterios ha resuelto en Londres tiene un poder de atracción que hace  que queramos pincharnos más Holmes generación tras generación:

-El reparto me parece tremendamente injusto- comenté. Usted ha hecho todo el trabajo en este asunto. Yo he conseguido una esposa, Jones se lleva el mérito… ¿Quiere decirme qué le queda a usted?

-A mí- dijo Sherlock Holmes- me queda todavía el frasco de cocaína.

Y levanto  su mano blanco y alargada para cogerlo.

(El símbolo de los cuatro, Arthur Conan Doyle)

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