El teatro Valle-Inclán recibe en sus tablas una lucha a cinco costados en formato musical que deja más vencedores que vencidos.
No se oye ni un murmullo. Partiendo de la guardia, un púgil se prepara para iniciar el combate. Tras un par de jabs para tantear el terreno, se lanza a por su presa con más convicción que cabeza. Primero un par de swings, a continuación un hook y finalmente un gancho. El rival no parece ni inmutarse, mientras que nuestro boxeador ya está desfondado. De repente se oye un timbre, pero no uno de boxeo. RIIIING. Llaman a la puerta. La mujer de Jack Johnson se dirige a la entrada, ignorando que su marido está a punto de comenzar el combate más importante de su vida.
Ese timbre es también una llamada a la realidad para todos los espectadores de El combate del siglo, la obra escrita y dirigida por Denise Duncan que se puede ver estos días en el Teatro Valle-Inclán de Madrid cortesía del Centro Dramático Nacional. Una llamada que advierte que lo que uno va a haber es un combate constante pero no solo en lo pugilístico, sino en todo lo que rodea la vida de Jack Johnson (Armando Buika), ese boxeador que ha tenido que huir a Barcelona no solo de su país, sino también de su pasado.
Utilizando un vehículo tan relativamente sencillo como un ring de boxeo, que hace las veces de cabaret, tribunal o incluso metafórico tablero de ajedrez, El combate del siglo aprovecha todas sus esquinas sin bajar los brazos en ningún momento. En el continuo bamboleo entre Estados Unidos y Barcelona (señalado orgánicamente por los míticos carteles de boxeo que anuncian los asaltos) uno termina por agarrarse a una galería de personajes muy variopintos pero con un nexo en común, su inevitable dependencia de Jack Johnson, el gigante de Galveston. Desde un Àlex Brendemühl que brilla ya sea juez, jurado, borracho o verdugo, al trío compuesto por Queralt Albinyana, Yolanda Sikara y Andrea Ros, una curiosa versión de las musas de Hércules que no solo orientan al boxeador en su epopeya sino que aderezan la misma con sus espectaculares números de cabaret.
Sin estos cinco púgiles de la interpretación hablaríamos de una obra muy distinta, pero su capacidad para pivotar en un escenario tan reducido y pronunciar diálogos como si de ganchos se trataran es lo que hace tan especial la obra. En la figura de Jack Johnson y en esos diálogos están personificados temas que van mucho más allá del latente conflicto racial, como el alcoholismo, el amor tóxico, la autoindulgencia del que cree haber tocado la cima e incluso destellos del aparente aperturismo que vivía la España de principios de ese siglo que sí estaría lleno de combates. Temas que se convierten en fantasmas del propio Jack, ese Goliat acorralado, y que van apareciendo con cada asalto, algunos difuminados en el vaivén de golpes, pero todos ellos exorcizados en ese espléndido momento de catarsis que es el encuentro con la madre del boxeador.
Tras ese momento catártico para el boxeador, El combate del siglo corre el riesgo de hacer el K.O. en lo emocional y dejar al espectador en la lona, pero es precisamente su espíritu musical el que lo rescata para cerrar con un sabor de boca más agridulce que amargo. Los interminables aplausos al concluir la función no eran para menos: en un combate a cinco costados sin claro vencedor, todo el elenco acabó ganando a los puntos.
Ficha técnica
Equipo artístico
Texto: Denise Duncan
Dirección: Denise Duncan
Escenografía: Víctor Peralta
Dirección musical: Marco Mezquida
Iluminación: Guillem Gelabert
Vestuario: Nina Pawlowsky
Ayudante de dirección: Xavi Buxeda Marcet
Fotografía: Kiku Piñol
Diseño de cartel: Equipo SOPA
Reparto (por orden alfabético): Queralt Albinyana, Àlex Brendemühl, Armando Buika, Andrea Ros y Yolanda Sikara
Teatro Valle-Inclán 28 abr- 23 mayo
18 y 19 de abril: Espectáculo en catalán con subtítulos en castellano
Duración: 1 hora y 45 min (aprox)