El Cielo de Salamanca

Entrada

«En el orden habita la paciencia,

los violines del cosmos convierten

en tiempo el peso de la noche

y sus rituales explotan en hexágonos».

(Constellations, Víctor Bermúdez)

 

E s c á p a t e. Huye del gentío, impasible y obstinado, que se arremolina frente a la fachada de la Universidad. Huye de sus miradas, ahora que están distraídas, de sus voces, de su ruido. Huye ahora que nadie te ve. Gírate y no temas darle la espalda a la plateresca arquitectura, a la elegante puerta del saber que cinco siglos atrás se construyó. No temas, Fray Luis de León, que te observa pícaro y bronce desde la altura, guardará tu secreto.

Patio de las Escuelas Menores
Patio de las Escuelas Menores.

E s c a b ú l l e t e. Cruza la plaza, sin mirar atrás. Sigue al conejo blanco que te indica el camino hacia el país de las estrellas. Salamanca tiene muchos rincones, remansos de luz, islas de poesía. Una de ellas se encuentra en el patio de las Escuelas Menores, allí, allí mismo, a escasos pasos de donde te encuentras. Allí a la izquierda, cauto y silencioso, acoge desde el siglo XV a quienes buscan el sosiego de la sobriedad. Patio de recogimiento, de caprichosos arcos mixtilíneos y una verde y armoniosa alfombra bajo los pies. «Salamanca es la primera en la enseñanza de todas las ciencias», reza el escudo del Estudio en el zaguán. Que tus ojos se dirijan al frente, hacia el sur. Allí, allí mismo, a escasos metros de la inmensidad, se encuentra el planetario de la ciudad ámbar. El Cielo de Salamanca.

Quoniam videbo celos tuos

opera digitorum tuorum,

lunam et stellas quod tu fundasti.

E s c í n d e t e. Deja el cuerpo a merced de las corintias columnas, y que sólo entre el alma. Pues sólo el alma puede expandirse al mismo ritmo que el universo, sólo ella puede ser uno y todo con el firmamento, firme sustento de quien sabe admirarse y asombrarse en cada acto de contemplación. Palpa la madera de la puerta, escucha el sonido de tus pisadas al entrar. Que tus pupilas se acostumbren a la primera y breve oscuridad, pues de pronto hallarán la luz. La luz que recogió un pintor hace muchos años, alzando su mano una noche oscura y llevándose en los dedos las cenizas infinitas de alguna constelación.

Los domingos y festivos cierran las puertas del Cielo.

Se llamaba Fernando Gallego (1440-1507), misterioso gótico salmantino de quien se sabe muy poco. Algunas de sus obras se encuentran en el Museo del Prado de Madrid (La Piedad), en la catedral de Zamora (Eva) o en el Museo de Arte Nacional de Cataluña, en Barcelona (Epifanía); pero su más bella creación, de la cual queda una tercera parte, originalmente cubría con solemnidad la antigua biblioteca de la Universidad, convertida hoy en capilla. Tras el incendio que, en el siglo XVIII, obligó a reconstruir y reformar la bóveda, se destruyó el resto de la magnífica pintura, quedándose la cúpula celestial a la mitad. Quedándose a medio camino entre la tierra y el cielo, entre la finitud y la inmortalidad. Atrapada en medio de dos líneas paralelas, pero inmensa, poderosa, etéreamente presente.

Quoniam videbo celos tuos opera digitorum tuorum, lunam et stellas quod tu fundasti. «Cuando contemplo tus cielos, obra de tus dedos, luna y estrellas que tú creaste«, reza la inscripción que bordea y corona la bóveda. Signos zodiacales como Leo, Virgo, Libra o Escorpio y personajes mitológicos como Hércules, Mercurio o el Sol habitan, hechos de óleo y temple, el cosmos de Salamanca.

E s p á c i a t e. Deja que salgan de ti aquellas partículas de alma que un día formaron parte de este cielo. Sembraste vientos de entusiasmo en tu interior, lanza ahora al aire las tempestades de lo imprevisible. Únete a la cuadriga de Helios, fúndete en un beso junto a la constelación de la Crátera. Aspira océanos de astros, aspira la eternidad.

E s f ú m a t e. Sé polvo de estrellas bajo el Cielo de Salamanca.

Fotografía de elarcodepiedra.es
Fotografía de elarcodepiedra.es

Andrea Reyes de Prado

«Lo que permanece lo fundan los poetas» (F. Hölderlin).
Humanista, curiosa, bibliófila, dibujante y extemporánea.

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