Ha llovido mucho desde el comienzo de su carrera como director, sobre todo le han caído infinidad de elogios y premios por cada una de sus películas. Amour (2012), su último trabajo, ha aterrizado en los Oscar en cinco categorías, de las que se ha llevado la estatuilla a la mejor película de habla no inglesa. De ella se ha dicho que te deja paralizado y destrozado a pesar de su simplicidad y honestidad en el trato de temas como la vejez, la muerte o la enfermedad.
No es la primera vez que el director austríaco deslumbra (y despedaza) con una película. Caché (2005) es una de las obras del director que más conmovió a la crítica, para muchos uno de sus mejores trabajos y es que ciertamente es otra perla más en su filmografía que te deja sin nada que decir, absolutamente mudo, igual de sigiloso que la película donde la música brilla por su ausencia.
Daniel Autueuil y Juliette Binoche interpretan a Georges y Anne respectivamente. La vida de este matrimonio burgués gira en torno a él, un presentador de televisión cuya preocupación máxima es él mismo. Una serie de cartas anónimas amenazarán la acomodada vida de la pareja y de su hijo adolescente dejando al descubierto sus propios sentimientos. Acostumbrados a mirarse el ombligo, a no atender el sufrimiento de los demás y a no decirse la verdad, tendrán que afrontar un esquema familiar que va haciéndose añicos. Georges deberá superar un sentimiento de culpa que le va ahogando poco a poco.
La presión a la que está sometida la familia es asfixiante, ese terror psicológico llega a estallar en algún episodio de violencia física pero las escenas sanguinarias son pocas quedando muy alejada de la violencia (justificada) de Funny Games (1997). Eso sí, lo hace con total naturalidad, despojando de pudor todas esas cruentas situaciones. La verosimilitud de esta historia se debe en gran parte, al margen de la excelente realización del director, al trabajo de los dos actores protagonistas. De hecho, llama la atención que una cara tan inexpresiva como la de Autueuil llegué a expresar tanto; al principio su verdad (y su rostro) parecen inquebrantables pero poco a poco irá manifestando su propia sensibilidad y la de los que le rodean
La película, de habla francesa, es una coproducción entre Austria, Alemania, Francia e Italia. Haneke se llevó el premio al mejor director en el Festival de Cannes y varios galardones en los Premios de Cine Europeo gracias a una de las películas que mejor retratan la frialdad de una sociedad egoísta y pusilánime.