De peluches, acorazados y suflés

Portada de Hoy caviar, mañana sardinas

La semana pasada fui a comprar un ejemplar de Hoy caviar, mañana sardinas, obra de los hermanos Gervasio y Carmen Posadas que acaba de ser editada por Planeta y de la cual ya hablamos aquí. En la tienda, con el libro todavía frente a mí, en su estante, tuve miedo. Que me perdonen los literatos del mundo pero yo, acérrimo de las letras, defensor a capa y espada de toda la prosa habida y por haber, me duermo leyendo. Siempre, desde que empecé a leer, el acto de abrir el libro en la cama coincide con el de abrir la puerta al sueño, y dos capítulos suelen ser suficientes para catapultarme al sueño REM más profundo.

 

No se asusten, esto no es una narcolepsia causada por los libros, sólo me pasa en la cama, y menos mal porque de no ser así ya me habrían atropellado todos los medios de transporte habidos y por haber, aviones y barcos incluídos. Es por esta razón por la que cuando voy a comprarme un libro siempre escojo un libro-peluche: tierno y blandito. No, no me he dado a la literatura rosa, no hablo de contenido, hablo de forma: esos libros pequeñitos, de tapa blanda y tacto suave, cuyas finas hojas pueden doblarse entre la almohada y mi cabeza sin que ninguno de los dos, ni el libro ni yo, suframos percance alguno.

Ahora entenderán mi miedo al encontrarme cara a cara con el libro de los hermanos Posadas, una de esas ediciones de gran calidad que más que libros parecen acorazados: con esa tapa dura de un centímetro de grosor protegida por una sobrecubierta de papel brillante de lo más hortera, estos libros-Potemkin de cantos afilados suponen una amenaza para el lector durmiente, cuyo sueño puede verse truncado con la pérdida de un ojo si una desafortunada vuelta sobre la almohada da a parar a la cara del durmiente contra la arista de la magna obra.

Dicho esto, reconozco que mi pavor al ver el  libro de los hermanos Posadas en su estante poco tiene que ver realmente con la obra en sí misma (bastante culpa tendrán Gervasio y Carmen de que Planeta haga unas ediciones oftalmicidas) y es un hecho bastante subjetivo. Ahora bien, en mi compra existió un momento de terror real, alejado completamente de mi miedo a la pérdida de un ojo. Este momento surgió cuando, tras respirar hondo y mirar al libro cara a cara (¿cara a lomo?), me cargué de valor, lo agarré y… vi el precio. Tal vez, al que esté acostumbrado a comprar este tipo de libros, diecinueve euros le parezca un precio completamente razonable, pero a mí, lector empedernido de los libros de Austral, los Compactos de Anagrama o los libros de bolsillo de Alianza/Emecé, aquello me hizo reflexionar sobre cómo funcionan los grupos editoriales en nuestro país.

Casi todos los grupos editoriales tienen al menos una editorial de los libros que anteriormente he llamado de peluche y otra de acorazados. Volviendo al libro de mis miedos, Hoy caviar, mañana sardinas, éste pertenece a la división de acorazados del Grupo Planeta, en concreto a su buque insignia en las librerías, la colección Autores españoles e Iberoamericanos, que cuenta en sus filas con todos los best sellers del grupo: la obra de Carlos Ruiz Zafón, los Premios Planeta y sus finalistas… alejados de éstos y con una edición mucho menos ostentosa están los peluches del Grupo Planeta, como por ejemplo las ya citadas obras de bolsillo de Alianza/Emecé, con un catálogo de imperecederos  de gran calidad (Kafka, Lorca, Salinger, Unamuno, Camus…) y que rara vez sobrepasan los diez euros de precio.

¿A qué se debe esta división? El libro de los hermanos Posadas comienza comparando el amor y la vida diplomática con un suflé. En mi opinión, el propio libro de Gervasio y Carmen, y casi todos los libros acorazados de Planeta, son también como un suflé: si lo miras cuando está en el horno tiene un aspecto increíble, pero cuando lo abres… se desinfla. Es por eso que Planeta invierte un dinero en hacer que sus obras más perecederas entren por los ojos mediante estas ornamentales y caras ediciones o premios que otorgan a sus propias obras. ¿Qué credibilidad tiene un premio que da una editorial a un libro que va a editar ella misma? A Camus, Lorca y Kafka no les hace falta esa publicidad, y gracias a eso los tenemos publicados por el mismo grupo editorial pero a la mitad de precio. Es innegable que puestos en la estantería cualquier libro-acorazado queda mejor que un libro peluche pero, a la hora de leer, ¿tanto importa? ¿Merece la pena arriesgar mis ojos arrimándolos a las duras aristas de uno de estos libros? Sinceramente, prefiero perder una dioptría con la letra minúscula de un libro-peluche a perder directamente el globo ocular con los rígidos cantos de un acorazado-suflé. Porque perder un ojo, pase, pero… ¿y si pierdo los dos, cómo voy a leer? Y lo más importante, si no puedo leer, ¿cómo me voy a dormir?

Deja una respuesta

Your email address will not be published.