Daniel Minimalia llena de sueños la Sala Galileo

Minimalia
Daniel Minimalia en concierto en la Sala Galileo Galilei

El trajín en el escenario de la Sala Galileo Galilei de Madrid se aceleraba conforme se acercaban las 21.00h. Las guitarras eléctricas -alguna Gibson, alguna Fender- y, por supuesto, una amplia colección de curvilíneas españolas se amontonaban en el escenario. Con media hora de retraso que todos los asistentes perdonaron teniendo en cuenta lo que vino después, la oscuridad total dio paso a Daniel Minimalia, caminando tímido por el escenario hasta su puesto. Páramos Lejanos arrancaba el concierto dando un salto a su primer trabajo Cuentos Sonoros.

Espero que paséis una noche agradable entre cuentos y arenas”, deseaba Daniel a su público antes de embeberse en más cuentos con Akainik. Tiempo habría luego para Arenas de Luna. Daniel golpeó suavemente su corazón en Latidos mientras el público aplaudía incesante. Le seguiría Párvula Esencia, dedicada a su sobrino: “Su gesto párvulo al escuchar música despertó mi envidia, porque todos queremos ser mayores, pero luego queremos aprender a ser pequeños de nuevo”.

El escenario se llenó de tiovivos, romanticismo francés, influencias de Yann Tiersen y una pizca de Amélie con Si Desvaneces. El cambio de registro lo pondría El Estanque, versión a Héroes del Silencio y un guiño a la adolescencia de Daniel en aquella buhardilla en la que aprendió a tocar de oído las canciones de sus ídolos.

“Si no habéis visto el videoclip, solo por el esfuerzo que nos ha costado, hacedlo, por favor”, bromeó el gallego al presentar Olas del Sur. En la aflamencada Arenas de Luna invitó a todos a “desarrollar esa faceta onírica que todos tenemos, a sentir”. El Vals del Trapecista, Raíces, y El Eco de un Sueño, cierre del concierto, hicieron su tributo a Cuentos Sonoros.

A mitad de la noche, Daniel se quedaba solo en el escenario: “el siguiente tema que voy a interpretar es el más especial para mí, el motivo por el cual hoy estoy aquí y comencé una aventura en esto”. Quienes le siguen desde hace tiempo ya saben que se trata de Al decir adiósuna oda a la muerte de sus abuelos. Las hábiles manos de Daniel sacaron de la guitarra un llanto arpegiado que tenía la crudeza de la pérdida. Algunos intentaron aplaudir durante la canción, pero nadie se atrevió a seguirles, pues lo único que merecía ser escuchado era aquel chico de 28 años contando sus experiencias más profundas a través una abstracción.

Tras hora y media, varios temas viejos y nuevos, e incluso un adelanto del tercer disco, un “tema maldito” aún sin nombre, Daniel se despidió de un público sentido, no sin antes ofrecer un bis de Olas del Sur sin hacerse de rogar y manteniendo su simpatía, e instando a todos a que nunca nos olvidemos de sentir.

Amanda Briones

Periodista. Amante del Rey Lagarto, los zapatos de tacón, el chocolate y el helado.

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