El rapero volvió a actuar por fin en (su) Madrid tras más de dos años.
11 de enero de 2020, Sala But. Esa fue la última vez que Costa, el gamberro, actuó en la capital, de la que es oriundo y a la que tanto referencia en sus letras. «Solo revivo por tus ojos y por Madrid centro» que canta en Inmortal, una de las más coreadas el pasado viernes 4 de febrero en la Cool. Cierto es que en noviembre del último año ya pisó el escenario de La Riviera dentro del ciclo Vibra Mahou, compartiendo cartel con Israel B, pero se trató de un concierto (al que asistimos) más corto de lo habitual y en el que se guardó muchas de las nuevas canciones que de ahora en adelante no van a faltar en su repertorio. Tiguerazo, Califa, Devuélveme la vida…
Queda claro que Costa ya está en otra etapa de su carrera desde hace varios años. Atrás quedaron el rap más ortodoxo y gangsta de sus dos primeros discos en solitario (Chocolate, 2005 y Morfina, 2010), y ni que decir tiene el hardcore guitarrero de sus inicios musicales, porque recordemos que Costa se forjó en las tablas allá por finales de los noventa en bandas de ese género como Down for the Count o Versvs, que poco o nada tienen que ver con lo que hace ahora. El poco, eso sí, por precisamente ese rap hardcore que mantienen algunos de sus temas y por la actitud de rockstar en los directos, repartiendo chupitos de ron y bajando a cantar entre el público, como hizo en Joven salvaje.
Pasar del colectivo de Chula Crew y Gamberros Pro a posar en fotos con Arón Piper o hacer un cameo en la serie “Veneno”, de los Javis, pueden dar alguna pista. Que el DJ que amenizó la espera hasta que saltó al escenario el MC madrileño (se hizo de rogar) pinchase sin descanso trap machacón americano, otra. Y que DRED BEY, su nuevo DJ y productor, lanzase algunos temas y Costa los cantase como buenamente podía por encima (precisamente al más puro estilo trap americano), ya es señal inequívoca.
Que no suene esto último como una crítica, ni mucho menos; es más, lo prefiero antes que intentar reproducir, casi siempre con escaso éxito, partes de canciones en las que la voz ha sido altamente modificada en el estudio o que sencillamente son muy complicadas de interpretar en directo. Fue el caso de Truenos, 20 del 20 (tema que hizo con Cecilio G, otra señal), las dos colaboraciones con Natos y Waor, Rocknrollas y Demonios y bares de viejos, o Ficción, uno de los puntos álgidos del show y su tema (con diferencia) que más ha llegado al mainstream. Oye, y que no se atreve nunca con Poseidón.
Perro viejo de éxito reciente
Me sorprendió ver a un público de mayor edad del que pensaba que me iba a encontrar debido al sonido de sus últimos álbumes y, sobre todo, singles (sonaron todos), estos últimos con unas influencias más actuales y radicalmente distintas a lo que solía hacer. Pero es que a Costa ya le contemplan 42 primaveras, a pesar de que aparente muchas menos por su físico y presencia sobre el escenario, y se ha ganado a un montón de gente por el camino. Además, fue con diferencia el conjunto de esos últimos singles la parte más coreada del concierto por el público que acudió a la Sala Cool; la que menos, quizá, la de los temas de Bestia (2013), aunque algunos, como Inadaptados, son imperecederos y difícilmente podrán salir de su repertorio.
El setlist, que yo creo que es el que, al final, todo fan de la carrera entera de Costa (que sabe que los conciertos tienen un límite de tiempo) más o menos hubiese elegido, lo completaron las canciones más reconocidas de Inmortal (2015) y Maldito (2018), ambos ya con Grimey Music. Incluso hubo tiempo de que Lawer Chacal, su inseparable corista, cantase Perros callejeros. Y en mitad del bolo, después de que saliesen a saludar al escenario Ikki y Denom (cómo habría molado algún tipo de colaboración), Costa prometió hacerse fotos al terminar con todo el mundo que quisiese (aunque también es cierto que había sacado entradas de meet&greet por el doble de precio que las normales).
Porque otra cosa no, pero Costa es uno de los artistas más respetados de la escena urbana en nuestro país. Todo el mundo, compañeros de profesión, crítica y público, sabe que no es fácil tocar tantos palos y hacerlo siempre tan bien, y que cada canción que saque se convierta inmediatamente en un éxito. El mejor ejemplo es Bebiendo ron, su último tema publicado, con el que cerró el concierto y que convirtió la Sala Cool en una discoteca. Ojalá el mito sea cierto y tengamos en él a un inmortal que nunca va a dejar de hacer vibrar y emocionar a la gente con su música. Sean los directos como sean.
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