El evento barcelonés se convierte en un exitoso encuentro entre fans, dibujantes y maestros del disfraz
Rodeados de equipos de Haikyuu, peluches de Pokémon, Tanjiros y bolsas de Game, los fanáticos del mundo del cómic paseaban entre el 29 de octubre y el 1 de noviembre por la 27a edición del Manga Barcelona. A las 9 de la mañana, valientes entusiastas del cómic aparecían en las colas de entrada convertidos en aleatorios personajes de ficción. Gokus, Mikasas e incluso el fantasma de Mario Bros se introducían en la feria de Montjuic para disfrutar del fanatismo por la cultura japonesa en un largo fin de semana que conseguía reunir a 122.000 fans del mundo de la animación.
Entre la programación del salón, se encontraban propuestas de talleres, juegos, concursos y espectáculos de K-pop; mientras que los mostradores invitaban a adquirir ediciones especiales de cómics, peluches y figuras de acción de los protagonistas del universo del manga y sus relegados personajes secundarios —muchas veces más queridos que los propios principales, pero tantas otras olvidados por las tiendas especializadas en merchandising—. Detalles importantes para los asistentes al salón que mostraban el interés de Ficomic, empresa organizadora del festival, por cubrir las demandas de los visitantes y presentar un evento temático que desprendiese ese confortante sello de calidad de «hecho por fans, para los fans».
Los expositores, a rebosar de gente interesada en comprar láminas a ilustradores como Noririn o Juapi Coffee Artist, y las editoriales del prestigio de Norma Comics, con extensas colas para entrar a sus tiendas, no hacían sino demostrar lo que ya había sido augurado con el colapso de la página web de Ficomic durante la venta de entradas el pasado 18 de octubre: el Manga Barcelona estaba siendo un éxito gracias a la implicación, no solo de los visitantes, sino de los cosplayers y artistas invitados al salón, quienes no dudaban en sacarse fotografías y responder a las preguntas de aquellos que se acercaban a conocer a las personas detrás de las ilustraciones que inundan diariamente sus feeds de Instagram.
Las filas para conseguir una firma de ilustradores de la talla de Laia López o Carles Dalmau —dibujante encargado de realizar el póster oficial del evento—, se sumaban a los también repletos auditorios en los que los fans del disfraz se reunían para escuchar a referentes del mundo del cosplay como Gehe hablar sobre su recorrido como creador de disfraces y modelo cosplayer, con especial hincapié en la importancia de la creatividad a la hora de hacerse fotografías con disfraces pero sin presupuesto y la necesidad de una buena comunicación entre el fotógrafo y el modelo. Las recomendaciones eran recogidas por jóvenes otakus que aspiran a ser reconocidos por sus disfraces e ilustraciones en el difícil mundo de las redes sociales y para los que figuras como los invitados al Manga Barcelona se convierten en referentes a los que imitar y pedir consejo.
Finalizadas las conferencias, el entusiasmado caos era únicamente interrumpido por la hora de la comida en la que, como ya es costumbre, tras comprar onigiris, fideos, hamburguesas o hotdogs, todas ellas comidas ofrecidas por el salón y ciertamente apetecibles tras horas de deambulación por el recinto, los asistentes se distribuían por el suelo del espacio en lo que se ha convertido en una tradición más del evento. Tras la pausa, las compras, fotografías y actividades —espectáculo y concurso de baile incluidos—, continuaban hasta las 20 horas, momento de cierre del salón.
El 1 de noviembre finalizaba así un fin de semana marcado por el frikismo y las excentricidades que conseguía no defraudar a los aficionados del cómic y el anime, quienes volvían a sus casas con la satisfacción de haber disfrutado de unas jornadas repletas de cultura japonesa y de haber podido entablar conversación con los grandes referentes del cosplay y del mundo de la ilustración.
