Las llaman las Islas Afortunadas, pero los afortunados son, sin duda, sus habitantes.
Canarias es (y ha sido siempre) un lugar de diversidad y un punto de encuentro entre varias culturas. La benevolencia de su clima y su paisaje heterogéneo, junto al carácter de su gente y sus tradiciones, han convertido al archipiélago en un escenario único en el mundo. Por este motivo, uno de los principales motores de la economía de las Islas es el turismo, que se enfrenta cada vez más al reto de mantener una posición competitiva en el mercado. Sin embargo, desde hace unos años Canarias está apostando por ofrecer alternativas que hagan justicia a la riqueza de las islas, incluyendo el deporte o la gastronomía, y a ello se ha sumado la industria del cine.
Las playas vírgenes que nada envidian al Caribe, bosques que bien podrían ser un pedacito del Amazonas o acantilados y tierras volcánicas que parecen sacados de Tatooine conforman una orografía espectacular, y todo ello sin salir del archipiélago. Con esta carta de presentación, es normal que cada vez más directores nacionales e internacionales se interesen en rodar en estos lugares únicos. Además, las ventajas fiscales aprobadas por el Parlamento Canario en 2009 suponen un incentivo económico para rodar en las islas, lo que contribuye a fomentar la producción de cine nacional. Y es que, según la Asociación de Profesionales de la Producción Audiovisual (APPA) y la Federación de Asociaciones de Productores Audiovisuales de España (FAPAE), nuestro país ha perdido en los últimos diez años el 80% de los proyectos de rodaje potenciales por no tener una política fiscal atractiva.
A continuación, te ofrecemos la posibilidad de conocer Canarias desde otro punto de vista, distinto a los anuncios de las turoperadoras y, seguramente, mucho más interesante: a través de películas que consiguieron captar, si no toda, gran parte de su esencia.
Tenerife
La isla chicharrera, además de ser una de las más conocidas a nivel internacional, es también una de las más veteranas como plató. Ya en los años sesenta, Raquel Welch eligió los parajes de Las Cañadas del Teide como escenario prehistórico de su película Hace un millón de años (1966), que forman una gran Caldera sobre las que se asienta el tercer volcán más alto del mundo.
Unos años después, las superproducciones de Hollywood volverían a poner su punto de mira en Canarias con Furia de titanes (2010) de Louis Leterrier y la segunda parte de Jonathan Liebesman, que recorrió el Parque Nacional del Teide y el acantilado de Los Gigantes (Guía de Isora). El ex presidente del Gobierno de Canarias, Paulino Rivero, afirmó en una reunión con representantes de la industria que este rodaje había incrementado el turismo cinematográfico. Prueba de ello es que existe una empresa de senderismo que realiza una ruta a pie de todas las localizaciones de esta película. Además, el Festival Internacional de Música de Cine (FIMUCITÉ) se ha convertido en una cita de referencia para los amantes de las bandas sonoras. Cinéfilos, quedáis advertidos.
Pero, volviendo al panorama nacional, muchas producciones españolas también han escogido la isla tinerfeña como escenario. Almejas y mejillones (Marcos Carnevale, 2000), Óscar, una pasión surrealista (Lucas Fernández, 2008), Una hora más en Canarias (David Serrano, 2010), Ma Ma (Julio Medem, 2015) o Nadie quiere la noche (Isabel Coixet, 2015) son algunos ejemplos. Los enredos de amores y desamores dirigidos por Serrano –que también cuentan con una ruta temática– se mostraban en un magnífico recorrido por el norte de la isla: Garachico, uno de los principales puertos de la isla en su comercio con América y Europa durante el siglo XVI; Icod de los vinos, donde se encuentra un drago milenario y la Cueva del Viento, el mayor tubo volcánico de Europa; el emblemático Puerto de La Cruz o el centro de San Cristóbal de La Laguna.
Gran Canaria
La gran capital también se erige como una de las islas que mayor número de producciones ha acogido. Nada menos que Gregory Peck se debatía con la gran ballena blanca de Melville en Moby Dick (John Huston, 1956) en Las Canteras, una de las playas urbanas más famosas del mundo. Casi 60 años después, Ron Howard cambiaba su escenario hasta la isla de Lanzarote para realizar En el corazón del mar (2015).
Y es que muchos cineastas ven en las costas del archipiélago a una pequeña Habana europea, por sus similitudes paisajísticas y arquitectónicas, fruto de movimientos migratorios que se remontan a la época de las colonias. Al menos así lo consideraron Alexis Valdés en Un rey en la Habana (2005), rodado en el municipio de Agüimes, y Fernando González Molina en Palmeras en la nieve (2015), premiada en la pasada edición con dos premios Goya –entre ellos, a Mejor dirección artística– y que ha sido una de las últimas películas en hacerse eco de las posibilidades paisajísticas de la isla. La Finca de Osorio, a dos kilómetros del casco antiguo del municipio de Teror, se convertía en los terrenos de la antigua Guinea cuando, en realidad, fue el último fortín de un extenso bosque que se extendía por el norte de la isla.
El niño (Daniel Monzón, 2013) No-do (Elio Quiroga, 2008), Que parezca un accidente (Gerardo Herrero, 2008), Cómo sobrevivir a una despedida de soltera (Manuela Burló, 2015) o La isla interior (Dunia Ayaso y Félix Sabroso, 2009) son algunos títulos nacionales que escogieron Gran Canaria como escenario y se pasearon por las dunas de Maspalomas, las calles peatonales de Triana, el casco histórico de Vegueta o el Puerto de las Palmas, uno de los principales puntos de intercambio tras el descubrimiento de América.
No olvidamos, tampoco, REC 4: Apocalipsis (Jaume Balagueró y Paco Plaza, 2014) o Furia de titanes (Louis Leterrier 2010), que compartió set de rodaje con la isla de Tenerife, y se maravilló aquí con el emblemático Roque Nublo, el Bentaiga y el Pinar de Tamadaba.
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Fuerteventura
Quizás ésta sea la isla más surfera, con más costa y menos lluvia. El ambiente desértico le sirvió a Ridley Scott, en pleno mes de enero, para rodar un poblado nómada en Éxodus (2014) y lo que tendrían que haber sido el Sáhara en la película de Julio Medem, Caótica Ana (2007), fueron las dunas de Corralejo. Pero es en La caja (2007) de Juan Carlos Facón donde mejor se encapsula la esencia de Fuerteventura: el pueblo de Pájara, Caleta de Fuste, el Puerto de la Cruz o la espectacular playa de Cofete fueron algunos de los escenarios de rodaje.
Lanzarote
La Tardis aterrizó hace unos años en el Volcán del Cuervo y el Doctor Who se paseó por el Parque Nacional de Timanfaya como en un planeta alienígena. Pero si hay una película que ha conseguido poner en el mapa de la industria cinematográfica a Lanzarote, esa es Los abrazos rotos (2009) de Pedro Almodóvar. El director manchego, que bien se caracteriza por el manejo de una fotografía de colores llamativos, se sirvió esta vez de los azufres de la isla más volcánica del archipiélago para su obra más ‘negra’.
Los más cinéfilos querrán alojarse en Caleta de Famara, el pueblo pesquero donde se encuentran los bungalós en los que dormían los personajes; pasear por las playas rocosas y de arena negra donde la pareja se abrazaba, en el Charco de los Clicos; visitar el Jardín de Cactus de Guatiza o la escultura del ilustre César Manrique donde tiene lugar el accidente, en la rotonda Tahiche, lugar en que el mismo artista local falleció también al volante de un coche en 1992.
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La Gomera
A pesar de ser la segunda isla más pequeña del archipiélago, posee una de las mayores variedades paisajísticas y es de las que mejor conserva las tradiciones del pueblo guanche como, por ejemplo, el silbo gomero, declarado Patrimonio Cultural por la UNESCO. No es de extrañar que haya sido escenario de numerosos documentales y algún que otro videoclip, pero también directores como Jonathan Liebesman (Ira de titanes, 2012) filmaron parte de sus proyectos aquí. Entre las joyas paisajísticas que alberga La Gomera destacan el Parque Nacional de Garajonay, el Monumento Natural de Los Órganos, la antigua Torre del Conde o la capital de San Sebastián.
La Palma
Le dicen “la isla bonita”, y con razón. Fue declarada reserva de la biosfera por sus paisajes verdes vírgenes y es famosa por albergar uno de los observatorios más importantes del mundo, en el Roque de los Muchachos. Por ese motivo, los hermanos Santiago y Teodoro Ríos la eligieron para rodar Mambí (1998), que retrata el ambiente tras la Guerra de Cuba y la emigración de los canarios hacia América. Sin duda, un referente cinematográfico que encapsula un episodio de nuestra historia y, también, la esencia de La Palma.
El Hierro
Es la más pequeña y la más occidental de las Islas, tal vez por eso ha sido la menos utilizada como set de rodaje. Sin embargo, mantiene un encanto que muchos documentalistas han sabido retratar: desde sabinas, esos característicos árboles que parecen hacer reverencias al paseante, hasta el Faro de Orchilla, que en el siglo XVII se escogió como punto de referencia para establecer el Meridiano Cero, hasta que se reubicó en el pueblo inglés de Greenwich.
Si tuviéramos que nombrar una película, sería el thriller de Gabe Ibáñez, Hierro (2009), donde María (Elena Anaya) viaja a la isla y se ve envuelta en una serie de acontecimientos que incluyen la desaparición de su hijo. Como dato curioso, la protagonista se aloja en el Hotel Punta Grande, que figura en el libro Guiness de los récords como el hotel más pequeño del mundo.